22 sept 2010
La Vida...a veces....
La vida... a veces se mueve a golpes. Como el retumbo de los truenos, ahora que empiezan las lluvias de septiembre.
Estábamos ayer en el bochorno, o hundidos gozosamente en el lecho de un barranco. Y de repente este traspiés, este cambio de estación, los álamos amarilleando con pálido fuego.
Observo al vecino de enfrente que sale a la terraza y mira las nubes con resignación imaginada. Y me parece que todo cuanto hace es así de mesurado, tratando de poner a salvo lo que queda, cerrando los ventanales que han estado abiertos yo diría que desde junio.
¿Pondremos nosotros igual cuidado para que no se astille la porcelana? ¿Descorreremos los visillos con tanto cuidado para que no se rasguen del todo? ¿Y las flores en los floreros? ¿Y la calma en el alma?
De golpe en golpe, y con descarrilamientos incluidos, eso que decimos la vida avanza, y todo lo que en las estelas se columpia todavía un momento, es furia que nos talla los ojos.
Publicado por JOSÉ CARLOS CATAÑO
NO OLVIDAR
NO OLVIDAR
Éramos dos almas que el tiempo floreció
–poesía multicolor de la vida-
prematuramente moldeándolas de dicha.
¿La luz que un día iluminó tu rostro
en austera y eficaz belleza, dónde se halla
ahora, dónde entre la oscuridad del misterio
se trasladó? Todo son sombras en la ciudad
vacilante, en el campo que se espiga y arruina
infecundo. Permanece el oculto al eco de todo
lo sentido, y aunque los cuchillos aún hieran
en noche fría, permanecemos aferrados
fieles a la herida. No se interponen, no logran
el desasimiento completo. Tú allá –inmutable
ideal de fascinante atracción-
donde se conjuran las estrellas; yo aquí
en admiración permanente.
Reconocidos estamos en barahúnda moral,
en tortura de la memoria avocados el uno al otro
–ámbito protector-, a través de lazos inexplicables
de torpezas, que parecen inmovilizarnos.
Experimentar entre muerte y muerte en desliz
lento hacia el encuentro; sentir la mortaja
de lo imperecedero ajustándose a los cuerpos
como el conducto une al astronauta con la nave nodriza;
volver a la suavidad máxima del sentimiento,
a las luces de blancas alboradas y dulces lunas,
sin perdernos, sin relegarnos, sin olvidos…
No volverá
No volverá
como el calor que el pan exhala,
esta mitad ya de tu vida,
no volverá a entibiarte aquella sangre
que ya corrió.
Inhábil como un niño,
tu jaula mal cerrada sus pájaros dispersa;
al viento van tus días,
despedazados aleteos.
Lo que ha sido tu vida,
sobre la tierra ahora tiene menos peso
que la huella de un beso
posada en una frente.
O como una palabra
(menos aún que un beso);
¿y a quién se la dirás?
¿a quién le confiarás que amaste, odiaste,
tuviste un día el tiempo entre tus brazos?
El nombre del pasado no quiere decir nada
si no es para los labios que lo dicen.
Buscarás en el peso del silencio
lo que el presente duramente trenza,
y para tener algo entre las manos,
no dirás «he vivido»,
no hablarás esas sílabas
que conmueven tan fugitivamente al aire...
Tomás Segovia
Verte desnuda es recordar la Tierra,
Verte desnuda es recordar la Tierra,
la tierra lisa, limpia de caballos.
La tierra sin un junco, forma pura,
cerrada al porvenir; confín de plata.
Verte desnuda es comprender el ansia
de la lluvia que busca débil talle,
o la fiebre del mar de inmenso rostro
sin encontrar la luz de su mejilla.
La sangre sonará por las alcobas
y vendrá con espadas fulgurantes,
pero tú no sabrás donde se ocultan
el corazón de sapo o la violeta.
Tu vientre es una lucha de raíces,
tus labios son un alba sin contorno.
Bajo las rosas tibias de la cama
los muertos gimen esperando turno.
Federico García Lorca.
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