8 jun 2010
Daniel Mordzinski
Daniel Mordzinski llegó a París en 1980 y entonces hacía fotos de vagabundos al lado de los carteles de los restaurantes. Era ingenuo aún, pero entonces ya recibió el encargo de exponer su obra, y lo hizo. Pero quería que estuviera allí, en la inauguración, el escritor que le hizo ir a París, con su obra, Julio Cortázar.
Salman Rushdie junto a la tumba de Susan Sontag- DANIEL MORDZINSKI
'Web' de Daniel Mordzinski:
www.danielmordzinski.com
Le dejó un recado en el contestador automático, y Cortázar se presentó allí, cuan largo era. Han pasado 28 años, y este fotógrafo argentino de pelo (ya escaso) rojizo, vestido de negro, infatigable, sigue haciendo fotos, pero ya sabe que los vagabundos y los poetas tienen universos propios, y ha de fotografiarlos a solas, pensando. Fruto de su ya lejana convicción de que el escritor es el objeto de sus obsesiones, y que ha de retratarlo desnudo o solo, es la enorme exposición fotográfica (virtual) que propuso en el Hay Festival antes de una discusión sobre la vanidad literaria.
Mordzinski ha retratado a todo dios, literalmente. Ahí está Borges rodeado de su mundo, Bioy ensimismado y viejo, Cabrera Infante en su rincón adormecido de Londres, Camilo José Cela de sí mismo, Julio Llamazares descalzo, Gabriel García Márquez asomándose al mar desde una escollera, Ángel González alzado sobre el suelo, Laura Restrepo abrigadísima, Wendy Guerra desnuda, Ernesto Sábato triste, Jorge Amado descalzo también pero con las pantuflas a punto, en París, Benedetti en medio de un campo de fútbol en el que un niño juega indiferente...
Le dijeron que hablara, y lo hizo leyendo un trozo de papel donde contó una historia que le define como fotógrafo. Resulta que hace tres años, un 17 de enero, alguien le llamó a París, "tienes que ir a tal cementerio, allí entierran a Susan Sontag". Sontag, la mujer que mejor escribió de fotografía. Le equivocaron de cementerio, pero él llegó, vestido de negro, con una mochilla, y allí estaban todos los deudos, los editores, Annie Leibovitz, la colega de Mordzinski, que había sido la amante de Susan, el hijo de éste, David Rieff, Patti Smith..., un grupo de gente que de pronto parecía el coro triste de una despedida grande. Y Mordzinski tuvo la duda mayor de su oficio, disparar o no disparar, y sacó la cámara chiquita que llevaba en su mochila, "y lo fotografié todo, todo".
Era el único fotógrafo, pero nadie ha visto jamás las fotografías. Forman parte de su memoria privada, y son en su alma el secreto que comparte con su silencio, sólo se ha visto una foto, y está en EL PAÍS. Lo que ha hecho público, en el Hay, es mucho más que una colección de fotos; de pronto aparece ahí un resumen bastante ajustado del principal patrimonio de la lengua española, los escritores. Cada uno con el peso de su vanidad o de su autocrítica, construyendo un universo en el que a veces los árboles no dejan ver el bosque. Lo que ha hecho Mordzinski ha sido mostrar el bosque, y esa contribución es quizá, simbólicamente, lo mejor del Hay.
El Hay acaba hoy. Sabina, Serrat, el dúo que triunfó en la última parte del año, fue aquí también el que concitó las grandes colas; hubo discusiones íntimas, como la que tiene que ver con la familia y la literatura. Jorge Edwards, el autor de El inútil de la familia, sostiene como Thomas Mann que la literatura es siempre un asunto de familia. Se habló, claro, de la familia colombiana, alborotada siempre por lo que le duele, el terrorismo, y ahí puso su grano de sal Antonio Caballero, el periodista más vitriólico del país, y su grano de sensatez Michael Ignatieff, el diputado e intelectual canadiense: el Estado de tener cuidado de donde pone las manos para combatir el terrorismo...
Hubo grandes momentos en el Hay. Pero lo más emocionante, lo que sigue siendo un misterio sin resolver, es por qué a la gente no se le ocurrió antes que el público quiere pagar por escuchar a los escritores y a los artistas. Y pagando va a miles a oír lo que tengan que decir. Anoche hubo un recital poético en el Teatro Heredia, el favorito de María Guerrero, y aquello se desbordó tanto que estuvieron a punto de hacerlo en la playa.
Esta mañana Antony Beevor, el historiador británico que ha puesto en pie, con muchos más detalles, la historia de la guerra civil española habla sobre lo que aún le intriga. Serrat dialoga con su anfitrión y amigo Daniel Samper, y en muchos rincones de Cartagena de Indias se combina la pasión por estar en la calle, cantando y bailando como si siempre fuera fiesta, con esta pasión inaugurada hace tres años de hacer cola para ver qué dicen los escritores. Y ahí está, claro, Mordzinski retratando a todo dios.
¿Y si el ambulatorio le cobra para que no vaya?
