Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

11 ago 2010

Canarias, Paraiso para quién?


El tópico de Canarias hace mención a un Paraíso... Canarias qué te han Hecho o que te hicimos? es el Paraíso del desgobierno y la mirada complaciente de los que asisten a su ruptura. No es facil escribir la situación política de las Islas y menos intentar explicarla. Es un Desprósito en cuanto a Gobernantes, Presidente de la Comunidad Canaria Paulino, ¿Tú que estás haciendo¿ Nuestro Alcalde que por deudas de un pasado no puedo mirar con objetividad. Un Hombre Culto, fue ministro de Cultura con Felipe González, luego Presidente autónomico, ahora es un señor mayor que no está para templar muchas gaitas y aqui hay un concierto de ellas.
Canarias una tierra benevolente con sus habitants, una tierra rodeada de Mar que a veces nos desune. No es solo un archipiélago, es algo más que intentan romper, con ese artificial pleito insular que a veces es provocado, no somos amigos unos de otros, y la mayoría recorremos las Islas de aqui para allá.
Esta última etapa legislativa se caracteriza por el desbarajuste y el desconcierto. Ya resultan muy criticables las medidas que el gobierno central está tomando para intentar hacerle frente a la crisis, pero es que el de Canarias simplemente no se entera, cuando estamos a la cabeza del país en todos los índices económicos negativos. No contentos con eso, se aprovecha la circunstancia para desmantelar los cimientos de la educación y la sanidad públicas.
La ineficacia y la inoperancia del gobierno para defender los intereses de Canarias resultan escandalosas. Cuando más se necesita de los fondos públicos para cubrir las necesidades sociales, a diario nos sorprenden los medios de comunicación con obligaciones judiciales de afrontar indemnizaciones millonarias por errores administrativos: Ahí están los casos de Tebeto, Montaña Rayada, las farmacias...
Nunca el Parlamento canario ha estado más alejado de los problemas reales de la población. El que debería considerarse el Centro Neurálgico de la democracia en las islas, ha de ser también ejemplo didáctico de debate y respeto por el adversario. Pero hace tiempo que se han perdido los modos, y los plenos han acabado por parecer un enfrentamiento entre bandas callejeras, en los que a veces sólo falta que salgan a relucir las navajas. .
Luego está la corrupción. Los que aprovechan el cargo para comportarse como salteadores de tumbas respecto a las arcas públicas con el fin de reventarlas, esquilmarlas y agotarlas en provecho propio y como pago a los empresarios especializados en la rapiña del dinero fácil. Ojalá por una vez se haga justicia, y llenemos con sus huesos Taíche, Tenerife II o el Salto del Negro... Incluso poco castigo parecería por el daño democrático que le han hecho al sistema y la destrucción sistemática de nuestro entorno natural que ello ha significado.
¿Y a todas estas, dónde está la oposición? El principal partido, parece que aún lamiéndose las heridas que le supusieron no haber llegado al gobierno a pesar de haber sido el más votado. Este hecho ha marcado todas sus actuaciones. Pero el tiempo pasa, y alguna vez habrá que ponerse a trabajar...
Aqui la Derecha hace y deshace a su antojo con la arrogacia de los ricos hacia los pobres.
Pero tampoco hace nada ese grupo del Partido más votado que tampoco gobierna, un hombre tranquilo parece, no solo de talante pero Jose Miguel tendría que tener más espíritu de lucha, y que no nos deje en manos de esa Señora que fue alcaldesa una vez y se creyó que era la reina. Algunos poco a poco sacan las uñas pero para qué? porque la prensa Canaria solo habla de catástrofes Pedófilos, Niños perdidos y no hayados, lo que tampoco nos hace un gran favor.

