Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

20 sept 2010

.ME ESTÁ NACIENDO UN NIDO DE ACERO EN LAS COSTILLAS


.ME ESTÁ NACIENDO UN NIDO DE ACERO EN LAS COSTILLAS



Me está naciendo un nido de acero en las costillas,

lo sé porque los pájaros me asedian la cintura

y encienden por la noche un fuego entre mis muslos.



Parece que el propósito no está muy definido,

o que hay cosas del aire que mi mente no aclara

y quedan en secreto rondándome en el sueño.



Es como si cansados de andar buscando leña

hubieran decidido en un pacto innombrable

buscar en las entrañas ocultas de otra especie.



O como si alertados del dolor pretendieran

hacer un campamento en terrenos de sangre

para que la nostalgia no les ciegue las alas.



Me está naciendo un nido de acero en las costillas

y hay veces que en la cama me acuesto por un lado

para salvar al menos la parte más sensible.



Me está naciendo un nido de acero en las costillas

y el cuerpo se me inclina en varias direcciones

como si ya la boca buscara en los cercados

raciones del forraje que nutre en los inviernos.



Me está naciendo un nido de acero en las costillas,

un sálvese quien pueda de trinos y cigarras.
Jose Miguel Junco Ezquerra

La voz del erial por Miguel Mora


Labordeta fue la voz de una tierra callada.
La voz de Aragón, lugar de miseria, emigración y soledad, tierra baldía y náufraga que con él, que como Buñuel fue un aragonés de mirada muy larga, volvió al mapa por la puerta grande de la libertad.

Miles de personas despiden a Labordeta en Zaragoza
Hasta siempre, compañero y amigo
Amigo Labordeta
Una vida dedicada a las letras, la música y la política
El adiós a la voz del pueblo
Aragón reza, llora y canta a Labordeta
José Antonio Labordeta Subías


Sin mediterráneo ni flamenquería que llevarse a la boca, tirando de pueblos vacíos, viudas, trompetillas y oficios desaparecidos, Labordeta labró con la tosca cólera de la periferia desierta una obra emocionante, un conjunto de canciones de contagioso aliento poético y vindicativo.

Poeta y cantautor, agitador y genial comunicador, resucitó con esa música directa y sin costuras el mejor pasado anarco y libertario de Aragón, y lo puso al día con poemas de una economía y sencillez deslumbrantes.

Desde la nostalgia por los muertos y los vencidos, pero siempre intentando construir un presente distinto, El Abuelo convirtió la derrota de tantos en una educación sentimental y política; era el solista del erial, y por tanto no tenía doblez y era seco y terco, pero jamás se olvidó de la ternura.

Con su chorro de barítono baturro, sus palabras rurales, y unas consonantes que sonaban a portazos abrió inesperados caminos de esperanza.
Esa sinceridad desarmaba a abuelos y adolescentes. Hoy que se ha ido he visto a mi padre, Emilio, comprando de noche sus vinilos en el viejo 'drugstore' de la calle Fuencarral de Madrid. Y la emoción de escucharlos por primera vez, aquella piel de gallina, ese extraño fulgor identitário: "Coño, si resulta que soy aragonés...".

Más allá de eso, Labordeta legó a los huidos, los asesinados y los muertos de cualquier parte una narración lógica, un final decente y más presentable. Su memorable "a la mierda" a los escaños de la derecha incivil fue solo el razonable epílogo a sus canciones y principios.

Su vida cumplida fue también un homenaje a la prematura desaparición de su hermano mayor, Miguel, poeta maravilloso y raro, activista literario, dramaturgo de una sola obra (montó 'Oficina del Horizonte' con Agustín Ibarrrola) y alma de la tertulia del café Niké de la calle Requeté Aragonés, donde expendía carnés de ciudadano del mundo y dirigía la OPI (Oficina Poética Internacional).

Habrá un día en que todos agradezcan a Labordeta los servicios prestados a este país de sordos voluntarios. Entretanto, los jóvenes que no le hayan oído todavía deben saber que hubo pocos cantautores menos plastas que él, porque sumaba a la hondura de sus himnos la gracia irresistible del pop agrícola pirenaico.

Mismamente de 'Evaristo el cuchillero', un juguetillo ejemplar que decía así:

Arremójate la tripa

que ya viene la calor,

que luego en el mes de agosto

no suelta el agua ni dios.

Evaristo el cuchillero

se ha comprado ahora un camión

y pasando el puente en Fraga

desde arriba lo midió.

Los hijos de la María

se han marchao a Nueva York

uno trabaja de negro

y otro de indio en un salón.

