¿No aventuraba yo que pronto lo vería en la calle? Me refería entonces y ahora a un ex-político convergente cuya imagen, de chorizo esposado, causó cierto revuelo en la sociedad cívica del país.
Creo recordar que le ofrecieron un homenaje, estando todavía en la cárcel, e incluso se escribió un libro en su defensa.
Hace una rato, con traje de Gales como marcan los cánones, estaba de pie con los brazos apostados sobre los hombros de una familia, en la terraza de *. Campechano, atezado el rostro, tan ancho como siempre, parecía que, como ayer las pijamemas, estuviera esculpiendo con carcajadas y exclamaciones sus anécdotas vacacionales en Formentera.
Y en esto que en dirección contraria avanzaba el otro... El otro es ya un veterano de estos alrededores; un veterano en delincuencia con libertad provisional desde hace tal vez una década.
Un día entró en la farmacia y el gramaje del ansiolítico que solicitó nos compadecía. Éste almuerza solo, en un reservado del citado *, y si se le mira a los ojos, los baja. La cara de pobre diablo con el susto en el alma le viene de nacimiento.
Estos dos son de un bando, en el que continúa el goteo de encausados y presuntos. En el otro bando, el goteo es el mismo. Unos y otros ocupan cargos en ayuntamientos, diputaciones, y en el gobierno autónomo.
Ya lo dijo el cínico del 3%, en el momento cumbre de su cobardía y de su incapacidad como político, que unos se cobraban aquella cantidad en comisiones urbanísticas, a sabiendas de que el porcentaje era mayor y que se daba igual entre los suyos.
¿Será que el litoral incita a la corrupción? Bueno, también han destruido el interior, los aledaños de las altas montañas, cada palmo de tierra con el que puedan obtener ganancias. Y nadie se hace responsable.
¿Hablaría de esto Amiel en sus diarios? ¿Y Leáuteaud? ¿Cómo podríamos estilizarlo para que no se quedara en anécdota local, en color local?
Y pensar que hasta no hace mucho el diario del señor conde pregonaba, con su recién estrenado y rampante patriotismo, que la corrupción cundía en España y Cataluña era una excepción...
Publicado por JOSÉ CARLOS CATAÑO
26 jul 2010
GIMLET UN CÖCTEL DE NOVELA NEGRA
Denis Duarte, de riguroso negro y muy serio, prepara el Gimlet de espaldas y con precisión. Con 2/3 de ginebra y 1/3 de jarabe de lima, preferiblemente de la marca Rose's este cóctel se hizo famoso por ser el favorito de Philip Marlowe, el detective creado en 1934 por Raymond Chandler al que dio vida en la gran pantalla Humphrey Bogart.
Ubicada en el número 24 de la calle Rec, en el barrio del Borne de Barcelona, la coctelería Gimlet nació bajo los auspicios de Juan Ramón Falces y Javier de las Muelas en 1979. El segundo abrió su propio local, el Dry Martini y otro Gimlet en la zona alta de la ciudad. Falces se quedó con el original, que esconde, tras las puertas blancas y las cortinas, un viaje a la literatura negra de los años cuarenta.
La barra de madera caoba oscura, la decoración austera y la luz tenue dejan a los cócteles como únicos protagonistas, en especial el elegante Gimlet. "El truco está en servirlo frío como el hielo", explica Denis- que se formó aquí mismo hace cuatro años- agitando enérgicamente el vaso mezclador durante unos diez segundos.
"Hay que bebérselo rápido para que no suba de temperatura", indica tras colocarle una guinda verde en el vaso de cóctel previamente enfriado. La mezcla brilla. El zumo de lima azucarado suaviza el trago seco, ácido y penetrante. Para tipos duros.
Suena jazz, como no podía ser de otra manera, y a las siete de la tarde no hay ni un alma en el local. Hacia las ocho empieza a entrar más clientela, gente joven y de aire intelectual que pide un trago antes de cenar en alguno de los restaurantes de moda del barrio del Borne. Por la noche, el pequeño local se llena.
