¿Cómo nació realmente ‘La puerta de Alcalá’? ¿Y los homenajes matritenses de Marwan o Hilario Camacho?
Fernando Neira
¿Se acuerdan de cuando aún paseábamos por Madrid? Sí, esta ciudad engancha.
Aquí van otras nuevas intrahistorias de canciones inspiradas en la Villa y Corte.
Entre ellas, quizá la más coreada de todos los tiempos…
Hilario Camacho
fue un alma libre y un espíritu atormentado, un muchacho de infancia
traumática al que le costaba “sentir afectos” y que debió afrontar la
orfandad con solo 14 años. “Siempre le caracterizaron la melancolía y la
ensoñación, y ambos elementos aparecen en Madrid amanece de
manera muy clara”, anota el periodista Álvaro Alonso, que acaba de
publicar una extensa y documentadísima biografía sobre el artista, El trovador de Chamberí (ediciones
Sílex).
Alonso sitúa la escritura de esta pieza en 1979, en su piso de la calle de José Abascal, “tras una de sus famosas escapadas en las que nadie sabía qué era de él e incluso llegaban a darle por muerto”.
Madrid no es una ciudad amable en este retrato, que le atribuye amaneceres “con miradas de odio, egoísmo y desdicha”.
Pero la canción triunfó por su hermosura y por un sonido muy cuidado (la produjo Joaquín Torres, entonces muy influido por el pop yanqui de Christopher Cross).
Y Camacho, que provenía de la canción de autor, se granjeó incluso la simpatía en los círculos de la Movida.
“Eran los tiempos en que compartía escenario con los Cucharada de Manolo Tena o participó, junto a Mamá y Nacha Pop, en el cartel del festival Nuclear a tope”, recuerda Alonso.
La Puerta de Alcalá, de Víctor y Ana
“Siempre se ha dicho que la compusimos borrachos.
Es falso:
éramos abstemios.
Pero fumar…, sí fumábamos”.
La risotada que resuena al
otro lado del teléfono la emite Bernardo Fuster, cantante de Suburbano y
coautor de uno de los éxitos más insólitos en la historia del pop
español.
El origen es una de aquellas coplas de ciego que Fuster y su
compañero de piso en Argüelles, Paco Villar, le escribían en 1983 a Luis
Pastor para el programa de TVE Visto y no visto, que presentaba Alfredo Amestoy con arrollador éxito.
“Entre calada y calada, se nos ocurrió decir La Puerta de Alcalá, miralá, miralá
y nos partimos de risa.
Y a partir de ahí surgieron, con parecido
cachondeo, las ocho estrofas en que íbamos contando la historia de la
ciudad”.
La otra mitad de Suburbano, el guitarrista Luis
Mendo, entendió que la canción se hacía muy monótona, y de ahí que
incluyera un prólogo y epílogo diferenciados.Así quedó casi lista La puerta de Alcalá, que Mendo y Fuster registraron en 1985 junto a otros cinco temas en una maqueta que remitieron a todas las discográficas.
El fracaso fue estrepitoso. “Todos nos dijeron que nuestras canciones eran buenas, pero en absoluto comerciales.
Hasta que en CBS cayeron en la cuenta de que quizá esta pudiera servirles a Víctor y Ana, que estaban grabando un disco a medias y necesitaban una última canción para cantar entre los dos”.
El resto es historia. “El día que Víctor y Ana estrenaban el disco en el Palacio de los Deportes”, desvela Bernardo Fuster, “a CBS se les olvidó invitarnos, las entradas estaban agotadas y yo me quedé sentado en un banco, en las inmediaciones del pabellón, por si se escuchaba algo.
La puerta de Alcalá llegó en los bises y la gente se volvió loca. Regresé a mi casa alucinando:
Después de tanto trabajar, el éxito me acaba llegando con una canción hecha casi de broma…”
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