Marcelino y la Miguela

se han ido a la emigración,

ahora dicen gutentajen,

aufidersen, chuli jo.

De cien vecinos que éramos

ya solo quedamos dos:

don Florencio que es el amo

y un seguro servidor.

Don Florencio vive en Huesca,

aquí solo quedo yo

con una cabra mochales,

una gaita y un tambor.

Un día cojo la cabra,

la trompeta y el tambor

y me voy a Zaragoza

y que pregone el patrón.

Arremójate la tripa

que ya viene la calor,

que luego en el mes de agosto

no suelta el agua ni dios.

Por qué la lapidación es la peor ejecución


Toda pena capital es digna de condena, pero la que impone Irán añade una humillación y ensañamiento imposible de aceptar .
Safiya Hussaini tenía 30 años en 2001 cuando un tribunal islámico la condenó en Nigeria a morir lapidada por cometer adulterio.
Pocos meses después, en marzo de 2002, la misma sentencia cayó sobre otra joven nigeriana, Amina Lawal . Centenares de miles de personas en todo el mundo firmaron una carta en la que pedían la anulación de la condena de las dos mujeres.
En ambos casos, los jueces revisaron la sentencia y el castigo se anuló. Ocho años después, el caso de la iraní Sakineh Ashtianí ha vuelto a poner en el foco de la atención internacional un castigo, la muerte por lapidación, cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos.
Una forma arcaica y cruel de aplicar la pena de muerte que ha pervivido en pleno siglo XXI y que, para muchos, se ceba con las mujeres.


El Corán no dicta este castigo para el adúltero, sino la tradición

El último caso es el de dos jóvenes afganos apedreados por los talibanes

"Las mujeres son el anillo más débil de la sociedad", dice una activista saudí

Derogar esta pena es una bandera de la modernización del islam
"La lapidación es una práctica que se encuentra en la antigua tradición jurídica judaica e islámica como método de ejecución. Obviamente, hoy gran parte de las personas y gran parte de los países la consideran una forma de tortura bárbara e inaceptable", comenta John L. Esposito, profesor de Relaciones Internacionales y Estudios Islámicos de la Universidad de Georgetown, uno de los máximos expertos en islam de EE UU.

La palabra utilizada por Esposito -tortura- para explicar el rechazo que la lapidación encuentra en las sociedades modernas es la que, según Amnistía Internacional, justifica el lanzamiento de una movilización internacional en su contra, en el marco de la campaña contra la pena de muerte. "Nosotros nos oponemos a la pena de muerte en cualquier circunstancia. Pero en el caso de la lapidación se trata además de una ejecución diseñada para aumentar el sufrimiento de las víctimas", dice Alfred Cerdán, responsable de la campaña contra la pena de muerte de la sección española de la organización. "La pena de muerte siempre es un homicidio cometido a mano del Estado que decide matar a sangre fría violando el derecho a la vida y, en el caso de la lapidación, también el derecho a no recibir un trato cruel y humillante", recuerda.

Para el experto de Amnistía Internacional, no solo la práctica es inaceptable, sino que también lo es su razón: una relación sexual consentida entre dos adultos. "Se trata de una interpretación posterior.
En el Corán la lapidación no está contemplada como castigo para los casos de adulterio", explica Waleed Saleh, profesor de Estudios Árabes en la Universidad Autónoma de Madrid y autor del libro Amor, sexualidad y matrimonio en el Islam (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo). "El Corán sí recoge la condena de muerte para los adúlteros, pero las condiciones que se imponen para que se pueda aplicar son tan rígidas, que es prácticamente imposible", explica Saleh.

Según la tradición jurídica, el condenado a lapidación tiene que ser adulto, casado, musulmán, en el pleno de sus facultades mentales y el adulterio tiene que ser comprobado como tal por cuatro testigos que tienen que coincidir en todos los detalles. "Son tantas las condiciones que es prácticamente imposible la aplicación de un castigo previsto como forma disuasiva.
El problema es que hay muchos que se han desviado de la norma y que quieren aplicar medidas en la que ni siquiera se debería pensar. Y, además, lo hacen con más ensañamiento que los antiguos, que fueron mucho más misericordiosos", añade Saleh, quien considera "necesaria" la campaña contra de la lapidación.

La condena de lapidación por adulterio está prevista en un puñado de países, entre ellos, Irán, Pakistán, Sudán, Yemen y los Emiratos Árabes Unidos y en 12 Estados de mayoría musulmana del norte de Nigeria.
En la provincia de Aceh, en Indonesia, la opción de la ejecución por lapidación se introdujo en 2009. Pero en muchos casos hay una moratoria de hecho. En Arabia Saudí, el último caso remonta a hace más de 15 años. En Nigeria no ha habido noticias de lapidación desde la anulación de la condena de Amina Lawal.
En Irán, pese a que en 2002 se declaró una suspensión, al menos seis personas han sido lapidadas desde 2006, según Amnistía Internacional.

