Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

30 sept 2010

El aullido poético de Norma Jean

Marilyn Monroe leía y escribía de manera compulsiva desde su adolescencia. Lo hacía en los tiempos muertos de los rodajes, en los monótonos días en hoteles, durante sus reincidentes crisis emocionales y, también, durantes los escasos momentos de felicidad que tuvo. Anotaba sus pensamientos, caóticos a veces, poéticos casi siempre, en cuadernos, hojas sueltas o facturas. Escribió sobre la muerte, el suicidio, el abandono, el desamor y el miedo. Habló de su soledad y, entre notas de recetas de cocina, cartas a sus médicos y deseos cotidianos, pidió socorro en silencio en versos desolados: "Vida- / soy de tus dos direcciones. / De algún modo permaneciendo colgada hacia abajo / casi siempre...".




Versos inéditos sobre el suicidio

Marilyn Monroe





Escribía en hoteles solitarios, en los rodajes, en sus crisis emocionales...



Anna Strasberg, viuda de su maestro Lee Strasberg, guardó los textos

El libro Fragmentos, que en España edita Seix Barral, saldrá a la venta en todo el mundo el próximo 6 de octubre (El País Semanal ofrecerá en exclusiva un amplio adelanto este domingo con fotos y textos inéditos). El volumen reúne por primera vez los poemas y escritos inéditos de la actriz, documentos que muestran la otra cara de una mujer obsesionada con encontrar su identidad en un sistema que le negaba cualquier pulsión propia, creativa e intelectual. Una mujer que se sintió acorralada por un papel del que -en el fondo- no la dejaron salirse nunca, el de la rubia tonta que le obligaron a interpretar hasta su trágica muerte, en 1962.



Todas sus pertenencias fueron heredadas por su profesor en el Actors Studio, Lee Strasberg. Durante casi cuarenta años las cajas que contenían todos sus efectos personales han estado selladas, hasta que Anna Strasberg, viuda del maestro, ha decidido desempolvarlas para su publicación. En su biblioteca había libros de historia, novela y ensayo. De Walt Whitman a James Joyce, Samuel Beckett, Gustav Flaubert, Jack Kerouac, Fiodor Dostoievsky o John Steinbeck. Entre sus poetas favoritos, Milton y entre sus pintores, Goya: "Conozco bien a ese hombre, tenemos los mismos sueños, llevo desde pequeña teniendo los mismos sueños", escribió una mujer marcada por una infancia atroz, huérfana de padre y víctima de una madre loca que jamás se hizo cargo de ella. De su infancia, Marilyn recordaba con especial pavor el día que tirotearon en su presencia a su perro Tipp, escena que le dejó de por vida su tono de voz titubeante.



Era una mujer insegura, triste, depresiva y autodestructiva. También era alegre, o como decía ella: "Sé que nunca seré feliz pero sé que ¡puedo ser muy alegre!". Sus escritos son la huella de las subidas y bajadas de una personalidad extremadamente sensible que le hizo dar tumbos entre maridos, amantes, hospitales y rodajes hasta su muerte a los 36 años. Adicta a las pastillas, vivía condicionada por un desquiciante pulso con el insomnio: "Anoche volví a pasar despierta toda la noche. A veces me pregunto para qué sirve el tiempo nocturno. Casi no existe para mí, todo me parece un largo y horrible día".



Stanley Buchtahl y Bernard Comment, editores de Fragmentos, escriben: "Algunos de estos textos darán lugar a interpretaciones y comentarios. Pero no hay en ellos nada sucio, ni de baja estofa, nada de cotilleos. Intimidad sin exhibicionismo, medición sísmica del alma". En el prólogo del libro el escritor Antonio Tabucchi habla de una personalidad "intelectual y artística" que ni los biógrafos podían sospechar. "La imagen que Marilyn ha dejado de sí misma esconde un alma que pocos sospechaban. De gran belleza, es un alma que la psicología barata calificaría de neurótica, como se puede calificar de neurótico a todo el que piensa demasiado, a todo el que ama demasiado, a todo el que siente demasiado".



