Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

25 may 2010

¿Que voy hacer ahora?

Cinco tragos después, con el tercer gintonic en las manos, Pencho reúne arrestos para referirme la escena. «Fueron entrando uno por uno -cuenta-. La secretaria, el contable y los otros. Y yo allí, sentado detrás de la mesa, y mi abogado en el sofá, echando una mano cuando era necesario... Se me pegaba la camisa a la espalda contra el asiento, oye. Del sudor. De la vergüenza... Lo siento mucho, les iba diciendo, pero ya conoce usted la situación. Hasta aquí hemos llegado, y la empresa cierra.»

Lo peor, añade mi amigo, no fueron las lágrimas de la secretaria, ni el desconcierto del contable. Lo peor fue cuando llegó el turno de Pablo, encargado del almacén. Pablo -yo mismo lo conozco bien- es un gigantón de manos grandes y rostro honrado, que durante veintisiete años trabajó en la empresa de mi amigo con una dedicación y una constancia ejemplares. Pablo era el clásico hombre capaz y diligente que lo mismo cargaba cajas que hacía de chófer, se ocupaba de cambiar una bombilla fundida, atender el correo y el teléfono o ayudar a los compañeros. «Buena persona y leal como un doberman -confirma Pencho-. Y con esa misma lealtad me miraba a los ojos esta mañana, mientras yo le explicaba cómo están las cosas. Escuchó sin despegar los labios, asintiendo de vez en cuando. Como dándome la razón en todo. Sabiendo, como sabe, que se va al paro con cincuenta y siete años, y que a esa edad es muy probable que ya no vuelva a encontrar jamás un trabajo en esta mierda de país en el que vivimos... ¿Y sabes qué me dijo cuando acabé de leerle la sentencia? ¿Sabes su único comentario, mientras me miraba con esos ojos leales suyos?» Respondo que no. Que no lo sé, y que malditas las ganas que tengo de saberlo. Pero Pencho, al que de nuevo le tintinea el hielo del gintonic en los dientes, me agarra por la manga de la chaqueta, como si pretendiera evitar que me largue antes de haberlo escuchado todo. Así que lo miro a la cara, esperando. Resignado. Entonces mi amigo cierra un momento los ojos, como si de ese modo pudiera ver mejor el rostro de su empleado. Aunque, pienso luego, quizá lo que ocurre es que intenta borrar la imagen del rostro que tiene impresa en ellos. Cualquiera sabe.

«¿Y qué voy a hacer ahora, don Fulgencio?... Eso es exactamente lo que me dijo. Sin indignación, ni énfasis, ni reproche, ni nada. Me miró a los ojos con su cara de tipo honrado y me preguntó eso. Qué iba a hacer ahora. Como si lo meditara en voz alta, con buena voluntad. Como si de pronto se encontrara en un lugar extraño, que lo dejaba desvalido. Algo que nunca previó. Una situación para la que no estaba preparado, en la que durante estos veintisiete años no pensó nunca.»

«¿Y qué le respondiste?», pregunto. Pencho deja el vaso vacío sobre la mesa y se lo queda mirando, cabizbajo. «Me eché a llorar como un idiota -responde-. Por él, por mí, por esta trampa en la que nos ha metido esa estúpida pandilla de incompetentes y embusteros, con sus brotes verdes y sus recuperaciones inminentes que siempre están a punto de ocurrir y que nunca ocurren. ¿Y sabes lo peor?... Que el pobre tipo estaba allí, delante de mí, y aún decía: No se lo tome así, don Fulgencio, ya me las arreglaré. Y me consolaba.»

Suso Mariátegui im Memoriam


Suso Mariátegui
Murió Suso Mariátegui, cantante de ópera, profesor, autor de obras sobre su oficio, entusiasta de la belleza, como aquel Cortázar que escribía en París, en medio de la soledad y la esperanza, la Rayuela que le hizo imprescindible. La noticia me agarró, precisamente, escribiendo de esa actitud entusiasta de Cortázar, y cuando acabé de hacerlo nuestro amigo Fernando Delgado me dio a través del teléfono esta noticia tremenda tan inesperada. Le conocí hace más de cuarenta años en el Colegio Mayor San Fernando de Tenerife, donde alternaba tareas de dirección de esa residencia estudiantil con sus estudios en el Conservatorio; la última vez que le vi fue cerca de su casa en Las Palmas, donde nació. Hacía sol, la tarde invitaba a mirar el mar, a charlar de la belleza de la vida, o del silencio, ante ese océano que a él le llenaba de vida, y de esperanza de vivir con otros la maravilla de amar el arte. Hoy escribe en EL PAÍS Juan Ángel Vela del Campo una hermosa evocación de este amigo al que ahora despedimos; siempre había, ante él, la sensación de que la vida iba a ser infinita, que siempre habría tiempo para reír y para cantar y para pasear y para viajar; él tenía y esparcía esa sensación de eternidad en su voz y en su risa, que le caracterizaba. En medio de las amarguras que nos esperaban a todos, Suso era la esperanza y la alegría, la certeza de que jamás en la vida, como el personaje de Hemingway, nunca estaría triste una mañana. Y ahora aquí estamos, señalando su muerte como la peor pared de este universo que siempre está levantando paredes en las que se observa la desesperación inesperada de los rasguños. Nos dejó una enorme alegría, la que regaló, pero eso no puede impedir ahora la evidencia de esta tremenda nostalgia por la interrupción abrupta de una vida que fue generosa, divertidísima, y tan feliz.


