El esfuerzo de escribir
Hace unos días hablaba con mi maestro Emilio Lledó, autor de El silencio de la escritura, sobre el esfuerzo físico de escribir. Sé que en este momento esta perogrullada levantará la sospecha que despiertan las antiguallas, pero la reflexión no me parece insustancial.
Ya nos hemos acostumbrado tanto a la facilidad (física) de la escritura, que invocar antiguos esfuerzos físicos, derivados del uso de la mano en contacto con el lápiz o con el bolígrafo, parece propio de nostálgicos. Sin embargo, hoy se podría discutir mucho sobre los efectos que la escritura con lápiz o bolígrafo ejerce sobre lo que se dice.
La lentitud a la que obliga la escritura con esos elementos físicos produce la sensación de un esfuerzo que no tiene que ver tan solo con la mano sino con la mente. Lo que se escribe así se concibe como un borrador, algo que tiene que ser pasado a limpio.
Esa misma expresión, pasar a limpio, ya es una reflexión, o una crítica, sobre lo que se escribe.
Por mi oficio, yo tomo muchas notas; viajo siempre con cuadernos que voy rellenando, y a veces la urgencia de un encargo me hace escribir en cualquier circunstancia, en papel, con lápiz o bolígrafo; pero en general sólo escribo ya en el ordenador.
Evidentemente, la palabra impresa, que es la que aparece ahí, ya ofrece la categoría de lo firme, de lo que ya está dicho; y esta sensación es engañosa, convierte en ya dicho lo que es tan solo, quizá, un borrador o un proyecto. Internet ha entrado como un obús en la magnificación de estas sensaciones, pues lo que son borradores, o ideas, o ironías a medio hacer, o cotilleos, adquieren la categoría de lo que ya parece que es un texto completo, o terminado. Sería bueno que reflexionáramos sobre esto, que hiciéramos que lo impreso en Internet tuviera, al menos en una segunda redacción, o reflexión, la categoría que buscamos en los textos de los otros.
Si buscamos sólo lo áreo, probablemente no encontraremos sino lo terrenal, lo vacío, lo rastrero. Y creo que es tiempo de que busquemos categoría, estilo, ansiedad por llegar cuando haya que llegar, no ansiedad para llegar antes de salir. Cuesta esfuerzo, pero vale la pena. Sería bueno que las nuevas tecnologías sirvieran, además de para correr, para deternos.
(Juan CRuz)
14 oct 2009
Caín de Saramago
CAIN
de SARAMAGO, JOSE
ALFAGUARA 2009
Resumen del libroQué diablo de Dios es éste que, para enaltecer a Abel, desprecia a Caín.
Si en El Evangelio según Jesucristo José Saramago nos dio su visión del Nuevo Testamento, en Caín regresa a los primeros libros de la Biblia. En un itinerario heterodoxo, recorre ciudades decadentes y establos, palacios de tiranos y campos de batalla de la mano de los principales protagonistas del Antiguo Testamento, imprimiéndole la música y el humor refinado que caracterizan su obra.
Caín pone de manifiesto lo que hay de moderno y sorprendente en la prosa de Saramago: la capacidad de hacer nueva una historia que se conoce de principio a fin. Un irónico y mordaz recorrido en el que el lector asiste a una guerra secular, y en cierto modo, involuntaria, entre el creador y su criatura.
de SARAMAGO, JOSE
ALFAGUARA 2009
Resumen del libroQué diablo de Dios es éste que, para enaltecer a Abel, desprecia a Caín.
Si en El Evangelio según Jesucristo José Saramago nos dio su visión del Nuevo Testamento, en Caín regresa a los primeros libros de la Biblia. En un itinerario heterodoxo, recorre ciudades decadentes y establos, palacios de tiranos y campos de batalla de la mano de los principales protagonistas del Antiguo Testamento, imprimiéndole la música y el humor refinado que caracterizan su obra.
Caín pone de manifiesto lo que hay de moderno y sorprendente en la prosa de Saramago: la capacidad de hacer nueva una historia que se conoce de principio a fin. Un irónico y mordaz recorrido en el que el lector asiste a una guerra secular, y en cierto modo, involuntaria, entre el creador y su criatura.
13 oct 2009
HUECOS!!!!!
Una anciana muere y llega al Cielo.
En las puertas del mismo se encuentra con San Pedro, y se ponen a conversar.
De repente escucha unos gritos espeluznantes.
-No te preocupes por eso -le dice San Pedro-. Es sólo que le están haciendo los huecos en la espalda a alguien para ponerle las alas.
La viejecita se pone un poco nerviosa con esto, pero continúa conversando.
Diez minutos más tarde, se escuchan nuevos y escalofriantes gritos.
-¡¡¡Pero, Dios mío!!! -exclama la anciana-. ¿Y ahora qué está sucediendo?
-No hay nada de qué preocuparse -le contesta San Pedro-. Lo que pasa es que están haciendo las perforaciones que se necesitan en la cabeza para instalar las aureolas.
-¡Ah, no, eso sí que no! -dice la viejecita- ¡No soy capaz de resistir todo esto! Mejor me voy al infierno.
-¡Pero no puedes hacer eso! -le dice el Portero Celestial- ¡No te puedes ir al infierno! ¡Allí abusarán de ti y te violarán!
-¡¡¡No importa, para eso ya tengo los huecos hechos !!!
En las puertas del mismo se encuentra con San Pedro, y se ponen a conversar.
De repente escucha unos gritos espeluznantes.
-No te preocupes por eso -le dice San Pedro-. Es sólo que le están haciendo los huecos en la espalda a alguien para ponerle las alas.
La viejecita se pone un poco nerviosa con esto, pero continúa conversando.
Diez minutos más tarde, se escuchan nuevos y escalofriantes gritos.
-¡¡¡Pero, Dios mío!!! -exclama la anciana-. ¿Y ahora qué está sucediendo?
-No hay nada de qué preocuparse -le contesta San Pedro-. Lo que pasa es que están haciendo las perforaciones que se necesitan en la cabeza para instalar las aureolas.
-¡Ah, no, eso sí que no! -dice la viejecita- ¡No soy capaz de resistir todo esto! Mejor me voy al infierno.
-¡Pero no puedes hacer eso! -le dice el Portero Celestial- ¡No te puedes ir al infierno! ¡Allí abusarán de ti y te violarán!
-¡¡¡No importa, para eso ya tengo los huecos hechos !!!
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