De sus textos mecanografiados cuando apenas tenía veinte años, y en los que describe al detalle sus sentimientos al descubrir la infidelidad de su primer marido, James Dougherty, a los poemas emborronados y extrañamente puntuados de los últimos tiempos. Muchos de ellos, dedicados a su tercer marido, el dramaturgo Arthur Miller. Ella escribe del desamor de un hombre que todavía amaba: "Mi amor duerme junto a mí / en la débil luz -veo su viril mentón / aflojarse -y la boca / de su adolescencia regresa/ con una blandura más blanda/ su sensibilidad temblando / en la quietud / sus ojos tienen que haber excrutado el exterior / maravillosamente desde la gruta de su/ adolescencia -cuando las cosas que no entendía- / las olvidaba/ pero tendrá este mismo aspecto cuando esté muerto / oh hecho insoportable e inevitable / pero ¿preferiría que llegase la muerte / de su amor antes que la suya propia?".



Pero quizá nadie fue más certero a la hora de explicar la tragedia de Marilyn Monroe que el escritor Norman Mailer, quien al preguntarle por el suicidio de la actriz dijo: "Para sobrevivir habría tenido que ser más cínica o por lo menos estar más cerca de la realidad. En lugar de eso era una poeta callejera intentando recitar sus versos a una multitud que le hacía jirones en la ropa".

Muere Tony Curtis, protagonista galán de 'Con faldas y a lo loco'

El actor estadounidense fallece a los 85 años.- Se hizo célebre en películas como Espartaco, Fugitivos o Los Vikingos .
Ha muerto uno de los príncipes del Hollywood dorado.
Según ha confirmado el forense del condado de Clark de Las Vegas, el actor nominado al Oscar en una ocasión, casado en seis, protagonista de clásicos de la talla de Con faldas y a lo loco, Los vikingos o Fugitivos, famoso vividor, temido galán, el actor ha fallecido a los 85 años de edad. Y es difícil evitar pensar en un final sin glamour, swing, cigarrillos, bourbon o mujeres para este Don Juan que surgió de lo más indigno del Bronx.
Porque con Tony Curtis también se va un poco de aquel Hollywood que creaba iconos globales, cambiaba vidas y hacía soñar.




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Con faldas y a lo loco

Fugitivos

Espartaco

El estrangulador de Boston

Trapecio











Bernard Schwartz nació el 3 de junio de 1925 en el seno de una familia de inmigrantes judíos húngaros. Su padre era sastre y toda su familia vivía en la parte de atrás del negocio en el barrio del Bronx en Nueva York. Su madre, esquizofrénica, golpeaba frecuentemente a sus tres hijos y no es de extrañar que el pequeño Bernard encontrara refugio desde muy joven en el cine, en general, y en las películas de Cary Grant, en particular. Un actor que marcaría su forma de ser, tanto en la apariencia física y como en la forma de entender la masculinidad, pero también en su vida. Una de las razones por las que se alistó a la marina fue precisamente ese actor. Y, en parte, por ese actor, lucharía en la Segunda Guerra Mundial llegando a presenciar la rendición del ejército japonés en la bahía de Tokio en septiembre de 1945. "Fue uno de los grandes momentos de mi vida", llegó a decir a este propósito.



A su llegada a Estados Unidos, y espoleado por su indudable magnetismo físico, ingresa en la escuela de interpretación de la New School en Nueva York donde comparte aula con Walter Matthau o Rod Schneider. En 1948 la Universal le hace un primer contrato y empieza su carrera en Hollywood como galán en ciernes en vehículos para su lucimiento como Criss Cross(1949) o Francis(1950) en compañía del otro galán universal, Rock Hudson. Un año más tarde se casa con Janet Leigh con la que estuvo casado 11 años y con la que tuvo dos hijos. Uno de ellos, Jamie Lee Curtis, también seguiría los pasos del padre. Después de Bernard Schwartz, después de tantear James Curtis, nace el fenómeno: Tony Curtis.