COMPROMISO DE FUTURO


Un monte, un barranco
un eco que desciende de las cumbres...
Sin embargo, que poco sabemos,
Con qué facilidad se nos borran
del corazón los orígenes
y cerramos los ojos
mientras la tierra aúlla trágicamente
entre el océano que la delimita.
Apoya hoy tu rabia en mi ira,
que yo mi pena apoyaré en la tuya,
y caminemos juntos hacia un futuro
para el hecho insular y sus hijos.
Llenemos nuestro espíritu
de este rumor de mares en zozobra
emoción desatada,
quimeras vanas, ilusiones rotas…
Tenemos que estar a la altura
de la isla que ha arrullado nuestros sueños
en la faz de su suelo lávico,
supo despertar los carbones encendidos
de nuestras ardientes pasiones
y lanza con generosidad al aire
la resina que envuelve con su fragancia
el poema que a veces tallo en su piel.
Hemos de responder a su voz dolorida
y que adquiera en nuestro pecho resonancia
para arrojar lejos la posibilidad del vacío.
Untemos con bálsamo de amor sus llagas
hasta trocarlas en flores para el compromiso.
A través de la bruma encontraremos la luz
para traerla a cada rincón de isla destruido,
los pájaros cantarán en la naturaleza repuesta
y el volcán sabrá del amor de sus hijos.

Mi amiga friki y el escritor de best sellers


Mi amiga friki y el escritor de best sellers (1)
La relación con mi amiga friki es un poco extraña. O no. Todo es extraño, o nada lo es, depende del momento.
Apenas tengo nada en común con ella, pero nos llevamos bien, y lo más sorprendente; tenemos muchas cosas de las que hablar.
Hay afinidades difíciles de explicar. ¿Por qué nos cae bien una persona? Más allá de la clase social, ideología (sea esto exactamente lo que sea), intereses o gustos, y equipo de fútbol al que uno sigue, algo misterioso convierte a unos individuos en candidatos adecuados para una charla agradable y a otros en sujetos a evitar.

Mi amiga friki es una entusiasta y también una vehemente y tenemos siempre mucho de lo que discutir, o acabamos siempre encontrando algo de lo que burlarnos entre carcajadas.

Emplea la palabra friki varias veces al día. Me habla de frikis que conoce, o todos los que conoce son un poco frikis, según ella. Yo creo que es friki de tanto usar la palabra, como otros son jodidos, guays, qué pacha o no obstantes o por consiguientes. Me dijo que cuando tenía edad de instituto se parecía físicamente a Urkel, el chaval aquel negro, alto y delgado, algo repelente, de gafas horteras y vestido de forma ridícula, con los pantalones por las canillas, que salía haciendo el gilipollas en una serie.
Ahora no se parece nada a ese Urkel, gracias a una dieta equilibrada y un desarrollo hormonal eficiente. Pero con los años (es joven, mitad de la treintena) ha cogido algo de peso y se nota sobre todo: (1); en los brazos, que son, cerca del hombro, de gran diámetro: (2); en la cintura, dónde se ve (cuando lleva camisetas apretadas o el ombligo a la intemperie) un surco oscuro y profundo que divide la zona del abdomen en dos territorios, cruzando esta frontera justo por el ombligo, como el meridiano de Greenwich pasa por Greenwich: y (3); en los pechos, pues le han crecido de forma extraordinaria y se queja mucho de ellos, aunque destaquen tanto y en principio sean los candidatos principales al estudio obsesivo de algunos pares de ojos que pasan a su lado cada día.
Es muy morena, casi azulado de tan negro el pelo, y aunque tiene alguna cana el peinado le da un aire juvenil y malvado que cuadra perfectamente con su personalidad.
Es como si llevara un libro abierto sobre la cabeza, y le cae un flequillo muy largo que casi le tapa media cara. Destaca de su rostro un par de ojos saltones, casi siempre enrojecidos.

Habla muy rápido y a veces se traba la lengua y la saca exagerando una tartamudez, mientras repite la sílaba problemática. De carácter fuerte y del tipo no me toques las narices.
Defiende lo suyo con rabia y sería el prototipo de persona que en un campo de concentración nazi encontraría la manera de sobrevivir como fuera, convenciendo a los guardias que se metieran ellos en la sala de frituras.
No cree que la tristeza sea algo serio; eso de las depresiones le parecen gilipolleces, mamonerías; lo despacha con bah, bah, bah… como si dijera que con un par de bofetadas arregla las depresiones que se le pongan a tiro.
Es tan del PP que cuando este partido la caga en unas elecciones la encuentro malhumorada y esquiva y me la imagino dándole una patada a un pedrusco enorme del cabreo que coge. Conoce a algunos políticos famosos (le viene de familia), y un día encontró a un ex-presidente de la Xunta por la calle y le pidió explicaciones por la derrota en unas municipales. Y el ex-presidente de la Xunta, que la conoce, se las dio.
Rajoy no le acaba de convencer (le parece un poco meapilas), y en realidad ninguna de las alternativas que los periódicos ofrecen le entusiasma. Está últimamente un poco escéptica y prefiere hablar de otra cosa.
Pero cualquiera vale con tal de que desaparezcan del mapa algunos. Porque odia a Zapatero y a Pepe Blanco, como personas (y es un odio natural, como el de los perros a los gatos), y sólo recordarlos se le hincha una vena en el cuello y fuma echando el humo con mucho disgusto, como si la existencia de tales individuos le afectase de forma muy personal.
Contrae el labio superior en un gesto como de asco y el inferior parece el rompeolas contra el que choca el humo al salir, como disparado de un lanzallamas.