"No se tiene un número cierto de casos en el mundo.
Una de las razones es que hay mucho secretismo en torno a este tipo de ejecución. En muchos casos ha sido practicada por entidades no estatales. Sabemos de casos en Somalia y de un caso en 2007 en el noroeste de Pakistán.
En Afganistán, a pesar de que el número de ejecuciones ha disminuido desde la caída de los talibanes en 2001, hay constancia de al menos un caso en 2005 y de otro hace tan solo unas semanas", explica Cerdán. Se refiere a los dos jóvenes -un hombre de 25 años y una mujer de 19- asesinados por apedreamiento en público por un grupo de insurgentes talibanes en la provincia afgana de Kunduz, en el norte del país.

Uno de los pocos testimonios directos que se conocen de lapidación fue recogido en un informe de Amnistía Internacional, de 1987, referido a una ejecución en Irán. "El camión depositó un gran montón de piedras grandes y pequeñas junto al erial, y luego dos mujeres vestidas de blanco y con la cabeza tapada por un saco fueron conducidas al lugar (...) La lluvia de piedras que cayó sobre ellas las dejó convertidas en dos sacos rojos (...). Las mujeres heridas cayeron al suelo, y los guardias revolucionarios les golpearon con una pala para asegurarse de que estaban muertas". En el Código Penal iraní se especifica la forma en la que debe llevarse a cabo la condena.
Se establece que los hombres tendrán que ser enterrados hasta la cintura mientras que las mujeres hasta el pecho.
Describe además el tipo de piedras que hay que utilizar y que no deberán ser "lo suficientemente grandes como para matar a la persona de una o dos pedradas, ni deberán ser tan pequeñas que no puedan calificarse de piedras".
Un detalle que representa, según los defensores de derechos humanos, la confirmación de la voluntad de infligir más sufrimiento a la víctima y de garantizar que la muerte sea lenta.

"Es una condena cruel y que sigue existiendo por la ignorancia y en sistemas en los que la religión es utilizada como una forma de control sobre las personas.
Cuanto más atemorizas a la gente, más la controlarás", dice Wajeha Al Huwaidar, activista saudí por los derechos de las mujeres, que considera que, a pesar de que se aplica tanto a hombres como a mujeres, la lapidación se ensaña más con las segundas. "Porque son el anillo más débil de la sociedad, es más fácil acosarlas".

¿Está la lapidación orientada contra las mujeres? "En algunos países sí. En el mío, la lapidación se aplica tanto a hombres como a mujeres que han tenido relaciones sexuales fuera del matrimonio.
Aunque es cierto que la situación de hombres y mujeres en nuestra sociedad es muy distinta y esto tiene su influencia", afirma Asieh Amini, una periodista y activista iraní para los derechos humanos que, en 2006, lanzó la campaña Detengan las lapidaciones para siempre.
Según sus investigaciones, hay al menos 14 personas en Irán sentenciadas a morir por lapidación. La activista, que se exilió a Noruega a finales de 2009, dice que si hay diferencias en la aplicación de la condena se deben a que "no hay igualdad de género en la ley de familia; por ejemplo, la mujer no puede divorciarse y un hombre puede tener más de una esposa. Los derechos y la situación no son iguales, aunque la ley que prevé la lapidación sí lo es".

Saif Ben, responsable de Asuntos Culturales del Centro Islámico de Madrid, al que pertenece la mezquita de Omar, la más grande de España y conocida como la mezquita de la M-30 por su cercanía a la carretera madrileña, rechaza que haya diferencias entre hombres y mujeres en el islam y en la aplicación de este castigo.
Reconoce que la lapidación está presente en la tradición jurídica pero que es "casi imposible que se reúnan todos los criterios y los elementos para que haya una pena de este calibre. Esta pena es una medida disuasoria y la legislación islámica interpreta el 0,00001% de duda a favor del presunto culpable.
Esto quiere decir que dicha legislación no está a favor de la pena.
Es una pena que defiende a la persona más débil: un posible recién nacido, el esposo o la esposa engañados que pueden contraer una enfermedad sexual letal por culpa de la fornicación fuera del matrimonio. A estas víctimas, hay que pedirles sus opiniones también".

