Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

12 jun 2010

Cuando Kafka vino hacia mí


Cuando Kafka vino hacia mí, de Hans-Gerd Koch (ed.)
Kafka comía espinacas, era vegetariano y sionista, las troncas no le arrebataban el estro como al resto de los mortales: él era inmortal, distinto, con el pelo muy negro.

Un señor con el pelo muy negro comiendo espinacas: he ahí al genio.

Cuando Kafka vino hacia mí va, como se nota, del menú de Franz y de sus peluquerías; también un poco de los trajes que se ponía y de esas novias que le aguantaban lo insípido; pero sobre todo va del menú de Franz y de sus peluquerías, en Praga.

Un señor, Hans-Gerd, tuvo la pillante idea de escribir una carta a decenas de personas que trataron con el gran escritor del siglo XX. En ellas les solicitaba que a vuelta de correo le contaran qué recordaban de Kafka. Compañeros de estudios, amigos íntimos, la criada de su casa familiar (espinacas), editores y algunos viandantes avispados testimonian para nuestra curiosidad insaciable. ¿Cómo era Kafka? Queremos saberlo todo de Kafka. Queremos saberlo todo de un tipo totalmente... normal.

Acojonante.

La farmacéutica de Praga se llamaba Fanta: eso también hay que anotarlo. En su botica se juntaba la crema de la ciudad para leer prospectos de jarabes y meterse aspirinas en la boca (lo que hoy día se conoce como "crítica literaria"). Einstein también iba. Eran todos judíos y se inventaron un montón de medicamentos (lo que hoy día se conoce como "literatura centroeropea"). Berta Fanta me pone mogollón. Me la imagino dándoles friegas a todos esos genios, y supositorios.

Contemplación fue el primer libro publicado por Kafka. En la librería que él frecuentaba se vendieron 11 ejemplares. 10 los compró él mismo (sic!).

La traductora incluye un homenaje a Vassili Grossman, muy sutil. Página 170: "...bosques cubiertos de nieve invernal...". Muy sutil.

Por lo demás, un libro que recomiendo, no por Kafka, que es un coñazo, sino por el experimento socioliterario que supone el volumen: muchas personas diciendo cosas, confundiendo fechas (notas al pie nos lo revelan), confundiendo direcciones postales e inventando su propio Kafka.

Sólo coinciden todos en dos cosas: una, que Kafka tenía el pelo MUY negro, y dos, que le dejaron a Kafka un día algo que ELLOS habían escrito y que Kafka se lo devolvió diciéndoles que era maravilloso. Le dabas tus poemas a Kafka y SIEMPRE le parecían maravillosos. A esto, posteriormente, también se lo ha denominado "crítica literaria".

Kafka y Fanta, la modernidad.

Razones Ocultas


Lo que sucedió exactamente aquel día -el otro día- en la playa de Taganana; y, casi más aún, en todo el recorrido de vuelta a pie hasta el caserío.
Lo que sucedió aquella noche en Las Palmas en que traté de rescatar a X. O lo que sucedió en La Laguna con Z y X, y los escenarios.
Todo eso, en definitiva, qué aburrimiento.
Nada habrá peor -se habrá explicado- que la obligación de contar.
Por eso la estancia en Fuerteventura, que fue puro pensamiento, brotó porque sí y volverá a hacerlo, ya que nada ata al puro entusiasmo, al libre contento de expresar.
El entusiasmo, y la jovialidad..., ese cantar sin cargas casi como completa alegría.
Además, están las transformaciones cuando la experiencia forma poso, y que se narran también obedeciendo al dictado de su necesidad.
Esta mañana, a modo de ejemplo, surgió este pequeño texto que he dedicado a la fotógrafa K. B., y a K., quien me condujo al lugar.
Comprende las aproximaciones a su serie El hilo de los días, en torno a la cual he merodeado, la experiencia real sobre lo que vi en lo oculto del Gabinete Literario de Las Palmas, y los restos de sueños últimos que, por otra parte, remiten a un tema recurrente: la cámara escondida, la estancia repentina, la dicha de una casa que da al mar.

AUSENCIAS

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http://www.youtube.com/watch?v=NW-zg5fdNMI