Obligar al paciente a pagar parte de los servicios médicos ha formado siempre parte del debate público, pero la crisis ha convertido esta práctica -el copago- en una de las cartas en la baraja del recorte.
Cataluña ha planteado abiertamente el copago sanitario con fórmulas de progresividad, Sanidad lo ha estudiado y los expertos proponen ya soluciones concretas.
Europa, de la gratuidad a las multas
Olmos: "El riesgo es que el ciudadano decida sobre salud según el coste"
Se discute si se debe pagar por las visitas al médico o ir al hospital
Cataluña pide que vuelvan a desgravar los seguros médicos privados
A pesar de que el copago es una palabra maldita y temida por buena parte de los políticos y los usuarios, en Europa funciona en la mayoría de países.
Se paga una cantidad por las visitas al médico o por días de internamiento hospitalario. En España el debate está lanzado y entra ya en detalles: hay propuestas para cobrar por visitas o estancias hospitalarias, por aumentar el porcentaje que se paga en los fármacos o abonar, por ejemplo, la comida en hospitales. Otros plantean modular el esfuerzo en función de la renta del ciudadano o desgravar los seguros privados.
En España ya existe un régimen de cuotas para los fármacos. Los trabajadores en activo pagan el 40% de los medicamentos, los enfermos crónicos poco más de dos euros por fármaco y es gratis para los pensionistas. Los miembros de Muface (Mutua General de Funcionarios Civiles del Estado) abonan el 30%, sean activos o jubilados.
La ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, admitió recientemente que lo ha manejado en el paquete de medidas para ahorrar.
Según Sanidad, un pago de 5 euros por visita médica y 10 por urgencias, excluidos crónicos y pensiones mínimas, recaudaría 600 millones de euros al año. Pero por ahora, proclama el secretario general de Sanidad, José Olmos, el copago constituye una línea roja que el Gobierno no está dispuesto a cruzar.
La consejera de Salud catalana, Marina Geli, y el portavoz de Convergència i Unió en el Congreso, Josep Antoni Duran Lleida, apostaron por plantear su aplicación antes del último Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud.
Los copagos tienen una función recaudatoria, son una modalidad de ingresos para sufragar la financiación de medicinas, pruebas diagnósticas o médicos especialistas, pero actúan sobre todo como elemento disuasorio y moderador de la demanda, es decir, reduciendo la frecuencia en la asistencia primaria, que en España es un 40% superior a la media de los Quince.
En este caso pueden implantarse tasas fijas -un euro por visita en Francia- o variables, según la renta. "De aplicarse tendría que ser un sistema sencillo, por ejemplo con la tarjeta sanitaria, pero hay que estar alerta, a ver si toda la parafernalia que se monta cuesta al final más de lo que se pretende recaudar, porque en este país somos capaces de eso y mucho más", avisa Manel Peiró, vicedecano de la escuela de negocios Esade.
Olmos mantiene serias prevenciones sobre la medida: "No es fácil resolver las aportaciones de los ciudadanos a los servicios porque se corre el riesgo de que el ciudadano decida, por su cuenta, usar un determinado servicio en función de lo que le va a costar, porque la cantidad es una percepción individual. Y como es una decisión individual, entraña el riesgo de que se tomen decisiones equivocadas para la salud de uno mismo". Por ejemplo, no ir al médico por un mareo, aunque este pueda esconder un episodio cerebrovascular.
"Las medidas alternativas son administrativas y organizativas, como informar de lo que cuestan los servicios desde una perspectiva educativa", agrega Olmos. Y Ana Pastor, ex ministra de Sanidad del PP, añade: "Lo que hay que mejorar es la eficiencia del modelo de la prestación de servicios, por ejemplo que al paciente se le atienda en un único proceso asistencial, porque a veces para un diagnóstico hay que acudir hasta ocho veces al especialista. Y eso también reduce la hiperfrecuentación. Como también la educación sanitaria".
Paula González, profesora de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, apunta algunas posibilidades de copago en la asistencia hospitalaria para aportar fondos suplementarios al sistema porque, señala, "para mantener la sostenibilidad del sistema o se recortan prestaciones o se aumentan los ingresos.
Hay que hacer un análisis de costes sobre la base de criterio-efectividad". Entre algunas propuestas, González enumera el pago de los menús en los hospitales, exceptuando los dietéticos -un informe de la Generalitat de Cataluña reivindica esta opción para las rentas altas-; cuotas por ciertos días de hospitalización -Portugal es un ejemplo- o el abono de una parte de las pruebas diagnósticas, como en Francia.
Manel Peiró y Marina Geli también proponen recuperar las desgravaciones fiscales para las personas que tengan un seguro médico privado. "Evita un gasto al servicio público y facilitaría un equilibrio, porque ahora mucha gente se da de baja por la crisis", aclara el vicedecano de Esade. Y la Fundación Rafel de Campalans, perteneciente a los socialistas catalanes, propuso vincular los copagos al impuesto sobre la renta en el tramo autonómico, ya que las comunidades tienen transferidas estas competencias, lo que simplificaría su gestión. El presidente del Colegio de Médicos de Barcelona, Miquel Vidardell, planteó vincular el copago farmacéutico también al nivel de renta.