En 1953 llega su primer éxito con la película Houdini sobre el famoso ilusionista homónimo. Aunque mientras empieza a labrarse una carrera como actor de grandes dotes físicas, sus ansias por demostrar que también disponía de sutiles dotes interpretativas le llevan a crear su propia productora con la que en 1958 rodaría una de sus grandes películas: Los vikingos de Richard Fleischer junto a Kirk Douglas. Una pulsión, la de demostrar que además de gran hombre era gran actor, que le marcaría toda su carrera. Ese mismo año llegaría su primera y única nominación a los Oscar de Hollywood por su interpretación en la película Fugitivos del realizador Stanley Kramer .



Pero sería en 1959 cuando Curtis protagonizaría la película por que la que seguramente el gran público le recuerde: Con faldas y a lo loco de Billy Wilder . La historia de unos músicos que obligados a escapar de la mafia en el Chicago de la ley seca, deciden travestirse e irse de gira a Miami con una orquesta de mujeres un tanto descerebradas. Jack Lemmon y Marylin Monroe acompañaban al actor en esta película que jugaba sardónicamente con la masculinidad vehiculada por la imagen pública del actor permitiéndose licencias como la de parodiar el acento de Gary Grant en la escena de la playa de esta producción mil veces copiada pero nunca superada. Más tarde, Curtis volvería a jugar al despiste sexual en el Espartaco de Stanley Kubrick y a la autoderrisión con su papel de patético galán en La carrera del siglo (1965) de Blake Edwards.



Después de algunos sonados fracasos como El estrangulador de Boston (1968) y cansado de su imagen de sex-symbol, en los años setenta se refugia en la televisión. Protagoniza, entre otras, la serie The persuaders junto a Roger Moore, McCoy (1975-76) o la longeva Las Vegas (1978-1981). Pero a finales de los ochenta el ocaso de la estrella es cada vez más evidente. Tony Curtis empieza a perder toda la elegancia old-school que le hizo famoso y solo es capaz de llamar la atención del gran público con sus sonados y repetidos matrimonios (y divorcios). El último, una entrenadora de caballos con la que montó una ONG para rescatar a dichos mamíferos abandonados, o violentados, por sus propietarios.



El actor deja hoy una filmografía de más de 100 películas. Un trabajo realizado junto los más grandes de la historia de Hollywood con artistas de la talla de Burt Lancaster, Stanley Kubrick o Marylin Monroe. Y cinco hijos con sus distintas mujeres. También, una fundación para la conservación de la herencia cultural judía en Hungría y unas memorias publicadas en 2008 tituladas: Un príncipe americano: memorias. Aunque, también deja una extensa obra pictórica. Poco conocida pero que resultó ser la expresión artística con la que tuvo más respaldo de la difícil, esquiva y, a veces violenta, crítica especializada. "Nadie es perfecto" decía Jack Lemmon en Con faldas y a lo loco. Tony Curtis tampoco. Y bien gracias.

29 sept 2010

La tierra gira, los hombres siguen haciendo cosas,

La tierra gira, los hombres siguen haciendo cosas, el viento rojo de la tarde arremolina y levanta las hojas del suelo, los álamos ya tienen su temblor casi desnudo, y nosotros nos paramos a mirar, en medio de las avenidas, en los trayectos urbanos del autobús.



Somos tal vez por eso conservadores, por inactivos o gentes que mira, mientras los otros actúan o se acicalan, o pugnan y conquistan, y otros ceden y también se complacen por ello. Nos quedamos atento a la fijeza sobre la mancha vertiginosa de la vida, esas nubes que corren con sus velos de viudas por la faz de la luna.


¿Y para qué, si no es por temor? ¿Por qué nos detenemos si no es por sentir -ah, ya pensada y sentida y adentro de uno- la belleza instantánea que viene, por un momento, a calmarnos la herida del viento, y de los giros del planeta, y de la rotación del tiempo?


Intuimos un gran derrumbe, en unas de las primeras noches del espanto infantil, cuando recorríamos sonámbulos las galerías vacías de la casa al borde del barranco; y nos distrajeron con jardines y ultramarinas de juventud, sólo para que el proceso se perfile con mayor detenimiento y precisión; esta caída, que no es la nuestra.


Que es la caída de la vida en la que cesando nos adentramos para cerrar los ojos completamente.


Publicado por José Carlos Cataño

Por el amor de una mujer - Julio Iglesias