Media docena de expertos explican cómo se irán desescalando las medidas. El inicio puede pasar por permitir salidas a la calle en solitario o con niños.
A medida que la pandemia de Covid-19
avanzaba, los países y organismos internacionales fueron confeccionando
guías sobre las medidas que adoptar: detectar y aislar casos, cuándo
debían comenzar el distanciamiento social, cómo… Lo que todavía no han
publicado es un manual de cómo salir de ellas. No es una ciencia exacta.
Dependerá de un ensayo y error, reconocen los expertos, en un proceso
en el que los Gobiernos aprenderán de los fallos y aciertos, tanto
propios como ajenos.
Desde
el confinamiento, tanto los ciudadanos como las autoridades y los
investigadores tienen ya la mirada puesta en cómo se volverá a la
normalidad.
EL PAÍS ha consultado a media docena de especialistas en
salud pública. Todos insisten en que dependerá de cómo avance la
epidemia y de que se descubra cuánta gente realmente ha pasado la
enfermedad para conocer el grado de inmunización de la población, al
menos teóricamente, porque ni siquiera de esto hay una certeza
científica.
Y para descubrir esto serán necesarios test; muchos
(millones) y con la suficiente calidad, algo que, visto el mercado
internacional, no es tan sencillo.
Los consultados coinciden también en que las medidas de
descongelación no se tomarán de golpe.
Una vez que los niveles de
transmisión sean lo suficientemente bajos se irá abriendo poco a poco la
mano, permitiendo más actividades y se irá comprobando con una
vigilancia muy estricta si hay algún rebrote.
No sería raro, explican
los epidemiólogos, que haya medidas que se tengan que revertir.
Existe
un ejemplo en China, que abrió 600 teatros y cines y tuvo que volver a
cerrarlos al poco tiempo.
También puede suceder que no
sean para todos por igual.
Como señala Antoni Trilla, epidemiólogo y
miembro del equipo asesor del Gobierno, es probable que las personas
mayores o con ciertas patologías tengan que prolongar su confinamiento
más que las jóvenes y sanas.
“Habrá que ajustar la edad, si mayores de
55, de 60… lo que todo el mundo tiene claro es que afectará a los que
tienen más de 65 o 70”.
Trilla habla incluso de expedir algo parecido a
un “salvoconducto sanitario” para que las personas que ya hayan pasado
la enfermedad y, supuestamente, tengan inmunización, puedan incorporarse
antes a una vida normal tras pasar un test de anticuerpos.
Es algo que
están estudiando países como Alemania o el Reino Unido.
Esto resultaría especialmente útil en el ámbito sanitario,
donde saber qué profesionales han superado la Covid-19 sería crucial
para plantear la respuesta.
“No tendremos servicios como hasta ahora,
sino que habrá una separación.
Habrá que evitar atender los cuadros
respiratorios en el mismo lugar que el resto de enfermedades para que
los posibles casos de Covid-19 no compartan salas de espera con quienes
más las usan: las personas mayores y vulnerables”, asegura Ildefonso
Hernández, catedrático de la Universidad Miguel Hernández y portavoz de
la Sociedad Española de Salud Pública (Sespas).
Algunos
epidemiólogos también hablan de una posible diferenciación por
comunidades autónomas.
No todas atraviesan el mismo momento de la
epidemia, por lo que puede tener sentido que no todas medidas sean
idénticas y al mismo tiempo para ellas.
Daniel López Acuña, exdirector
de Acción Sanitaria en Crisis de la Organización Mundial de la Salud
(OMS), cree que será “complicado” porque para ello se debería
“compartimentar y sellar” zonas.
“Si empiezas a tener idas o venidas a
zonas calientes, corres un alto riesgo de reintroducir el virus en un
lugar donde ya no estaba”, añade.
El último informe sobre medidas de distanciamiento social
del Centro Europeo de Control de Enfermedades, del 23 de marzo,
recomendaba decidir y anunciar a la población una fecha de finalización
lo antes posible, si bien añadía que el organismo está estudiando cómo
deben ser esas estrategias.
Dependen de tantos factores que toda
previsión corre el riesgo de errar.
El grupo de expertos que asesora al
Gobierno está en pleno debate; también la OMS publicará recomendaciones
“los próximos días”, según un asesor del organismo.
Nadie sabe con
exactitud qué decisiones se tomarán ni cuándo llegarán, pero sí hay una
idea aproximada de cómo deberían ser.
Las primeras salidas a la calle
Hay
unanimidad en que prácticamente todo el mes de abril van a continuar
las medidas de confinamiento.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez,
anunció el sábado que prolongará el estado de alarma otros 15 días
hasta el 26 de abril y que, de una u otra forma, llegará bastante más
allá.
El primer paso, aseguró, será volver a las primeras medidas a
partir del día 11, recuperando las actividades no esenciales que se cancelaron hace una semana.
La mayoría de expertos consultados también son optimistas con que
pronto pueda abrirse la mano y se comience a permitir salidas
esporádicas y solitarias, así como sacar a los niños a la calle.
El
propio ministro de Sanidad, Salvador Illa, dijo esta semana en el
Congreso que “se está estudiando” esa posibilidad.
