Delcy de Venezuela fastidia mucho pero pronto Fani de ‘La isla’ será imparable.
Mi padre vive en Caracas y aunque raramente utiliza el teléfono esta semana me ha llamado dos veces preocupado. “La vicepresidenta Delcy se está haciendo más famosa que tú en España”, dijo. Intenté relativizar el tema. Y eché mano de un refrán venezolano sobre el mal sabor que deja abusar del cilantro: “Es bueno el cilantro pero no tanto, papá”.
Él hizo una pausa. “Boris, si a mí me preocupa es por algo. Maduro abrió el Congreso de los Trabajadores riéndose de ello.
Y esto puede ir a más”, alertó mi progenitor.
¿Qué puede ser ese más?, interrogué. “A lo mejor la invitan a Supervivientes”.
Es indudable que en este momento las dos mujeres más famosas en España son Delcy de Venezuela y Fani de La isla de las tentaciones.
Es probable que mientras esperamos descubrir a la “verdadera Fani” en Supervivientes, como ella misma dice en la extensísima entrevista en Lecturas, tengamos que oír hablar mucho de la vicepresidenta venezolana en Telecinco.
Su visita se está convirtiendo en algo tan inolvidable como las aventuras de Fani en la isla.
De hecho, durante el concierto benéfico en el Auditorio Nacional que protagonizaron mis compañeros de Prodigios, Ainhoa Arteta y Andrés Salado, Jaime de Marichalar quiso saber cual era mi “opinión sobre esta visita”.
Intenté explicarle pero justo en ese momento, Ainhoa empezó a interpretar Vissi d'arte y la respuesta, como podría suceder con todo el lío de Delcy, quedó en el aire.
Quizás mi padre tenga razón, Delcy fastidia mucho pero pronto Fani será imparable. Es maravilloso, oportuno incluso, que Cris la haya perdonado y anuncien boda para muy pronto pero sin fecha, como las elecciones catalanas.
Cris, que cada día nos cae mejor a todos, le ha pedido que se mantenga alejada 50 metros de cualquier hombre en el nuevo reality.
Ella lo ha prometido pero lo que nos gusta de Fani es precisamente que sea tan proclive a meterse en líos, complicándole la vida a otros.
Algo que comparte con la vicepresidenta Delcy.
Mientras esperamos al desarrollo de Supervivientes, habrá que seguir los debates en el Congreso donde Pablo Iglesias busca un estilo propio que se adapte a su función como vicepresidente.
No es fácil.
Ni es una buena idea camuflarse en ese mar de trajes azul marino que es la Cámara Baja.
Tampoco hay que insistir más en esa camisa de cuadros y esos pantalones sin talle que le han caracterizado.
El grunge ha quedado atrás.
La clave sería no recurrir a esos trajes demasiado armados, como del BBVA, con unas hombreras que no necesita y un largo de americana que tampoco le conviene. ¡Está abusando del cilantro y no encuentra el punto de sabor adecuado!
Propongo recurrir a la americana desestructurada, sin forro y sin hombreras, que se amolde con flexibilidad milenial a su figura.
No entramos en lo de cortarse la coleta porque los varones que la llevan pueden pasar décadas con ella sin perder encanto, como por ejemplo nuestro amado Antonio Banderas.
Los diputados, opositores o no, se visten con ese mimético traje azul marino repetido por la mayoría desde Sánchez a Casado.
Por eso, cuando Iglesias aparezca con una americana sin forro, deportivas y pantalón oscuro, acotará la diferencia sin saltarse del todo la ortodoxia.
Otro error es vestir trajes de color gris. Parecen uniformes maoístas.
En cambio, podría aprovecharse del color corporativo de su partido y usar algún accesorio violeta.
¡No hay nada que supere un golpe de efecto!
En otro lugar, geográficamente alejado de la sede del poder legislativo, dentro del Parque Nacional de Doñana, la reina Letizia dio ese golpe de efecto.
Según la revista Love, la monarca seleccionó un “total look de Mango”, con colores vinculados a los que ofrece Andalucía en vísperas de la primavera.
Esto implica un cambio de ciclo. Un total look era, hasta esas imágenes en Doñana, algo que siempre se asociaba a marcas de lujo.
Letizia apostando por la moda española low cost, ha conseguido mostrarse finalmente como una reina cercana, enamorada, encantada con compartir un trozo de nuestra magnífica naturaleza y además ir cómoda, que es algo que Isabel Preysler no deja de resaltar como importantísimo.
Y no puedo no estar de acuerdo.
Pero, ser reina y estar cómoda no es algo fácil de combinar.
Letizia pareciera haber dado con la fórmula campera como solución.
Los más críticos todavía no están de acuerdo: bueno es cilantro pero no tanto, me recuerdan.
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