Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

4 jul 2010

VELO INTEGRAL


El 30 de junio publicaba EL PAÍS una entrevista a la única mujer de Cunit que usa velo integral, tras la aprobación del veto a su uso en los edificios públicos de esa localidad. Me parece muy clarificadora, sobre todo para aquellos que defienden la libre elección y voluntad de la mujer a su uso.
Tras declarar su marido, ya que ella no entiende castellano (solo lleva nueve años en España) que tendrá que cambiar el burka por gorra y gafas de sol, él, muy democrático, zanja que la "ley hay que cumplirla, pero la mujer debe ir tapada". Está claro que detrás de una mujer con velo, siempre hay un hombre que, de una u otra forma, la obliga a llevarlo.

Burbujas de una mente asfixiada


Al notar su llamativa ausencia en el cortejo de tantas caras conocidas, comprendió que el muerto era él.

La noticia en otros webs
•webs en español
•en otros idiomas
El terrorista que ascendió al paraíso descubrió, contrariado, que las vírgenes llevaban 'burka'

El único frac que no aborrezco es el del Cobrador. El día que se presente con él y el cómputo de mis deudas le seguiré sin rechistar.


Nada peor que morir en la vanagloria del reconocimiento y su séquito de honras fúnebres y discursos altisonantes. Mejor abandonar la insignificancia de nuestro planeta con la conciencia neta del propio fracaso y el de la humanidad entera por obra de una mal planeada Creación.


Atrapado en un cuerpo pequeño y deforme, el discapacitado agradecía diariamente en sus preces la infinita bondad del Señor.


Al inmolarse en un atentado suicida del que fue la única víctima, el terrorista que ascendió al paraíso descubrió, contrariado, que las vírgenes de ojos negros y abundante cabellera con las que había soñado llevaban burka.


Que feia Deu avans la Creació? Qu'est-ce qu'il faisait Dieu avant la Création? Las respuestas de Llull y de Pascal no aclararon la pregunta. Prefiero las más recientes de un equipo de científicos estadounidenses especialistas en física cuántica: permanecía recostado en un diván, tocando la mandolina, con la vista perdida en la infinitud de su futura obra.


Primero fui yo, luego yo y mi cuerpo. Ahora soy el inquilino de este, convertido en un hábitat cuyo costoso alquiler aumenta en proporción directa a las carencias y al deterioro de sus instalaciones y servicios.


La actual proliferación de vídeos de contenido sexual en la Red protagonizados por jefes de Estado, ministros y autoridades de medio mundo, con el consiguiente escándalo y desprestigio de los intereses y de los suyos, aconseja exigir a todos los miembros de la clase política y a quienes aspiran a ingresar en ella la participación previa en el rodaje de un porno duro con profesionales de los dos sexos a fin de blindar su carrera y evitar el oprobio de un odioso chantaje por desaprensivos internautas al servicio de sus adversarios.


La noticia cayó como una bomba, pero pronto fue desmentida por el Vaticano. El Sumo Pontífice y los cardenales de la Curia habrían aceptado la castración voluntaria ante las cámaras en prueba de su firme sostén al celibato eclesiástico y a fin de poner coto a los escándalos que sacuden sus filas y a otros pecados gravemente contrarios a la castidad como la fornicación extramatrimonial y la reprobable extensión de conductas impropias a causa del relativismo moral de un laicismo mal entendido y espiritualmente depredador.


Parafraseando a mi admirado Lencadio Doblado, nada hay menos popular que los llamados partidos populares. Díganlo si no Trillo, Fabra y otros miembros conspicuos de la flor y nata de nuestra castiza popularidad.


En estado de somnolencia, tuve una tele-visión. Un ángel descendía del cielo para ofrendar al santo Job valenciano un nuevo e impecable traje de la conocidísima marca Gürtel en premio a su honradez y a su entereza frente a las patrañas de la prensa laica y mendaz.


Como el rayo de sol que atraviesa el cristal sin dañarlo, así concibió María por obra del Espíritu Santo, decían los buenos tutores de almas tiernas que me adoctrinaron. La "carrera del espermatozoide divino respetado por los linfocitos, aclamado por los anticuerpos, hasta su llegada triunfal al óvulo conturbado" descrita por Fernando Montaña Lagos en Adiós a dios (www.adiosadios.com) me parece una secuencia más amena y próxima a la verdad.


