Ahora España vive la dudosa gloria del reino del eufemismo; pero eso es
pan para hoy y hambre para mañana, pues la vida actual, asaltada
violentamente por la globalidad, destapa en seguida las vergüenzas de la
ocultación.
Así que los intentos del Gobierno y de algunos medios que le son
rabiosamente afines por despejar la idea de que Europa ha establecido
una maniobra de rescate sobre la actividad financiera española ha sido
ridiculizada de inmediato primero por algunos medios (como el Time,
usted dice Tomate, yo digo Rescate) e inmediatamente por las propias
autoridades europeas, que no han sentido que la desviación de la
realidad sea buena para las relaciones de España con la actual metrópoli
del euro.
A España la fiebre de la realidad le ha entrado en un momento crucial
de sus finanzas, pero, como si hubiera en el cataplasma del eufemismo
alguna cura, los gobernantes y sus portavoces (queridos o espontáneos)
se han lanzado a la piscina para hacer olas y evitar que se vea el
tamaño del elefante.
Es cierto que en economía, como en los toros, en el fútbol y en la
religión, una buena metáfora alivia una terrible derrota, y de eso están
llenos los campos y las hemerotecas, pero ese recurso no es infinito.
Tendría que tener el Gobierno, trabajando día y noche, a cientos de
guionistas del cine o de la televisión, y a un número igual de poetas,
para mantener hasta el fin de sus días (o de los días de esta
incertidumbre) para nutrir de metáforas, de paradojas, de eufemismos en
fin, la realidad tozuda de las frases que hay en los comunicados
europeos, secos y terminantes como los versos con los que José Hierro
termina algunos de sus poemas de desesperanza.
Es cierto que, como dice la canción ye ye, no nos queremos enterar de
lo que pasa de veras, pero quizá los que deben usar menos las maniobras
que el lenguaje permite para llamar mentiras a la verdad, los
gobernantes, deben regresar al lenguaje real, deben dejar a un lado el
lenguaje metafórico, pues el dinosaurio es muy tozudo, y cuando nos
despertemos del sueño con que nos duermen estos días ese animalejo
prehistórico va a seguir ahí hurgándonos la planta de los pies con su
risita sin misericordia.
Que se dice Rescate, que no se dice Tomate.
Muchos guionistas harán falta para cambiar de sentido la trama, y además no merece la pena.
La realidad es tozuda como los dinosuarios.
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