19 jul 2009
¿Cómo sería el mundo actual si no se hubiera quemado la Biblioteca de Alejandría?
¿Cómo sería el mundo actual si no se hubiera quemado la Biblioteca de Alejandría?
<< Yo, Hypatia de Alejandría, tras mi brutal asesinato y acurrucada en los pliegues del tiempo vencí a la muerte >>.
A comienzos del siglo V de nuestra era, una mujer, Hypatia de Alejandría, matemática, filósofa, astrónoma, erudita neoplatónica y última directora de la Biblioteca sabe que antes de ser brutalmente asesinada debe trasmitir el Gran Secreto para salvar los volúmenes que atesoran el conocimiento de la humanidad.
A partir de allí, y gracias a una misteriosa alquimia, se convertirá en un ser eterno capaz de adentrarse en las mentes de los personajes más influyentes de la Historia: emperadores bizantinos, eruditos ingleses, el gran Carlomagno, los conquistadores de nuevas tierras, los sabios de la Córdoba musulmana, Roger Bacon, los genios renacentistas o Isaac Newton son algunos de los que reciben a Hypatia de Alejandría en sus mentes privilegiadas.
Con ellos emprenderá un fabuloso viaje a través del tiempo y del espacio que la llevarán a surcar los cinco continentes a lo largo de diecisiete siglos de una Historia muy diferente a la que nos han contado.Intriga, suspense, aventura, fantasía y realidades paralelas conforman las páginas de esta extraordinaria novela épica.
GTC
"El Gran Telescopio de Canarias (GTC)es un milagro, el reto que muchos consideraban imposible". La euforia del director del Instituto Astrofísico de Canarias, Francisco Sánchez, reina en todo el sector astronómico español.
Aunque los Reyes inauguran la que es la mayor instalación científica del país el próximo viernes, día 24, sus lentes vieron la primera luz hace ya dos años y desde marzo ya se han producido importantes hallazgos gracias a su espejo que, con 10,4 metros de diámetro, es el más grande del mundo.
La ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, así lo reconoce en unas declaraciones a EL MUNDO en las que destaca que "ya es una herramienta competiviva para los astrónomos españoles, cuya evolución numérica ha sido espectacular, pasando en 30 años, de la veintena a más de 600 investigadores".
Espejismo cósmico captado por el GTC,
"El GTC sitúan a nuestro país en la vanguardia científica internacional y supone un elemento dinamizador del progreso económico y social de las regiones en las que se ubica", asegura la ministra.
Una década ha tardado en ser realidad lo que era un sueño de los astrónomos canarios; un artefacto, heredero de aquel que inventó Galileo hace 400 años, que es capaz de ver los orígenes de las primeras galaxias y estrellas. Sánchez lo define como "una máquina que viaja en el espacio y el tiempo y que nos ayudará a buscar planetas similares al nuestro, gracias a una óptica adaptativa [corrige las turbulencias de la atmósfera] que permite ver con un detalle impresionante los objetos estelares".
Situado en el Roque de los Muchachos, en la isla canaria de La Palma, el GTC comenzó a fraguarse hace más de una década. Desde el principio se pensó en dotarle con el mayor espejo primario del planeta, que se realizó segmentado en 36 piezas perfectamente engranadas, y con los instrumentos más sofisticados. Su coste, 130 millones de euros, se lo han repartido entre el Gobierno central y el autonómico, con una pequeña participación, internacional (un 10%), de México y EEUU.
18 jul 2009
El Escritor Desleído
El caso del escritor desleído
Mariano Rajoy debería leer ahora aquel estupendo cuento de Juan Marsé en el que un escritor famoso asiste sin saberlo a su propio desleímiento. Acude a fiestas, a presentaciones de libros, y a medida que él se cree más alto, más crecido, más hermoso y más admirado, los demás empiezan a no verlo.
No tengo el cuento al lado a esta hora de la mañana en que escribo, pero recuerdo que su sustancia era esa. Rajoy habló ayer en Málaga, en el Foro Abc, y fue desgranando sus razones para sentirse satisfecho de su trayecto reciente, sobre todo en lo que se refiere al caso Gürtel y su afluente principal, el tesorero Bárcenas, y mientras hablaba debajo de sus palabras se iba notando su desleímiento. Él ha apostado durante todo este trayecto por la inocencia de Camps y por la inocencia de Bárcenas; Camps ha mantenido intacta su fidelidad a Rajoy, por lo que parece, y éste le ha devuelto la generosa moneda, mientras que Bárcenas parece que le traslada a Rajoy mensajes inquietantes que viajan en cajas de cartón. Y la respuesta de Rajoy ha sido esa: a mi no me chantajea Bárcenas. Su respuesta ha sido desléida, no porque en sí mismo lo sea, sino porque él se ha desleído. A veces nos desleímos porque llegamos a destiempo, y yo creo que este es el caso de Rajoy: a este asunto ha llegado siempre a trompicones. Ha dejado que Camps reciba un trato excepcional de su partido, y eso es lo que le reprocha Bárcenas, a quien algunos de los marianistas le han pedido que se vaya. Que se lo pida Beteta él se lo iba a imaginar, pero que lo pida Basagoiti, o Feijóo, no lo ha soportado.
