El diseñador reflexiona sobre los excesos de la industria de la moda y pide que se relaje el ritmo de producción.
Lorena Pacho
Giorgio Armani fue uno de los primeros en
comprender la gravedad de la situación y en tomar medidas de prevención
contra el coronavirus, con la presentación a puerta cerrada de su
colección de otoño-invierno en la Semana de la Moda de Milán, el pasado
23 de febrero.
El diseñador tomó la decisión antes de que el Gobierno
decretara cualquier medida de distanciamiento social y cuando el país
transalpino registraba un centenar de contagios y dos fallecidos. Ahora
ha vuelto a adelantarse y ha sido también uno de los primeros en pensar
en lo que vendrá después de esta emergencia sanitaria, cuando se
recupere la normalidad.
Espera que esta crisis sea una oportunidad para
cambiar lo que no estaba funcionando y para redefinir un nuevo panorama
en un sector, que como ha apuntado el estilista, en las últimas décadas
ha estado marcado por un ritmo frenético de diseño,manufactura y entrega, con su consiguiente pérdida de identidad.
El
diseñador italiano ha escrito una reflexión muy crítica con la forma en
la que se está produciendo y en la que se está vendiendo en la
actualidad, una cuestión espinosa, muy debatida, por otra parte, desde
hace varios años.
Armani cuestiona los excesos del actual sistema de la
moda, basado en el consumo masivo y la superproducción, sin atender al
medioambiente, en una carta publicada en la revista estadounidense Women’s Wear Daily, (WWD). “Ya no quiero trabajar así, me parece inmoral”, ha clamado.
El modisto, de 85 años, reprueba en su misiva
el exceso de oferta y la rapidez con la que se suceden las colecciones y
habla de un “desajuste criminal” entre el tiempo meteorológico y las
estaciones comerciales.
También reclama un calendario más sensato.
“El
declive del sistema de la moda, tal y como lo conocemos, comenzó cuando
el sector del lujo adoptó los modos de funcionamiento de la moda rápida
con un ciclo de entrega continuo, con la esperanza de vender más”,
razona.
Y añade: “No tiene sentido que una chaqueta o un traje mío esté
en la tienda durante tres semanas, que se vuelva inmediatamente obsoleto
y sea reemplazado por una nueva mercancía, no demasiado diferente de la
anterior”.
En una entrevista con el diario italiano La Repubblica, el diseñador ha insistido en la misma línea y ha lamentado que “las finanzas se han impuesto a la creatividad”.
Ha señalado también que lo que ha impedido relajar el ritmo de
producción, algo cada vez más reclamado en los últimos tiempos desde
diferentes frentes, ha sido “la codicia por obtener beneficios, y la
creencia de que en los mercados emergentes se mantendría el ritmo
frenético y vertiginoso del consumo”.
El diseñador, un referente de autoridad indudable en la industria de la moda,
pide un cambio de paradigma en el sector y que se convierta esta crisis
en una “oportunidad para volver a dar valor a la autenticidad”.
También
carga contra la proliferación de desfiles, convertidos en espectáculos
grandilocuentes.
“Basta con la moda como un juego de comunicación, con
desfiles en todo el mundo solo para presentar ideas insípidas.
Basta de
entretenimiento con grandes espectáculos que hoy se revelan como lo que
son: inapropiados y vulgares”, dice.
Y reprocha los viajes contaminantes
y el “desperdicio” de recursos económicos para llegar a las pasarelas
de todo el globo.
“El momento que estamos atravesando es turbulento; pero nos ofrece la oportunidad única de arreglar lo que está mal,
de eliminar lo superfluo, de encontrar una dimensión más humana.
Esta
es quizás la lección más importante de esta crisis”, ha reflexionado.
Giorgio Armani, al igual que otras muchas firmas,
tiene actualmente la colección de primavera-verano 2020 paralizada,
puesto que las tiendas están cerradas.
Ahora ha anunciado que estas
semanas su equipo está trabajando para que sus creaciones estivales, a
diferencia de lo que se suele hacer, permanezcan en los escaparates al
menos hasta septiembre, “como es natural”.
El estilista cree que volver a
hacer todo como antes sería un peligro.
“Tenemos la oportunidad de
reducir la velocidad y reajustar todo para dibujar un horizonte más
auténtico.
El momento que atravesamos es dramático pero podemos cambiar
lo que no funcionaba y mejorar”, ha subrayado.
Está convencido que la clave para volver a poner todo en marcha pasa por recuperar la esencia de la moda.
“Siempre
he creído en el concepto de elegancia atemporal.
No es solo un código
estético, sino también un modo de hacer ropa que a su vez sugiere una
forma precisa de comprarla.
Es decir, para que dure”, ha apuntado.
También aconseja a las pequeñas firmas y a los jóvenes diseñadores que
se centren en la autenticidad.
“Cuando salgamos de esta pesadilla, habrá
un gran deseo de belleza, pero también de lógica, estoy seguro”, ha
dicho.
El diseñador ha donado dos millones de euros para
combatir la emergencia y está fabricando en sus plantas de producción
materiales de protección para los sanitarios.
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