El exmarido de Marta Luisa decidió quitarse la vida al final de un año marcado por la aparición del novio chamán de la princesa y las enfermedades del rey Harald y Mette-Marit.
La muerte del escritor Ari Behn, exmarido de la princesa Marta Luisa de Noruega, confirmada el día de Navidad por su familia, convierte en tragedia la trayectoria de uno de los consortes más polémicos de la realeza europea.
Tenía 47 años, y en octubre de 2018 publicó un libro titulado Infierno, donde reflejaba la vorágine emocional que desató su divorcio, firmado en 2017.
También era un pintor de cierto éxito, pero ninguno de los aspectos profesionales que él quería hacer destacar llamaron tanto la atención últimamente como sus cambios de estado de ánimo.
Un hecho cierto al que se unió que la nueva relación de su exesposa con Derek Verrett, un chamán nacido en Estados Unidos, había oscurecido notablemente su figura de cara a la opinión pública.
Behn y la princesa Marta Luisa tenían tres hijas, Maud (16 años), Leah (14) y Emma (11), y su muerte llega en un año difícil para la familia real noruega.
El fallecimiento de Ari Behn ha acaparado titulares en la prensa noruega, y Aftenposten, el diario de mayor circulación, ha asegurado que “él abrió la Casa Real a la gente e hizo accesible la literatura y la cultura mucho más que la mayoría”. También se señala que el matrimonio de Haakon con Mette-Marit Tjessem, en 2001, y el de la princesa Marta Luisa y Behn, en 2002, “fueron criticados por la opinión pública y hasta se predijo la caída de la monarquía por la llegada, respectivamente, de una madre soltera y un escritor con sentido del espectáculo.
Pero la monarquía sobrevivió, convirtiéndose en un reflejo de la sociedad (…).
Los reyes, Harald y Sonia, supieron ver el amor entre dos personas”.
El tono del pésame del rey Harald y su esposa, la reina Sonia, refleja que a pesar de las excentricidades de su exyerno, prevalecía el cariño:
“Tenemos recuerdos cálidos y afectuosos de él; estamos agradecidos de haberlo conocido”, dicen los monarcas en un comunicado oficial, entre otras cosas.
El mismo tono que han utilizado el príncipe Haakon y su esposa, Mette-Marit, en su nota de despedida:
“Fue un buen amigo, un miembro querido de la familia y un tío maravilloso, con quien compartimos muchos de los pequeños y grandes momentos de la vida”.
Para Ari, sin embargo, su nueva vida no fue fácil a tenor de sus declaraciones.
Admitió haber sufrido "una depresión" tras el divorcio, un momento del que dijo:
"Es un gran cambio. Se puede comparar con una muerte".
Y lo calificó con palabras como "dolor, sufrimientos, extrañeza, tristeza y pérdida".
La misma definición que sobre él mismo dio con motivo de la presentación de su libro refleja sus contradicciones:
"Puestos en lo peor, soy un payaso.
Visto con más clemencia, soy una persona cualquiera y un actor. Para muchos, soy un loco".
La policía encontró su cadáver en su domicilio por la tarde, y frente al hermetismo de la investigación oficial, la web de Ari Behn aporta luz sobre sus intentos por hacerse oír.
Junto a un retrato suyo de estudio, figura una amplia biografía dominada por sus logros literarios y sus lazos familiares antes de convertirse en yerno regio.
Por el contrario, su matrimonio de 14 años con la princesa Marta Luisa, su posterior separación en 2016 y el libro sobre su boda que escribieron juntos (2002), ocupan dos líneas y media.
El aparente desequilibrio entre ambos aspectos de su vida refleja su deseo, repetido en público desde el divorcio, de ser tomado en serio solo por su trabajo.
En total, escribió tres novelas, tres colecciones de relatos, y tres piezas teatrales, y vendió 100.000 ejemplares de su libro Triste del Infierno, publicado en 1999 con buenas críticas.
Durante toda la noche de Navidad, las cuentas de Instagram de sus amigos y colegas se llenaron de recuerdos, y dos comentarios arrojan algo de luz sobre el bajón emocional que le afectaba. Mikael Persbrandt, escritor y artista, con el que expuso en varias ocasiones, afirma de él: “Tenías luz, un brillo especial.
Ahora veo que la oscuridad se lo ha llevado. Me duele tanto. Ruego por ti, por tus hijos y familia”.
Por su parte, Mia Gundersen, otra artista y amiga, lo describe como “una de las almas más coloristas y valientes de nuestro país; tenía que esforzarse para ser él mismo y el valor de serlo”, en unas declaraciones al rotativo noruego Dagbladet.