Y ha mirado hacia Rajoy con una espada fría en la mano. El círculo se cierra y al líder lo están desnudando, que es a lo mejor lo que se quería obtener. Y él ha colaborado. Queriendo alentar a uno ha desalentado al otro, y él mismo se ha quedado colgando de los hilos que ahora maneja, parece, L. B., llamado también L. B. Así que a Mariano lo encuentro desleído, algo desleído, como aquel cuento de Marsé que les recomiendo.
Mariano Rajoy debería leer ahora aquel estupendo cuento de Juan Marsé en el que un escritor famoso asiste sin saberlo a su propio desleímiento. Acude a fiestas, a presentaciones de libros, y a medida que él se cree más alto, más crecido, más hermoso y más admirado, los demás empiezan a no verlo.
No tengo el cuento al lado a esta hora de la mañana en que escribo, pero recuerdo que su sustancia era esa. Rajoy habló ayer en Málaga, en el Foro Abc, y fue desgranando sus razones para sentirse satisfecho de su trayecto reciente, sobre todo en lo que se refiere al caso Gürtel y su afluente principal, el tesorero Bárcenas, y mientras hablaba debajo de sus palabras se iba notando su desleímiento. Él ha apostado durante todo este trayecto por la inocencia de Camps y por la inocencia de Bárcenas; Camps ha mantenido intacta su fidelidad a Rajoy, por lo que parece, y éste le ha devuelto la generosa moneda, mientras que Bárcenas parece que le traslada a Rajoy mensajes inquietantes que viajan en cajas de cartón. Y la respuesta de Rajoy ha sido esa: a mi no me chantajea Bárcenas. Su respuesta ha sido desléida, no porque en sí mismo lo sea, sino porque él se ha desleído. A veces nos desleímos porque llegamos a destiempo, y yo creo que este es el caso de Rajoy: a este asunto ha llegado siempre a trompicones. Ha dejado que Camps reciba un trato excepcional de su partido, y eso es lo que le reprocha Bárcenas, a quien algunos de los marianistas le han pedido que se vaya. Que se lo pida Beteta él se lo iba a imaginar, pero que lo pida Basagoiti, o Feijóo, no lo ha soportado.
Y ha mirado hacia Rajoy con una espada fría en la mano. El círculo se cierra y al líder lo están desnudando, que es a lo mejor lo que se quería obtener. Y él ha colaborado. Queriendo alentar a uno ha desalentado al otro, y él mismo se ha quedado colgando de los hilos que ahora maneja, parece, L. B., llamado también L. B. Así que a Mariano lo encuentro desleído, algo desleído, como aquel cuento de Marsé que les recomiendo.
LA MODESTIA
18 julio, 2009 - 12:13 - Juan Cruz
La modestia
Quería escribir hoy de la modestia, y lo haré, pero me ha venido la noticia de Walter Cronkite y quiero decir antes unas palabras sobre lo que supone este gran periodista que nos deja. Contar noticias, que es lo que hizo Cronkite, es un oficio de enorme responsabilidad; en primer lugar, no puedes contar lo primero que sabes, y eso los buenos periodistas lo tienen como elemento principal de los primeros mandamientos de su oficio; debes contrastar todo lo que oyes, porque las noticias se contaminan nen seguida: alguien quiere que lo que ocurre se lea según sus intereses, y el periodista ha de limpiar de excrecencias los hechos, para que lleguen tal como fueron; en la prensa de siempre, esta que ahora se somete a tanto debate, eso era más fácil de hacer, aparte de que era (¿era?) obligatorio; había filtros en el oficio, y esos filtros se están rompiendo; ahora la urgencia de los nuevos medios ha ido aligerando los filtros y la obligatoriedad se ha ido diluyendo como un azucarillo en un lago turbio, y tanto la red como otros medios más habituados a la información se la saltan cada vez que pueden. Hay, sin duda, muchos profesionales, de todos los medios, que siguen teniendo como divisa la confirmación como método indispensable de trabajo, y el patrón de esos profesionales, en el campo de la televisión, es este gran periodista que acaba de morir de viejo en Estados Unidos. Si figura se asocia a la tradición del mejor periodismo; casualmente ayer escribía de él Guillermo Fesser en las páginas de EL PAÍS, hablando de Jesús Hermida, otro gran periodista español que crió su experiencia a la sombra, o al sol, de Cronkite. Es un periodista mítico del que muchos periodistas tomaron prestadas no sólo frases célebres sino una experiencia que se basó siempre en el rigor, la esencia del periodismo.