“Creo que por ejemplo
se podría comenzar a permitir muy pronto hacer deporte, salir a correr
individualmente y de forma controlada y separada, que los padres paseen
con sus hijos, aunque sea cerca de los domicilios y en distancias
cortas, siempre que se asegure que el distanciamiento social se cumple”,
dice Pere Godoy, presidente de la Sociedad Española de Epidemiología
(SEE).
“Permitir los paseos podría ser una primera medida, pero con
mucha disciplina en la distancia y en solitario”, añade López Acuña.
La vuelta a las clases
Cada
vez más universidades han dado ya por terminadas las clases
presenciales.
No está tan claro qué va a suceder con los colegios, cuyo
fin de curso coincide aproximadamente con las fechas límite que los
expertos consultados consideran que sería sensato el regreso. Creen, en
general, que durante prácticamente todo mayo las actividades que
supongan aglomeraciones de personas van a estar muy acotadas, o incluso
suprimidas.
“Veo complicado que se pueda volver al colegio este curso,
porque aunque por lo general la enfermedad en los niños es suave, si
entra el virus en una escuela o guardería, se infectarán todos, se lo
llevarán a la familia y se volvería a expandir”, reflexiona Godoy. Diez comunidades autónomas ya han pospuesto la EVAU
a julio, asumiendo que antes será imposible realizar la antigua
selectividad, mientras que otras 10 se mantienen a la espera para
concretar fecha por las incertidumbres sobre el avance de la epidemia.
La
semana que entra será clave para conocer el avance de la epidemia y
comprobar la resistencia de las UCI ante el momento más crítico.
Con
esta información en la mano, se perfilará probablemente hasta qué punto y
cuándo se irán suavizando restricciones como esta. “Alguna salida hay
que dar: los niños pequeños no se pueden quedar en casa tanto tiempo, o
enloquecerán ellos y sus padres”, reflexiona Trilla.
El regreso al trabajo y el teletrabajo
Igual
que no todo el mundo dejó de trabajar a la vez, no todos volverán a sus
puestos al mismo tiempo.
“Creo que hay que facilitar tan pronto como
sea posible la vuelta al trabajo de los más jóvenes y de aquellos que ya
están inmunizados. Entre otras cosas para tratar de sostener la
economía que nos sustenta a todos”, apunta José María Martin Moreno,
catedrático de Medicina y Salud Pública de la Universidad de Valencia.
“El criterio siempre sería que pudiéramos hacer aquellas cosas que nos
acerquen lo más posible a la normalidad y que se puedan realizar
manteniendo cierta distancia social.
Hay que estudiar cómo se hace esto
en aquellas actividades productivas esenciales, para que puedan volver a
trabajar.
Muchas son actividades al aire libre como la construcción, o
sectores muy industriales, donde las medidas de distanciamiento quizás
se puedan mantener”, explica Fernando Rodríguez Artalejo, profesor de
Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de
Madrid.
Los consultados convienen en que el teletrabajo se alargará
más allá del fin del confinamiento en los casos en los que sea posible.
“Mientras se pueda, se va a quedar”, afirma Trilla.
“Todo lo que se
pueda hacer desde casa hay que hacerlo; y es bastante”, añade López
Acuña.
“No es idóneo para todos, pero irá consolidándose más y más, dado
que es capaz de minimizar las consecuencias de procesos con
enfermedades infecciosas contagiosas, o con fenómenos meteorológicos
adversos”, apostilla Martin Moreno.
Bares, restaurantes y eventos
La
vuelta a la vida social tal y como la conocíamos es quizás el punto más
complicado de concretar para los especialistas en salud pública.
Insisten en que dependerá de la evolución de la epidemia, la capacidad
para hacer pruebas masivas y controlar pormenorizadamente cada caso
sospechoso por si hay que aislarlos o, incluso, dar marcha atrás en
algunas decisiones.
Una opinión extendida es que quizás, para empezar,
habrá que reducir los aforos de los establecimientos.
“Nos tenemos que
acostumbrar a estar más anchos”, sentencia Trilla.
“Muchas
de estas medidas parecen de sentido común, pero hay que discutirlas
para tener perspectiva, incluidos los propios empresarios: hay negocios
en los que si se limita mucho el aforo no son rentables.
Habrá que poner
en una balanza esto con la seguridad para encontrar el equilibrio.
También es necesario entender la psicología de población: si ven que los
establecimientos están limitados, percibirá que existe un riesgo y
quizás ni siquiera vayan”, reflexiona Rodríguez Artalejo.
Cómo será el verano
“Va
a ser un verano muy familiar”, opina Trilla. “No va a ser normal del
todo porque el turismo no va a recuperarse”, continúa. ¿Podremos ir a la
playa? Cuanto más lejos quedan las previsiones, más difícil es acertar
en ellas, pero el parecer mayoritario es que sí. “Es razonable pensar
que uno podrá disfrutar de muchos ambientes de ocio al aire libre,
incluida la playa, siempre que no se masifique demasiado”, dice
Rodríguez Artalejo.
Martin Moreno cree que si por
“normal” se utiliza la comparación de los veranos en los años recientes,
“será diferente”: “Como ya comenté, disminuirá la densidad y
aglomeraciones, especialmente en locales cerrados. Pero sí que tengo
esperanza en que podamos ir a la playa y estoy convencido de que
tendremos grandes oportunidades para vivir la vida con afecto e
intensidad y de disfrutar de uno de los beneficios de este periodo de
confinamiento: la mejor calidad del aire y agua al haber disminuido la
contaminación”.
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