Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

25 may 2010

Queremos tanto a Julio


Queremos tanto a Julio
Día desapacible ayer en Madrid, que prosigue esta mañana: una ventolera despiadada azota las ventanas y mueve los árboles como sueños locos. Sin embargo, anoche, en la Casa de América, un remanso de paz convocado por Julio Cortázar. La cátedra que lleva su nombre y que depende de la Universidad mexicana de Guadalajara dedica estos días unas jornadas al autor de Rayuela, que da nombre a esta institución que pusieron en marcha Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes para contribuir a la perenne memoria de Julio, muerto en febrero de 1984. Intervinieron, entre otros, el citado Carlos Fuentes, su colega nicaragüense Sergio Ramírez, el profesor Julio Ortega, el escritor chileno Carlos Franz, y la viuda de Cortázar, Aurora Bernárdez, su primera mujer. Estaba en la sala, también, Carlos Álvarez, editor, estudioso de la obra cortazariana, y responsable, con Aurora, de un hallazgo de primera magnitud, Papeles inesperados. Ahora los cajones de Julio, que Aurora abrió al fin para hallar maravillas, siguen dando de sí, y se anuncian nuevas sorpresas. El diálogo entre Ortega y Aurora, lleno de anécdotas que completan, que ayudan a completar, la figura de Julio, fue chispeante; Aurora, que tiene ahora 90 años y que fue, en los tiempos de Rayuela y sus aledaños, la inspiradora cotidiana de las historias de Cortázar, mantiene una memoria privilegiada y punzante, no sólo sobre el que fue su marido sino sobre el entorno literario y político que ambos compartieron. Aunque a Aurora no le gustan las entrevistas (sólo le ha dado una a Álvarez, precisamente), Ortega le hizo una entrevista en toda regla, y ahí supimos de viva voz, además de otras opiniones o circunstancias, cómo nació aquella famosa instrucción para subir (o bajar) las escaleras, que fue producto de una divertida conversación equívoca entre Aurora y Julio. La sala estaba abarrotada de jóvenes lectores, y de lectores maduros también; después de un purgatorio (que afecta a tantos escritores), Cortázar volvió a los escenarios de las librerías y de la lectura, en torno a 1993, y su poder de seducción sigue intacto y al alza tantos años después de su muerte. En 1993 hubo en España (y en América) una campaña editorial que se llamó Queremos tanto a Julio. El eslogan triunfó porque era verdad, y sigue vigente, porque jamás dejó de ser verdad. Es una buena noticia en medio de tanta ventolera como hace en esta ciudad en la que el polen parece una nueva piel de Madrid, este lugar de resquemor y ruido.

Ah, no dije nada ayer de los ojalá del periodismo que lanzó en EL PAÍS Elvira Lindo. Añado mi ojalá. Ojalá.
Juan Cruz

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