Juan Cruz

Queremos tanto a Julio


Queremos tanto a Julio
Día desapacible ayer en Madrid, que prosigue esta mañana: una ventolera despiadada azota las ventanas y mueve los árboles como sueños locos. Sin embargo, anoche, en la Casa de América, un remanso de paz convocado por Julio Cortázar. La cátedra que lleva su nombre y que depende de la Universidad mexicana de Guadalajara dedica estos días unas jornadas al autor de Rayuela, que da nombre a esta institución que pusieron en marcha Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes para contribuir a la perenne memoria de Julio, muerto en febrero de 1984. Intervinieron, entre otros, el citado Carlos Fuentes, su colega nicaragüense Sergio Ramírez, el profesor Julio Ortega, el escritor chileno Carlos Franz, y la viuda de Cortázar, Aurora Bernárdez, su primera mujer. Estaba en la sala, también, Carlos Álvarez, editor, estudioso de la obra cortazariana, y responsable, con Aurora, de un hallazgo de primera magnitud, Papeles inesperados. Ahora los cajones de Julio, que Aurora abrió al fin para hallar maravillas, siguen dando de sí, y se anuncian nuevas sorpresas. El diálogo entre Ortega y Aurora, lleno de anécdotas que completan, que ayudan a completar, la figura de Julio, fue chispeante; Aurora, que tiene ahora 90 años y que fue, en los tiempos de Rayuela y sus aledaños, la inspiradora cotidiana de las historias de Cortázar, mantiene una memoria privilegiada y punzante, no sólo sobre el que fue su marido sino sobre el entorno literario y político que ambos compartieron. Aunque a Aurora no le gustan las entrevistas (sólo le ha dado una a Álvarez, precisamente), Ortega le hizo una entrevista en toda regla, y ahí supimos de viva voz, además de otras opiniones o circunstancias, cómo nació aquella famosa instrucción para subir (o bajar) las escaleras, que fue producto de una divertida conversación equívoca entre Aurora y Julio. La sala estaba abarrotada de jóvenes lectores, y de lectores maduros también; después de un purgatorio (que afecta a tantos escritores), Cortázar volvió a los escenarios de las librerías y de la lectura, en torno a 1993, y su poder de seducción sigue intacto y al alza tantos años después de su muerte. En 1993 hubo en España (y en América) una campaña editorial que se llamó Queremos tanto a Julio. El eslogan triunfó porque era verdad, y sigue vigente, porque jamás dejó de ser verdad. Es una buena noticia en medio de tanta ventolera como hace en esta ciudad en la que el polen parece una nueva piel de Madrid, este lugar de resquemor y ruido.

Ah, no dije nada ayer de los ojalá del periodismo que lanzó en EL PAÍS Elvira Lindo. Añado mi ojalá. Ojalá.
Juan Cruz

24 may 2010

La Poesía es un Arma cargada de futuro

http://www.youtube.com/watch?v=jAKwu0Sqvz8
Mirando u oyendo las canciones de Serrat, viéndolo en Recitales, parece que en él hay un resumen de mi vida.
Empieza joven , ilusionado, como hemos empezado todos, canta "porque te quiero a ti"", o ""tu nombre me sabe a hierba,"",,,. Sigue con sus canciones ,muchas veces entre dos aguas, pero no por ideologias que tb, no puede cantar en España ni en Argentina ni en Chile, pero esa otra agua sería su lugar de nacimiento, su habla catalana, el es un cantante de habla hispana.
Es guapo y nos enamora, lo he oído con los ojos cerrados, pensando que solo me canta a mi o que la canción la ha escrito pensando en mi.
Cuando ni me conoce.
Sigue esa situación de compromiso, de familia, quizás no es que sea mayor, sino que se ha cansado de relaciones de aventuras.
Pero cada una de nostras, las que lo quisimos y lo queremos , tenemos una historia de amor con él.
Tiene siempre recuerdos de su familia, de su madre sobre todo, y sigue enfrentándose a la vida en algunas ocasiones fuertes, no solo los toros dan cornás y él lleva ya algunas en su cuerpo.
De aquel muchacho guapo o nos lo parecía ,extremadaente bello, da paso a un hombre ya de cierta edad, pero sus ojos, su mirada es la misma que cantaba ""ara qui tinc vint anys"", solo que canta a Miguel Hernández, al que quieren muchos , pero yo hablo de Serrat, hacerle un homenaje a ese hombre de Ojos redondos que fue Miguel Hernández.
Canta una canción que en su boca es preciosa, cuando dice: ""Cuando yo era pequeño y mi madre cantaba, porque antes las madres cantaban en casa, ahora solo cantamos los cantantes"" y canta !Pena penita pena !estando allí Lola Flores.
Un hombre que su vida va más allá de un escenario, un contacto y un hombre seductor porque lo fue y lo es, lo que digo, esa mirada de joven, que nos cantaba al oido: "tu nombre me sabe a Hierba, de la que crece en el campo," ahora nos canta otra vez, porque vuelve a ser necesaria, "Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural para los neutrales."...
No estamos en tiempos de neutralidad, estamos en tiempos de turbulencias :Es un arma cargada de futuro....volvemos en estas aguas revueltas a buscar serenidad en sus canciones y su guitarra, Ahhhh y en su mirada y sonrisa. Pasen los años que pasen Serrat no solo canta , mira y sonrie, te quiero Serrat porque sin tu saberlo , me has hecho compañia sosegada muchas veces.

http://www.youtube.com/watch?v=5lDhRxqZ9w4