Pero así, a bote pronto, ninguno de los expertos en política sanitaria en España aboga por un sistema de copago, sino que de implantarse -precisan- debería constituir una medida adicional de todo un paquete de reformas estructurales para racionalizar y asegurar la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud, que tanto las administraciones estatal y autonómica postergan año tras año y rehúsan afrontar por los posibles costes electorales.
"No queremos que los enfermos sean el siguiente colectivo que pague la crisis del señor Rodríguez Zapatero. La sanidad española necesita una reforma en profundidad y todavía quedan muchos espacios para ganar en eficiencia", señala Ana Pastor. "No podemos adoptar solo una medida concreta.
Lo hemos hecho muy mal los últimos años y ahora la situación es dramática porque el Estado está en quiebra técnica. ¿Cómo pensamos resolverlo? ¿Como siempre o aprovecharemos esta situación para emprender reformas? No tendremos un momento más idóneo en el que la gente lo entienda", reflexiona Manel Peiró.
"La situación ahora es complicada, pero no vería tan grave implantar un tique moderador. Sin embargo, lo que el sistema sanitario necesita son reformas estructurales más allá del copago", abunda Paula González. "Una idea mal aplicada, acaba siendo una mala idea: nuestro sistema puede que hoy necesite copagos del mismo modo que necesita una priorización explícita de servicios en catálogo y un selectivismo más diligente con las situaciones de injusticia social", agrega Guillem López Casasnovas, presidente de la Asociación Mundial de Economía de la Salud.
Las asociaciones para la defensa de la sanidad pública opinan que el copago "supondría un impuesto a la enfermedad y una barrera al acceso a la atención sanitaria para las personas más enfermas y con menor renta". En este sentido, José Olmos señala: "La equidad significa establecer las menores barreras de acceso posible".
Paula González le rebate: "¿Por qué los pensionistas de rentas altas no pagan nada? ¿Es esto equitativo?", se pregunta.
Pero, como declara Guillem López Casasnovas, "el reto estriba en canalizar la mejor financiación pública al que sea el gasto más eficiente en términos de objetivos salud". Y concluye: "No siempre más recursos significa más salud".
De libélulas y mariposas
Déjame ser ligeramente poético y completamente estúpido. Aunque supongo que dirías (me gusta tanto imaginar que piensas en mí) que ya está bien de estupideces, que te mire directamente a esos ojos en blanco y negro y con sabor bésame y cállate.
Pero sabes que, aunque las palabras —dizque— me ayuden incluso a comer, siento que me faltan y a veces me sobran para hacerte sentir tantas cosas. La verdad es que casi siempre mi boca pretende morderte los labios sin más, piano piano, como si me besaras verticalmente, como si te ansiara animalmente.
Sé que no es lo mismo amar que entender. Sé que para querer hay que escuchar y me pierde boca, pero no tanto como me pierde la tuya. Sé que tus pezones me persiguen, que tu lunar me vigila mis deseos desde la primera noche, que tus caderas brujas acompasan mis pasos como un solo de jazz.
Sé tantas cosas y sé que ignoro más. Sé que todas las teorías y leyes y fórmulas e hipótesis se desvanecen en el agujero negro, maldito de no poder olerte esta noche y la siguiente.
Ubi sunt, leí una vez. Me lo aprendí de memoria. Fui trágico, latino, medieval, filósofo; lloré la muerte de mi padre, anhelé ser como él y nunca quise tener un hijo. Esta noche tengo casi todo menos a ti, y la peor condena es que sé que mañana tampoco y me pregunto Ubi coño sunt las palabras, los olores, los desayunos y tus lágrimas dulces, tu sexo salado, las noches dulces de sofá, mis amargas, estúpidas palabras.,
Mis palabras sobre las que escupiré mil veces si no me llevan a ti, si no te acercan a mí. Siempre quise decir «Te vojo bene assai», pero sé que se queda corto sobre, justo, entre, hacia, frente a un «creo en ti».
Solo puedo inventar, intentar la poesía sobre, dentro de ti. Sólo puedo ser estúpido cuando no lo hago o si no quisiera hacerlo otra, casi, nunca, siempre.
Insula Negra
AQUEL BESO EN EL PARQUE CENTRAL
AQUEL BESO EN EL PARQUE CENTRAL
Aquel beso en el Parque Central, placido
Fueron los momentos más delicioso
Que mi cuerpo, junto al tuyo, se estremecía
Al sentir cada caricias tuyas, como un torrencial
A la sombra de un árbol, ajeno a las miradas
Sin importar, la risa, el parlotear, de las personas
Embelezada, entusiasmada, enamorada
Ilusionada, quede sumisa a lass quimeras.
La brisa calida, intrusa sigilosa, nos cubría,
En aquella tarde luminosa y envolvente
Fueron los besos más ardientes, que nos consumía
Como no voy a recordad, tanta alegoría,
De aquel instante sublime, más eminente,
Tallado en mi piel, viniste hacer mi fantasía.
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