Le brillan los ojos cuando habla de sus libros, de lo que le gusta leer. Y lee mucho (se queda a veces hasta las tantas quemando córnea) pero casi siempre de lo mismo, y es un abismo que nos separa y que nos hace caer en burlas amistosas (o no) el uno del otro.
Le va la ciencia ficción (de la más sumergida y de serie B, la menos conocida por sus bondades literarias), y fantasía, épica, ese tipo de tochos que narran culebrones en mundos pseudomedievales dónde tanto se encuentra uno a un dragón como a un batallón de enanos con superpoderes y las orejas en punta. Hay muchas batallas a garrote o espada, y en campo abierto, entre ejércitos de monstruos y feos en general, así como juramentos y traiciones y amores más o menos románticos, incestuosos y enfermizos.
Habla tanto y con tanto entusiasmo de lo que lee que a la persona no inmunizada con sus vehemencias quizá le entren ganas de perderse en esos mundos, a ver si encuentra una décima parte de la felicidad que mi amiga friki lleva consigo vaya donde vaya.

Su estado natural es el entusiasmo, como ya dije, y dice diooooss… muchas veces, subrayando lo grave de un asunto, o lo sorprendente.
Harry Potter le apasiona, y Tolkien, y ahora está muy pesada con una cosa que se llama Canción de hielo y fuego, y que es un bombazo y en el futuro, dice, va a ser el no va más. Sería como Un señor de los anillos pero para supuestos adultos. Y digo supuestos porque no lo leí; sé lo que me cuenta.
Por volumen de papel estaríamos ante un En busca del tiempo perdido, pues el autor no parece tener freno y quizá tenga que sufrir un infarto cerebral o apoplejía para que le ponga el punto final a la cosa, que ya lleva varios volúmenes.
Son varios libros que narran politiqueos y guerras y aventuras en tiempos de Maricastaña, con muchas espadas y muchos reyes y príncipes que se rebanan los cuellos entre sí y van de aquí para allá usurpando tronos, un poco como en el juego de las sillas.

Eso me cuenta.

Ayer, mientras tomaba algo en una terraza con mi amiga friki, pasó el escritor de best-sellers, al que conozco de vista. Mi amiga dijo: ¡Fulano!

Y él se paró en seco, giró la cabeza y acto seguido, con una sonrisa de tipo peligroso, corrió con los brazos abiertos y los labios en “o” directo a saludar a mi amiga y estamparle dos besos, uno en cada mejilla.

Se queda de pie porque tiene prisa. Lo miro. Me da la mano, un poco como muerta, aunque caliente y muy blancucha. Este tipo es el éxito andante. Es bajito. Un escritor de best-sellers de carne y hueso. Lleva dos, y aparte de pertenecer al género best-seller, quizá hayan sido best-sellers de verdad. Según mi amiga está forrado y sólo se dedica a parir best-sellers.

CONCIERTO


Concierto
Cuando hay concierto el aparcamiento, bastante grande, se llena una hora antes, como si cada persona trajese dos coches. Todo el mundo parece muy apurado, aunque quede media hora y la puerta del auditorio esté a dos minutos.
Salen de los coches ajustándose el cinturón y la camisa y colocándose el jersey sobre los hombros.
Ante la taquilla unos cuántos en fila india y cerca de la puerta un grupo de personas mirando a lo lejos, con cara de preocupación unos, fumando otros con los ojos entornados y la otra mano en el bolsillo del pantalón, como tanteándose los testículos, y conversando la mayoría, muy animados, con la mano en el hombro del que escucha, para que no se escape.
Hay tantas sonrisas que se diría que van o vienen de una orgía.
Y de repente estalla una carcajada; una chica rubia de piel roja y con un tatuaje indeterminado en el brazo se lleva las manos a las rodillas, como si fuese a vomitar, pero se ríe, y se ríe, y después dice en alto algunas palabras con muchas jotas extranjeras y erres que arrastra como si las untara. Es guapa. Quizá por eso se la ve tan sana, por reír alto y bien.


