3 jul 2010
Atajo innombrable
Ensimismada y vestida de semblante hipócrita recibirá aplausos. Admiradoras pesadas se abalanzarán sobre ella para aclamar su sonrisa, sus palabras, su atención. Se dejará hacer —como siempre—, sintiendo las caricias danzando alrededor de su narcisismo. El esplendor llenará las pálidas mejillas de un rubor fingido, de ovaciones enardecidas, de baile traicionado y de bostezos aburridos.
Y desde esta vista de pájaro, ahíta de mediocridad y turbada de espanto, prometerá en vano extinguirse, dejar de ser, dar a luz lo no descrito, mirar fijamente, observar lo no observado y descubrir —mientras camina en la oscuridad—, aquello que nadie percibe. Y en este exceso sincero continuará representando la comedia de su vida para enjaularse dentro y no permitir que la aborden. Y aún así, la leerán atentamente y entonces, dejará de escribir. Al menos, eso cree...
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