Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

20 sept 2010

La voz del erial por Miguel Mora


Labordeta fue la voz de una tierra callada.
La voz de Aragón, lugar de miseria, emigración y soledad, tierra baldía y náufraga que con él, que como Buñuel fue un aragonés de mirada muy larga, volvió al mapa por la puerta grande de la libertad.

Miles de personas despiden a Labordeta en Zaragoza
Hasta siempre, compañero y amigo
Amigo Labordeta
Una vida dedicada a las letras, la música y la política
El adiós a la voz del pueblo
Aragón reza, llora y canta a Labordeta
José Antonio Labordeta Subías


Sin mediterráneo ni flamenquería que llevarse a la boca, tirando de pueblos vacíos, viudas, trompetillas y oficios desaparecidos, Labordeta labró con la tosca cólera de la periferia desierta una obra emocionante, un conjunto de canciones de contagioso aliento poético y vindicativo.

Poeta y cantautor, agitador y genial comunicador, resucitó con esa música directa y sin costuras el mejor pasado anarco y libertario de Aragón, y lo puso al día con poemas de una economía y sencillez deslumbrantes.

Desde la nostalgia por los muertos y los vencidos, pero siempre intentando construir un presente distinto, El Abuelo convirtió la derrota de tantos en una educación sentimental y política; era el solista del erial, y por tanto no tenía doblez y era seco y terco, pero jamás se olvidó de la ternura.

Con su chorro de barítono baturro, sus palabras rurales, y unas consonantes que sonaban a portazos abrió inesperados caminos de esperanza.
Esa sinceridad desarmaba a abuelos y adolescentes. Hoy que se ha ido he visto a mi padre, Emilio, comprando de noche sus vinilos en el viejo 'drugstore' de la calle Fuencarral de Madrid. Y la emoción de escucharlos por primera vez, aquella piel de gallina, ese extraño fulgor identitário: "Coño, si resulta que soy aragonés...".

Más allá de eso, Labordeta legó a los huidos, los asesinados y los muertos de cualquier parte una narración lógica, un final decente y más presentable. Su memorable "a la mierda" a los escaños de la derecha incivil fue solo el razonable epílogo a sus canciones y principios.

Su vida cumplida fue también un homenaje a la prematura desaparición de su hermano mayor, Miguel, poeta maravilloso y raro, activista literario, dramaturgo de una sola obra (montó 'Oficina del Horizonte' con Agustín Ibarrrola) y alma de la tertulia del café Niké de la calle Requeté Aragonés, donde expendía carnés de ciudadano del mundo y dirigía la OPI (Oficina Poética Internacional).

Habrá un día en que todos agradezcan a Labordeta los servicios prestados a este país de sordos voluntarios. Entretanto, los jóvenes que no le hayan oído todavía deben saber que hubo pocos cantautores menos plastas que él, porque sumaba a la hondura de sus himnos la gracia irresistible del pop agrícola pirenaico.

Mismamente de 'Evaristo el cuchillero', un juguetillo ejemplar que decía así:

Arremójate la tripa

que ya viene la calor,

que luego en el mes de agosto

no suelta el agua ni dios.

Evaristo el cuchillero

se ha comprado ahora un camión

y pasando el puente en Fraga

desde arriba lo midió.

Los hijos de la María

se han marchao a Nueva York

uno trabaja de negro

y otro de indio en un salón.

Marcelino y la Miguela

se han ido a la emigración,

ahora dicen gutentajen,

aufidersen, chuli jo.

De cien vecinos que éramos

ya solo quedamos dos:

don Florencio que es el amo

y un seguro servidor.

Don Florencio vive en Huesca,

aquí solo quedo yo

con una cabra mochales,

una gaita y un tambor.

Un día cojo la cabra,

la trompeta y el tambor

y me voy a Zaragoza

y que pregone el patrón.

Arremójate la tripa

que ya viene la calor,

que luego en el mes de agosto

no suelta el agua ni dios.

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