Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

9 may 2020

‘Ghost’ y el escándalo Merlos

Hasta Whoopi Golberg ha hablado de ello al creer ver al fantasma Swayze cruzando el salón como reportera de ‘Socialité’


Alfonso Merlos y Marta López en un evento en Madrid en noviembre de 2019.
Alfonso Merlos y Marta López en un evento en Madrid en noviembre de 2019.Daniel Gonzalez / GTRES

 Pero tanto disgusto si esta mujer es carne de cañón si políticos futbolistas........esta claro que no juega a las casitas.

En La vida de los otros, la obra maestra de Florian Henckel von Donnersmarck, un oficial de la Stasi que tiene bajo vigilancia a una pareja de artistas, decide reventar la relación forzando al marido a comprobar una supuesta infidelidad de su amante. 
Lo hace, el oficial, con una frase: “Ha llegado el momento de las amargas verdades”, que muestra que el Estado no sólo dictamina quién es quién, chantajea sexualmente a sus divas y hace partícipe de su paranoia a los ciudadanos, sino que asalta el amor, despojándolo del secreto y exhibiendo sus costuras.

Alfonso Merlos interviene por videoconferencia en el canal ‘El Estado de Alarma’, en el momento en que una mujer, que resultó ser una reportera del programa 'Socialité', se cruza en ropa interior.
Alfonso Merlos interviene por videoconferencia en el canal ‘El Estado de Alarma’, en el momento en que una mujer, que resultó ser una reportera del programa 'Socialité', se cruza en ropa interior.
Porque, y aquí llega el objeto de la observación, el amor y el despecho espontáneos (si queda algo espontáneo en la telerrealidad, una wrestlemanía de sábanas) del primer fin de semana, rentabilizados en una audiencia millonaria, se ha dirigido rápidamente a los contratos.
 El momento de las dulces verdades.
 Para una, su vida privada da audiencia y cuesta dinero; para otro, su exposición en estos programas pone en peligro contratos que no desearía perder. 
Es, pasado el vendaval, la hora de mirar la caja; todo acaba en el mismo sitio. “El amor mueve el mundo”, dice un personaje de David Mamet; “el amor al dinero”, corrige otro. 


No he pensado ni una sola vez en La vida de los otros ante el culebrón Merlos, el tertuliano político que fue pillado, en una conexión en directo, con una pareja distinta a la suya cruzándose por detrás.
 Todo el drama resultante está siendo conmovedoramente desmenuzado por Mediaset en espectáculos tremebundos que remiten a algo tan español como la astracanada, territorio natural de la extrema derecha española, de donde proceden varios de los protagonistas del culebrón.
 Pueden disfrutarse esos programas incluso desde una perspectiva desacomplejada para quienes tienen que hacer abdominales ideológicos, izquierdistas en su caso, hasta en el entretenimiento: los personajes cuentan su vida para ganársela.

Porque, y aquí llega el objeto de la observación, el amor y el despecho espontáneos (si queda algo espontáneo en la telerrealidad, una wrestlemanía de sábanas) del primer fin de semana, rentabilizados en una audiencia millonaria, se ha dirigido rápidamente a los contratos.
 El momento de las dulces verdades. Para una, su vida privada da audiencia y cuesta dinero; para otro, su exposición en estos programas pone en peligro contratos que no desearía perder.
 Es, pasado el vendaval, la hora de mirar la caja; todo acaba en el mismo sitio.
 “El amor mueve el mundo”, dice un personaje de David Mamet; “el amor al dinero”, corrige otro.
 Medir sacrificios, rebuscar intimidades que puedan “funcionar”, verbo fulminante que ha corrido de los platós cuché a las redacciones de grandes medios. 
Esto funciona, esto no. ¿Tira o no tira?
Cuando a Umbral le pedían un artículo por un dinero que no le hacía justicia, prefería hacerlo gratis para no perder caché. 
No vales por lo que callas sino por lo que juraste callar. Esta burbuja Merlos, tan internacional que ha salido hablando de ella Whoopi Goldberg al verlo como remake de Ghost con el fantasma Swayze cruzando el salón como reportera de Socialité, es en realidad un escándalo de pueblo que ha puesto el foco en la zona de copas de los consultores de Madrid.
 Merecía un cómic de Frank Miller porque Deluxe era demasiado obvio. 
 O una visita al Savoy de Alvite, en cuyos baños encontró el maestro la pintada que resume el estado de bienestar:
–Te querré toda la vida.
–¿De cuánto dinero estamos hablando?

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