Una de Tangos con el Cigala
Un desafío. Un estímulo. Ese disparo de adrenalina que Diego El Cigala parece estar anhelando para ponerse en marcha.
En El cantor de tango, el escritor Tomás Eloy Martínez cuenta cómo un estudiante extranjero viaja a Buenos Aires con el afán de encontrar a un legendario cantante de tango.
Hasta allí se fue El Cigala a grabar su último disco. Y no cualquier cosa: uno de tangos, ante los mismísimos porteños, y en un templo como el teatro Gran Rex de la calle Corrientes. Cigala & Tango, que se puso a la venta en junio con EL PAÍS, despachó la asombrosa cifra de 75.000 ejemplares en una semana.
El sobrino de Rafael Farina se quedó con aquellas canciones que hacen daño
El cantaor flamenco no se dejó la piel, a la espera de plazas que le motiven más
Diego Ramón Jiménez Salazar hizo una entrada a lo grande: traje blanco, camisa negra y zapatos como un espejo, el vaso largo con el refresco de naranja y ron en la mano y una última calada al cigarrillo, antes de abrir con el tango Garganta con arena. Juanjo Domínguez, el primero de los dos invitados argentinos en dejarse ver, le preparó el camino con su guitarra para El día que me quieras, de Gardel y Le Pera. Hace 75 años -el 24 de junio- que el morocho del Abasto murió en un accidente de aviación en Medellín.
Y a este morocho madrileño, nacido en una corrala de la Ribera de Curtidores, se le escucha ahora cantar "acaricia mi ensueño el suave murmullo de tu suspirar".
Tras los boleros y sones -hubo un antes y un después del disco con Bebo Valdés Lágrimas Negras- es hora de tangos. De sus tangos, habría que decir. Al fin y al cabo, el tango, como el flamenco, es lamento del alma. Pena de amor que se desahoga cantando. Durante meses, el sobrino de Rafael Farina se hartó de rastrearlos por YouTube. Y, probando canciones, se quedó, como dice, solo con aquellas que hacen daño. Son esas las que cantó en Cartagena, en el estreno nacional de Cigala & Tango, que tiene previsto presentar mañana en Barcelona (Gran Teatre del Liceu) y el día 31 en Madrid (Escenario Puerta del Ángel).
Nestor Marconi manejó con alma de orquestador un bandoneón conmovedor. Acaricia ese fuelle con el que estuvo en la orquesta de Salgán o acompañó al gran Goyeneche, y por el que Víctor Erice le eligió para rodar la escena del pasodoble en la película El sur y Carlos Saura para participar en Tango.
A propósito de cine, El Cigala pone voz, en el doblaje español, al seductor latino en el que el oso de peluche Lotso convierte al pobre astronauta Buzz en la celebrada Toy story 3.
Marconi y Domínguez flanquearon al madrileño en Niebla de riachuelo, tango de Cadícamo y Cobián que El Cigala grabó con Bebo. ¡Y qué difícil es cantarse Alfonsina y el mar después de Mercedes Sosa! El Cigala evita la trampa de la comparación viajando por otros registros sonoros y emocionales.
Pero nunca dio sensación de dejarse la piel en el envite. Cumplió quizá a la espera de plazas que le motiven más o en las que se sienta más cómodo tras el necesario rodaje del espectáculo. Ya con sus habituales, y más suelto, ofreció el bolero Dos gardenias, recibido con alborozo y puente hacia América que tomaron con muchas ganas los colombianos de La 33. Es la vieja salsa de Nueva York, la de dos trombones y bajo omnipresente, que Willie Colón fue cocinando para Héctor Lavoe o Rubén Blades, y que se convierte en bogotana o de la montaña, como ellos la llaman.
La 33 es una de las agrupaciones -Aterciopelados, Totó la Momposina, Bomba Estéreo...- que han protagonizado esta 16ª edición de La Mar de Músicas, dedicada a Colombia, y que ha tenido una asistencia media a los conciertos de más del 90%. Con momentos para el recuerdo protagonizados por Melody Gardot, Hindi Zahra o la orquesta Poly-Rythmo. La próxima edición ya tiene país protagonista: Ciao, Italia.
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