26 jul 2010
STOP
Cuando me alzan la mano solicitando mi servicio, pocas veces me equivoco sobre la clase de persona que va a entrar en el taxi. Lo que me sorprende realmente es cuando me llevo el "patinazo" para bien o para mal.
De cualquier forma siempre te puede sorprender una persona gratamente, depende de su tiempo y circunstancias.
Muchas veces me han hecho recapacitar, reflexionar sobre lo auténtico y lo maravilloso que es vivir un día más... Pero también provocaron un acelerón para pasar el último semáforo y no soportale ni un minuto más a mi lado. A veces pasa.
Esos cinco o siete minutos que dura una carrera, son especiales. Si te quedas mirando demasiado rato, como sorprendido, es posible que te confundan con un novato. Es muy importante para mí cambiar el chip; comportarme amablemente y estar atento sin descaro, entonces el efecto boomerang se encarga de lo demás.
Hoy acabo de llegar agotado, pero desde por la mañana puedo asegurar que lo mejor ha sido el trato con los clientes. Me dieron los buenos días y no pocos gratificaron mi labor, a pesar de la que está cayendo.
Hace un rato me dijo una clienta que no trabajase demasiado.
Los chicos que dejé en el Paseo se enrrollaron un montón con sus bromas agradables y sanas.
Eso sí,me gustaría no estar tanto pendiente y en tensión, sobre la rentabilidad del día en curso. Pero eso sería pedir demasiado y quizás perdiese disciplina... o nó?
Ser sincero con vosotr@s me diferencia del resto, por si no lo habíais observado.
Y la sinceridad alarga la vida. Lo que yo te diga.
Mi corazón, mi vida, mi sangre enarbolada... "
Mi corazón, mi vida, mi sangre enarbolada,
bajo esta noche hosca, tumbada como un perro,
te busca para siempre, honda huella del llanto,
para estrechar tu alma estremecida y pura
contra este pecho mío tan grande como el mundo.
Quiero tenerte aquí, quiero hundir tu tristeza
con el hacha amorosa de mi ardiente alegría.
Quiero, como una llama, arrancarte la duda
y probar que el dolor nos enseña la herida.
Mi amor no muere nunca, pero renace siempre.
Esta noche se ha alzado con la verdad desnuda
como una espada inmensa cuando sueña en la muerte
aferrándose al puño que conduce su vida.
Tú calmarás mi fiebre, yo beberé en tus manos,
me miraré en tus ojos cuando encontrarme quiera.
De cada día haremos un corto paraíso,
una conquista nueva arrancada al vacío.
Serán cortas las horas, los meses y los años
para tanta hermosura en esta dicha altísima...
Aquí estoy, en la noche, llorando como un niño,
frágil cuerpo de hombre que estremecido espera.
Alrededor de ti crezco como la hierba
junto a la encina clara que le presta su sombra.
Porque en tu sombra habito y para ti me alzo,
corazón, hacia arriba, sangre mía cimera,
en busca de tu tierna delicadeza fresca
que en un talle dulcísimo se me entrega ofrecida.
No quiero más, me basta, se me sosiega el ímpetu.
Como el agua a la mano me ciño a tu presencia
y te mojo la entraña de amor inexpresable.
Quiero vivir amándote, quiero morir contigo,
quiero que nuestras sangres circulen paralelas
asta que nuestros cuerpos se pudran en la tierra.
José Luis Hidalgo.
Un cuento Chino
"En la aldea china de Pou vivía una abuela con sus dos nietos huérfanos. Su casa estaba situada a las afueras de la aldea, en un paraje precioso rodeado de árboles centenarios.
Un día al atardecer envío a sus dos nietos con una carretilla a la aldea para la compra de víveres. Los dos muy contentos, por la confianza que su abuela había depositado en ellos, salieron con la bolsa del dinero andando por el sendero. Al llegar al puente vieron un pobre anciano que les preguntó a dónde iban. Les aconsejó, por lo tarde que ya era, que fueran por un atajo. Dándole las gracias se internaron por el atajo y a los pocos metros dos bandidos, hijos del pobre anciano, les robaron el dinero, la carretilla y la ropa.
Llenos de vergüenza, de rabia y miedo regresaron a su casa y le contaron a su abuela lo sucedido. Ésta les habló en tono sereno, los calmó, les dio de cenar, y los acostó dándoles un beso en la frente.
Antes de salir por la puerta del dormitorio le pregunto a uno: ¿tú Xan, qué has aprendido de esto?. Yo, abuela he aprendido que no nos podemos fiar de los viejos porque siempre nos engañan.
Sonriéndole le dijo: te equivocas, yo soy una anciana y jamás te he engañado.
Mirando al otro nieto repitió la pregunta: ¿y tú Pu, que has aprendido?. Yo, abuela he aprendido a esperar lo inesperado.
Buena respuesta, dijo, y mirándolos con profundo amor, les sonrió, les sopló un beso, apagó la candela de la chimenea y cerró la puerta."
Un día al atardecer envío a sus dos nietos con una carretilla a la aldea para la compra de víveres. Los dos muy contentos, por la confianza que su abuela había depositado en ellos, salieron con la bolsa del dinero andando por el sendero. Al llegar al puente vieron un pobre anciano que les preguntó a dónde iban. Les aconsejó, por lo tarde que ya era, que fueran por un atajo. Dándole las gracias se internaron por el atajo y a los pocos metros dos bandidos, hijos del pobre anciano, les robaron el dinero, la carretilla y la ropa.
Llenos de vergüenza, de rabia y miedo regresaron a su casa y le contaron a su abuela lo sucedido. Ésta les habló en tono sereno, los calmó, les dio de cenar, y los acostó dándoles un beso en la frente.
Antes de salir por la puerta del dormitorio le pregunto a uno: ¿tú Xan, qué has aprendido de esto?. Yo, abuela he aprendido que no nos podemos fiar de los viejos porque siempre nos engañan.
Sonriéndole le dijo: te equivocas, yo soy una anciana y jamás te he engañado.
Mirando al otro nieto repitió la pregunta: ¿y tú Pu, que has aprendido?. Yo, abuela he aprendido a esperar lo inesperado.
Buena respuesta, dijo, y mirándolos con profundo amor, les sonrió, les sopló un beso, apagó la candela de la chimenea y cerró la puerta."
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