Y ahora vamos con la modestia.
Creo que la modestia es la base de todas las virtudes. Es la base de la humildad, porque permite contrastar lo que creemos saber con lo que otros saben; nos permite la autocrítica, nos permite el silencio cuando no sabemos. La modestia está en un rincón de las virtudes y eso no es justo. Es la base, también, de la bondad: desde la modestia verdadera se puede llegar mejor a la perfección como persona, se puede perdonar, se puede olvidar, se pueden hacer y rehacer amistades, se puede olvidar la ofensa, se puede vivir en el recuerdo pero no en el rencor. La modestia es una manera de ser, no tiene que ver con la modestia falsa, de los seres humanos que exhiben recogimiento y son soberbios en su alma.
Venía pensando en estas cosas. Sé que pueden parecer un poco clericales, pero a veces creo que conviene pararse un poco y pensar, en medio de las arrogancias habituales, qué hace uno también para evitarlas. Y he caído en la modestia, que es un asunto que me preocupa mucho. No sé cómo lo ven ustedes. Y ahora que venimos a este punto, pienso en realidad que la modestia es la virtud más grande del periodismo. Kapucinski, otro grande del periodismo ido también ya, decía que los periodistas tenían que ser buenas personas. Pues eso, modestos, conscientes de que nadie debe hacer de su sabiduría tacones para su arrogancia.
La modestia
Quería escribir hoy de la modestia, y lo haré, pero me ha venido la noticia de Walter Cronkite y quiero decir antes unas palabras sobre lo que supone este gran periodista que nos deja. Contar noticias, que es lo que hizo Cronkite, es un oficio de enorme responsabilidad; en primer lugar, no puedes contar lo primero que sabes, y eso los buenos periodistas lo tienen como elemento principal de los primeros mandamientos de su oficio; debes contrastar todo lo que oyes, porque las noticias se contaminan nen seguida: alguien quiere que lo que ocurre se lea según sus intereses, y el periodista ha de limpiar de excrecencias los hechos, para que lleguen tal como fueron; en la prensa de siempre, esta que ahora se somete a tanto debate, eso era más fácil de hacer, aparte de que era (¿era?) obligatorio; había filtros en el oficio, y esos filtros se están rompiendo; ahora la urgencia de los nuevos medios ha ido aligerando los filtros y la obligatoriedad se ha ido diluyendo como un azucarillo en un lago turbio, y tanto la red como otros medios más habituados a la información se la saltan cada vez que pueden. Hay, sin duda, muchos profesionales, de todos los medios, que siguen teniendo como divisa la confirmación como método indispensable de trabajo, y el patrón de esos profesionales, en el campo de la televisión, es este gran periodista que acaba de morir de viejo en Estados Unidos. Si figura se asocia a la tradición del mejor periodismo; casualmente ayer escribía de él Guillermo Fesser en las páginas de EL PAÍS, hablando de Jesús Hermida, otro gran periodista español que crió su experiencia a la sombra, o al sol, de Cronkite. Es un periodista mítico del que muchos periodistas tomaron prestadas no sólo frases célebres sino una experiencia que se basó siempre en el rigor, la esencia del periodismo.
Y ahora vamos con la modestia.
Creo que la modestia es la base de todas las virtudes. Es la base de la humildad, porque permite contrastar lo que creemos saber con lo que otros saben; nos permite la autocrítica, nos permite el silencio cuando no sabemos. La modestia está en un rincón de las virtudes y eso no es justo. Es la base, también, de la bondad: desde la modestia verdadera se puede llegar mejor a la perfección como persona, se puede perdonar, se puede olvidar, se pueden hacer y rehacer amistades, se puede olvidar la ofensa, se puede vivir en el recuerdo pero no en el rencor. La modestia es una manera de ser, no tiene que ver con la modestia falsa, de los seres humanos que exhiben recogimiento y son soberbios en su alma.
Venía pensando en estas cosas. Sé que pueden parecer un poco clericales, pero a veces creo que conviene pararse un poco y pensar, en medio de las arrogancias habituales, qué hace uno también para evitarlas. Y he caído en la modestia, que es un asunto que me preocupa mucho. No sé cómo lo ven ustedes. Y ahora que venimos a este punto, pienso en realidad que la modestia es la virtud más grande del periodismo. Kapucinski, otro grande del periodismo ido también ya, decía que los periodistas tenían que ser buenas personas. Pues eso, modestos, conscientes de que nadie debe hacer de su sabiduría tacones para su arrogancia.
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