Desplazamiento de la cámara que filma los rostros de los futbolistas alineados en el estadio mientras los altavoces transmiten los compases del himno nacional: todos reflejan la emoción y grandiosidad del momento; algunos murmuran su letra inaudible como una plegaria íntima; otros se llevan la mano al pecho en prenda de sacrosanto fervor. De cuantas musiquillas patrióticas he escuchado a lo largo de mi vida, la única que me agrada es la de Riego. Su charanga no es pomposa sino festiva y verbenera. Le puedes cambiar la letra por la de La canción del pirata de Espronceda y bailar con ella agarrado o agarrada, como hicieron los okupas del Colegio Universitario de España durante las gloriosas jornadas del Mayo francés.


Si Mozart resucitara sería Messi. Me pregunto quién será Messi dentro de dos siglos y pico si todavía subsiste, con los consiguientes estragos, la especie más bien inhumana a la que pertenecieron los dos.


El pequeño y convulso planeta en el que habitamos lleva, como todo producto manufacturado, fecha de caducidad. Esta figuraba en el envase pero el paso del tiempo la borró.


Mi reino no es de este mundo, dijo Jesús. Mi mundo no es de este reino, rectificó Bergamín. Su Antigüedad Benedicto reafirma solemne su pertenencia a los dos.

Juan Goytisolo

MANUEL VICENT El árbitro


Se ha dicho que el partido de fútbol ideal es aquel que se gana con un penalti injusto fuera del tiempo reglamentario.
El error constituye la esencia de este deporte, generalmente aburrido, que utiliza la mayor parte de los noventa minutos de juego en un insulso peloteo en medio del campo, carente de emoción. Solo el error clamoroso del árbitro es capaz de encender el fuego en las gradas, que al día siguiente llenará de disputas, de burlas y de gritos las oficinas y las barras de los bares.
Aparte de esto, es el único deporte que muestra ante el público el vigor de un veredicto inapelable.
En la vida ordinaria cualquier acción ante la justicia tiene posibilidad de recurso. El delito tiene mil formas de escabullirse o de aplazar la sentencia y el agravio puede tardar años en ser reparado.
Solo en el fútbol sucede un hecho ejemplar. A estos futbolistas de élite, divos multimillonarios con novias espectaculares, con escudería de ferraris y maseratis, miles de fanáticos que les piden autógrafos y niñas adolescentes que se arañan el rostro al verlos de cerca y se agolpan para arrancarles los botones y llevárselos de recuerdo, he aquí que un árbitro, ante una simple protesta, les muestra la tarjeta roja, les manda a la caseta y ellos agachan la cabeza y obedecen.
Solo en el fútbol sucede que el acta redactada por el árbitro, en general, sea la primera y última instancia acatada por las autoridades deportivas.
De otro lado, el árbitro concierta todas las iras del público y asume los insultos, blasfemias y desplantes que el subordinado no puede lanzar contra su jefe en la oficina o en la fábrica.
Cuantos más errores cometa el árbitro más limpios y purificados por dentro salen del campo los espectadores al final del partido.
Me gustaban más los árbitros cuando vestían de negro. Ese atuendo era más acorde con el efecto expiatorio que tienen atribuido por la sociedad.
Hay partidarios de introducir la tecnología en el terreno de juego, pero si el fútbol es un deporte todavía excitante se debe al elemento irracional que introduce el árbitro con esa sensación de que su error en el penalti puede desencadenar un cataclismo en el universo.
No hay nada más ejemplar que esta justicia expeditiva: error, tarjeta roja y a la calle. Atrévase usted a hacer eso con su jefe.

3 jul 2010

Atajo innombrable


Ensimismada y vestida de semblante hipócrita recibirá aplausos. Admiradoras pesadas se abalanzarán sobre ella para aclamar su sonrisa, sus palabras, su atención. Se dejará hacer —como siempre—, sintiendo las caricias danzando alrededor de su narcisismo. El esplendor llenará las pálidas mejillas de un rubor fingido, de ovaciones enardecidas, de baile traicionado y de bostezos aburridos.
Y desde esta vista de pájaro, ahíta de mediocridad y turbada de espanto, prometerá en vano extinguirse, dejar de ser, dar a luz lo no descrito, mirar fijamente, observar lo no observado y descubrir —mientras camina en la oscuridad—, aquello que nadie percibe. Y en este exceso sincero continuará representando la comedia de su vida para enjaularse dentro y no permitir que la aborden. Y aún así, la leerán atentamente y entonces, dejará de escribir. Al menos, eso cree...