Luego añade: “Es tristísimo que escogiera quitarse la vida. Querido Ari, te necesitábamos, maravilloso pavo real con tu poder para ser vulnerable.
Duele saber que has elegido dejarnos”.
La familia, que tiene otros dos hijos, se trasladó a la ciudad de Moss, al sur de Noruega, cuando él tenía seis años.
Sus progenitores se casaron en 1973, se divorciaron nueve años después y, en 2007, se volvieron a casar, según consta en la reseña biográfica de su sitio de web, donde alude asimismo al hecho de que cambió su apellido “por el nombre de soltera de su abuela materna”.
En 2017, la revista del corazón Se og Hor, con ediciones en Dinamarca, Suecia y Noruega, desveló que Behn tenía una novia, la experta en sociología criminal EbbaRysst Heilmann, de 32 años, con quien había acudido a varios actos en los que sabían que les podrían hacer fotografías.
La trágica desaparición de Behn cierra un año que se podría calificar de horribilis para la familia real noruega.
El rey Harald, de 82 años, ha tenido problemas de salud. Ha padecido cáncer, una dolencia que parece controlada, pero la semana pasada, volvió a tener que suspender su agenda oficial por enfermedad y a ser sustituido por su hijo Haakon, el príncipe heredero, en los actos que tenía previstos.
Oficialmente se informó de que se trataba de una infección vírica que le mantendría de baja laboral varios días, y su recuperación se escenificó este miércoles cuando asistió a la tradicional misa de Navidad en la capilla Holmenkollen, a la que llegó acompañado por la reina Sonia, la princesa Marta Luisa, la nueva pareja de esta, Durek Verret, y tres de sus nietas, precisamente las que tuvo su hija con Ari Behn.
En ese momento todo eran sonrisas sin imaginar siquiera el drama que llegaría a la familia pocas horas después.
La imagen de Durek Verret en un acto significativo para la familia real no borraba del todo la crisis encubierta que significó su llegada a la vida de Marta Luisa, que oficializó su relación con el chamán californiano el pasado mes de mayo con una publicación en Instagram que no dejaba lugar a dudas: "Cuando encuentras a tu alma gemela, lo sabes.
Y yo he tenido la suerte de haber conocido la mía... Me ha hecho darme cuenta de que el amor incondicional existe en este planeta... Me siento feliz y bendecida porque es mi novio", escribió junto a una fotografía de ambos.
En julio fue Verret quien concedió una entrevista al Times en la que afirmó: "Es muy duro para alguien de color entrar en la familia real. Pero es muy distinto cuando es la mujer la que se enamora del hombre.
La gente se siente incómoda cuando una mujer blanca escoge a un hombre de piel negra, que es chamán, que es su alma gemela sexual.
Agita las conciencias. Estamos cambiando las cosas por estar enamorados.
No podemos enfadarnos por ello.
Es un momento de evolución. La gente está en una constante caza de brujas, no tiene nada que ver conmigo o con Marta Luisa. T
iene que ver con ellos mismos".
Pero las críticas, incluso dentro de su propia familia, arreciaron cuando Marta Luisa de Noruega comenzó una gira de conferencias con su nuevo novio que se presentaba bajo el nombre de La princesa y el chamán.
Una elección que provocó situaciones incómodas que llevaron a una solución salomónica para parar los efectos de esta nueva originalidad de la hija menor de los reyes de Noruega: "Últimamente ha habido muchas discusiones sobre mi uso del título en un contexto comercial.
El hecho de que lo usara en el título de mi gira fue un error y lo siento.
Las críticas son algo que me he tomado en serio y, en colaboración con mi familia, hemos decidido que es mejor que hagamos algunos cambios", escribió la princesa en un comunicado.
En octubre de 2018 se anunció que la esposa del príncipe heredero padece fibrosis pulmonar, una dolencia que dificulta la respiración y le ha obligado a reducir sus compromisos oficiales.
Por este motivo se medica regularmente y tiene que someterse a revisiones médicas de forma periódica.
Además de su dolencia, la princesa Mette-Marit se ha visto envuelta en una nueva polémica en las últimas semanas, después de conocerse que se había reunido varias veces con el pedófilo estadounidense Jeffrey Epstein en 2011 y 2013.
Una amistad que le obligó a pedir disculpas a principios de diciembre: "Nunca me habría relacionado con el señor Epstein si hubiera sabido la gravedad de los crímenes que cometió.
Debería haber investigado su pasado más profundamente y lamento no haberlo hecho", afirmó en un comunicado.
Definitivamente no corren buenos tiempos en la familia real noruega.
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