¿No aventuraba yo que pronto lo vería en la calle? Me refería entonces y ahora a un ex-político convergente cuya imagen, de chorizo esposado, causó cierto revuelo en la sociedad cívica del país.
Creo recordar que le ofrecieron un homenaje, estando todavía en la cárcel, e incluso se escribió un libro en su defensa.
Hace una rato, con traje de Gales como marcan los cánones, estaba de pie con los brazos apostados sobre los hombros de una familia, en la terraza de *. Campechano, atezado el rostro, tan ancho como siempre, parecía que, como ayer las pijamemas, estuviera esculpiendo con carcajadas y exclamaciones sus anécdotas vacacionales en Formentera.
Y en esto que en dirección contraria avanzaba el otro... El otro es ya un veterano de estos alrededores; un veterano en delincuencia con libertad provisional desde hace tal vez una década.
Un día entró en la farmacia y el gramaje del ansiolítico que solicitó nos compadecía. Éste almuerza solo, en un reservado del citado *, y si se le mira a los ojos, los baja. La cara de pobre diablo con el susto en el alma le viene de nacimiento.
Estos dos son de un bando, en el que continúa el goteo de encausados y presuntos. En el otro bando, el goteo es el mismo. Unos y otros ocupan cargos en ayuntamientos, diputaciones, y en el gobierno autónomo.
Ya lo dijo el cínico del 3%, en el momento cumbre de su cobardía y de su incapacidad como político, que unos se cobraban aquella cantidad en comisiones urbanísticas, a sabiendas de que el porcentaje era mayor y que se daba igual entre los suyos.
¿Será que el litoral incita a la corrupción? Bueno, también han destruido el interior, los aledaños de las altas montañas, cada palmo de tierra con el que puedan obtener ganancias. Y nadie se hace responsable.
¿Hablaría de esto Amiel en sus diarios? ¿Y Leáuteaud? ¿Cómo podríamos estilizarlo para que no se quedara en anécdota local, en color local?
Y pensar que hasta no hace mucho el diario del señor conde pregonaba, con su recién estrenado y rampante patriotismo, que la corrupción cundía en España y Cataluña era una excepción...
Publicado por JOSÉ CARLOS CATAÑO
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