Claves de la película más crepuscular y dolorosa del director neoyorquino, en la que ha reunido a Al Pacino, Robert De Niro y Joe Pesci para contar uno de los grandes asesinatos de la mafia estadounidense.
"Me han dicho que pintas casas".
La frase, que titula el libro de Charles Brandt en el que se basa el guion de Steven Zaillian, valdría perfectamente para definir también la nueva película de Martin Scorsese, El irlandés
. Por un lado, suena a algo inofensivo, casi elegante: pintura, casas. Alguien que escucha algo de otro.
Sin más, ¿no? El irlandés es la película más mesurada de los títulos gansteriles del neoyorquino, que ha decidido derivar la electricidad habitual de su narración a sentimientos más soterrados. Por otro, ese "pintar casas" significa que era un asesino a sueldo, ya que al disparar a alguien el chorro de sangre del balazo mancha, pinta las paredes y el suelo del lugar donde se comete el asesinato. Es Scorsese.
Habrá sangre.
La frase, que titula el libro de Charles Brandt en el que se basa el guion de Steven Zaillian, valdría perfectamente para definir también la nueva película de Martin Scorsese, El irlandés
. Por un lado, suena a algo inofensivo, casi elegante: pintura, casas. Alguien que escucha algo de otro.
Sin más, ¿no? El irlandés es la película más mesurada de los títulos gansteriles del neoyorquino, que ha decidido derivar la electricidad habitual de su narración a sentimientos más soterrados. Por otro, ese "pintar casas" significa que era un asesino a sueldo, ya que al disparar a alguien el chorro de sangre del balazo mancha, pinta las paredes y el suelo del lugar donde se comete el asesinato. Es Scorsese.
Habrá sangre.
Lo sea o no la de Leone, El irlandés sí lo es.
Y citando a Alejandro G. Calvo, de Sensacine, el auténtico título de la película de Scorsese debería ser El hombre que mató a Jimmy Hoffa, porque es la versión gansteril del gran wéstern crepuscular El hombre que mató a Liberty Valance: desde el trasfondo pesimista hasta el encaje del reparto; desde el narrador del que no puedes confiar como espectador, hasta de cómo se escribe la historia.
Es el final de una época, y nadie sabe lo que llegará más tarde.
Autorreferentes. Ya hemos hablado del reparto, scorsesiano a tope.
A sus 76 años, al director le quedan aún probablemente varios títulos por rodar (ojalá así lo quiera el dios del cine, si eso existe en alguna religión), pero parece muy complejo que pueda levantar otro proyecto similar.
Y por eso se dedica a salpicar el metraje de guiños a su filmografía.
Un ejemplo: hay una secuencia en el Copacabana, local en el que se desarrolla el mítico plano secuencia de Uno de los nuestros, que acaba en una actuación de Don Rickles, cómico amado por Scorsese, quien le dio un papel en Casino.
En el tono, La edad de la inocencia es un referente cercano. porque el cine del neoyorquino ha estado siempre más interesado en las emociones que en los hechos.
Y por supuesto, se repiten clásicos de la música de los sesenta y setenta, idolatrados por Scorsese.
Remordimientos. La película se divide claramente en dos partes, separadas por la entrada y salida en prisión de Jimmy Hoffa.
Si la primera se siente más cercana al estilo Scorsese, la segunda entra en una reflexión sobre el dolor, la culpa y la imposible redención como no se había visto previamente en su cine, muy alejado de esas reflexiones, al menos en sus protagonistas, que siempre se movieron por ambición y la avaricia a través del poder y la crueldad.
Pero al decidir que la acción traspase décadas, el remordimiento cobra peso.
Ahí resulta clave el personaje de Anna Paquin, y sus silencios.
El ritmo del montaje cambia por completo, desaparece casi la música (hecho asombroso en la obra de Scorsese) llegando a una extrema sequedad en el asesinato central del filme.
Todo por el dolor.
HIstoria de Estados Unidos. Scorsese ha levantado a lo largo de las décadas un retrato de EE UU, al menos de la historia italoamericana, a través de su cine. El irlandés se suma a esa categoría de libro de historia a través de los crímenes.
Se habla de JFK, Nixon y de Fidel Castro, aparecen el Watergate, Robert F. Kennedy y Bahía Cochinos.
Las ramificaciones van más allá que en pasados largometrajes.
El equipo médico habitual. En el montaje, Thelma Schoonmaker, maestra del tiempo, que aquí da otra lección magistral.
En la fotografía, Rodrigo Prieto, con el que Scorsese ya había trabajado en El lobo de Wall Street y Silencio, y en el cortometraje-anuncio The Audition.
En la música, Robbie Robertson, otro amigo íntimo, que en esta ocasión aporta un par de piezas de cuerda sobrecogedoras.
Ellen Lewis, la directora de reparto, ha llamado a todo tipo de actores scorsesianos, de su cine y de sus series como Vinyl o Boarwalk Empire.
Bob Shaw recrea minuciosamente, con la precisión que siempre requiere Scorsese, centenares de bares, restaurantes, calles, casas... Zaillian ya escribió Gangs of New York.
¿Para qué cambiar si son una maquinaria precisa y ajustada?
Los planos secuencia. Si en los planos secuencia de Berlanga los personajes entraban a cámara a dialogar, en el cine de Scorsese es la cámara -normalmente la steady cam- la que manda.
Ya hemos hablado del gran momento de Uno de los nuestros.
En El irlandés el inicio ya es un plano secuencia en una residencia de ancianos al ritmo de In The Still of the Night que se escucha en la radio de la habitación de Sheeran, el destino final de la cámara.
Probablemente ese movimiento se encuentre más cercano a la majestuosidad del plano secuencia de la mansión de La edad de la inocencia.
Hay más, mejor no desvelarlos.
Netflix, cines y Oscar.
Tras su première mundial en el festival de Nueva York a finales de septiembre, este pasado fin de semana El irlandés ha llegado a Europa con su proyección en el certamen de Londres.
En Estados Unidos la película de Scorsese se estrena el 1 de noviembre, en España el 15 de noviembre y probablemente en no más de 30 salas, ya que la exhibición se niega a ceder ante las condiciones de Netflix.
En la plataforma se podrá ver desde el 27 de noviembre. Sería clara favorita a ganar el Oscar a mejor película... si no estuviera Érase una vez... en Hollywood, que se ha producido y estrenado por los canales clásicos, y que habla de algo que le fascina a Hollywood: el propio Hollywood. La competición va a ser dura.
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