Ben dice que, para aplicar la lapidación, un Estado tendría "que aplicar todos los derechos que el islam otorga a las personas" y "que hay que considerar el contexto histórico y político en el que se aplica".
Lo que critica es que haya una campaña por un caso particular y cree que la atención internacional por el caso de Ashtianí forma parte de una campaña "islamofóbica" en la que el hecho de que se trate de Irán no es neutral.
Una visión compartida en este punto por Felix Ángel Herrero Durán, consejero de la Federación Musulmana de España, que, por otra parte, opina que la lapidación "es una salvajada que simplemente no pertenece al islam". Por esto, dice, no hay debate en la comunidad islámica. Para Herrero, el hecho de que el caso de Sakineh haya desatado tanta atención es "intencional".

Una posición rechazada totalmente por Nadya Khalife, activista por los derechos de las mujeres en Oriente Próximo de Human Rights Watch: "No he pensado ni un segundo que el caso de Ashtianí haya recibido tanta atención por ser iraní.
Recuerdo el caso de Amina en Nigeria que recibió mucha atención.
Si hay interés por parte de la comunidad internacional es porque es simplemente inaceptable que haya Gobiernos que puedan establecer una moral para sus ciudadanos y castigar este tipo de delitos".

Para la iraní Amini, el interés hacia el caso de Ashtianí se enmarca en el "interés que hay hacia Irán desde las últimas elecciones del año pasado. Tras las elecciones, los medios de comunicación no pueden ignorar la situación de los derechos humanos y las cosas que pasan en Irán. El caso de Ashtianí es uno de los casos".

En un artículo que publicó al lanzar la campaña contra la lapidación, en 2006, Amini explicaba por qué creía necesaria esta movilización: "Sabíamos que aumentar la sensibilización respecto a un asunto como la lapidación en el siglo XXI no consistiría solo en salvar una vida o cambiar una ley, sino que conduciría inevitablemente a que otras leyes draconianas o discriminatorias fuesen examinadas ante el tribunal de la opinión pública".
MARIANGELA PAONE

JAMÁS PERDIDA LA ESPERANZA


ELPAIS.com JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ ZAPATERO
Cuando dejaste el Congreso de los Diputados y, como Presidente del Gobierno pero, sobre todo, como compañero en las Cortes, te agradecí tu labor y tu entrega sincera, estaba dándote las gracias por algo que difícilmente puede explicarse si no es desde el silencio de la admiración verdadera.

El adiós a la voz del pueblo
Aragón reza, llora y canta a Labordeta

Porque, hace ya unos cuantos años, mi querido Labordeta, siendo un adolescente, leí un poema tuyo (o quizás lo escuché cantado por algún amigo, eso no puedo asegurártelo) que evocaba una conversación con tus alumnos del instituto aragonés donde eras profesor de Historia.
Les decías lo que sentí que también podías estar diciéndome a mí entonces: cuando ellos llegaban, cuando nosotros llegábamos, tú ya estabas volviendo.
Y, sin embargo, tus palabras estaban lejos de cualquier rasgo de escepticismo o de la condescendencia que, a veces, la edad se arroga.

Si me impresionaron aquellos versos era porque intuí en ellos la mano amiga de un maestro, de alguien que regalaba su experiencia, que venía a unirse a los que empezábamos a ir, y que lo hacía sin merma alguna de su ilusión y fe en las propias creencias, sino al contrario.

Así te he visto desde entonces, así te he visto en el hemiciclo, distinguiéndote con tu franqueza, con tu pasión, con tus convicciones indeclinables, tozudo y bondadoso. Por eso, la gente te quería tanto, por eso desde ayer se te llora tanto.

¡Cuánto me alegro de que, en vida, y con plena justicia, se te otorgara, en 2009, la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, y, de nuevo, hace apenas unos días, el Ministro de Educación y la Ministra de Defensa del Gobierno de España te entregaran la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio! Sabiduría, pasión, profundas convicciones...

Esos eran algunos de los méritos que se señalaban para premiarte.
Las razones están en tales méritos y en la obligación de ser agradecidos, de reconocer cuánto ha ayudado José Antonio Labordeta a lograr la convivencia madura y pacífica de un país que él recorrió como un peregrino, llenando su mochila de mil y una historias anónimas a las que les daba casa y voz, "atravesando el tiempo".

Alguien me anotó un fragmento de tu pregón en las fiestas patronales de Zaragoza del año pasado.
Lo copio yo ahora, en este día triste que te despide: Vamos a hacer con el futuro / un canto a la esperanza / y poder encontrar tiempos / cubiertos con las manos / los rostros y los labios / que sueñan libertad.

Por ti, por tantos como tú, amigo mío. Como en uno de tus últimos poemas: ...y una lágrima / por lo que nunca fue / aunque jamás perdida la esperanza.

Que la tierra te sea ligera.