Ya dentro las azafatas van distribuyendo el juego. Pero la mayoría de los que vienen aquí son fijos y ya saben dónde está su butaca, aunque se atascan con mucha facilidad en los pasillos como si quisieran tocarle el culo a las señoras o les gustase rozarse entre ellos un poco.
El público es mayor; hay mucha cana, tanto en barba como arriba, y son en general las canas más pensantes de la ciudad; arquitectos, economistas, catedráticos, y la mayoría colaboradores o altos cargos de alguna administración (o de todas).
Saludan a todo el mundo y luchan entre ellos por ser los más simpáticos, poniéndose a los pies de sus respectivas señoras, que esconden las tetas un poco ajadas bajo los abrigos de piel de algo noble.
Vemos muchas bocas muy cerca de otras orejas, y vemos que las orejas, muy concentradas, mantienen el dedo sobre el mentón, como reflexionando sobre lo que le dice la boca, y miran al escenario pero sabemos que ven otra cosa, quizá contratos millonarios y un futuro acojonante y a todo eso dicen que sí moviendo la cabeza arriba y abajo.
Nos parece que ahora, en estos minutos previos, se resuelven los verdaderos problemas de este mundo (y unas cuantas urbanizaciones), pero el tiempo da para poco y ya sale el director, esta vez un húngaro vestido de pies a cabeza de director de orquesta. Todo el mundo aplaude y acaban los últimos murmullos, aunque quedan siempre unas señoras un poco sordas y buchonas que no se enteran y siguen con su desparpajo hasta que se dan cuenta que las luces se apagaron y todo el mundo de alrededor las mira.


Cuenta el director con una joroba en la parte izquierda que da grima porque parece que quiere encaramarse al hombro y no puede. El faldón de la chaqueta se le levanta un poco. Da la impresión que la joroba sufre y tenemos ganas de colocarla bien, darle un pequeño empujoncito para que llegue a la cima.
De la primera parte no podemos decir que esperemos mucho (Concierto para violín de Beethoven), pues será el momento de un violinista caucásico muy famoso, como una especie de Ronaldinho de los violinistas, pero que al narrador ni le suena y al parecer es tan rápido que en algún momento perderemos de vista el brazo que maneja el arco y uno se sentirá raro y hasta deprimido, quizá, porque a veces se deprime uno por cosas sin mucho sentido.


Sale el solista. Aplausos. Empieza la música. El solista espera de pie, con el violín y el arco agarrado por el mástil, y recordamos la famosa greguería de Ramón, cuando compara el violín así cogido con un bebé agarrado por los pies, recién parido. El virtuoso es alto, cuadrado, con unos mocasines que le hacen unos pies muy pequeños.
Lleva un pañuelo en el cuello, y el aspecto es el de un aristócrata en el salón de su castillo, con una copa de coñac y al lado de una chimenea. Es grande como un portero de discoteca y tiene un mentón muy desarrollado y saliente como el de los héroes de algunos dibujos animados.
Espera y pone cara de concentración, cerrando los ojos, mirando al suelo, al techo. De vez en cuando echa una mirada furtiva al público, para sopesar el ambiente. Aún no le toca dar el callo. A veces parece que se queda dormido y cuando la orquesta ataca
abre los ojos de repente, como si volviese de otro planeta.


Empieza su recital y parece que quiere aplastarse el violín contra el hombro, y es tanta la fuerza que parece que pone en el asunto que todo el mundo lo observa con cierto gesto de angustia, pues temen que le salten unas cuerdas y le latiguen un ojo.
Acaba lo suyo y se aplaude durante diez minutos casi seguidos, con breves interrupciones, pues cuando ya se acaba el aplauso vuelve a salir al escenario haciendo muchas reverencias y echando besos al público, y los espectadores, otra vez, como acordándose de lo figura que es el solista aplauden hasta que se va por un lateral con un ramo de flores en una mano y el violín en la otra.