De origen cubano, la nueva pareja del cantante forma parte de la vanguardia de su país y es conocida por sus instalaciones de gran tamaño, una de las cuales se pudo ver en la neoyorquina Times Square.
Valdés, de 30 años, es una artista de origen cubano que se graduó en la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro de La Habana en 2010 y en el Vermot Studio Center.
Esta última es una selectiva organización sin fines de lucro situada en Johnson, ciudad del Estado de Vermont, que organiza programas de residencia en Bellas Artes y Escritura y está considerado como una de las más grandes de Estados Unidos en este tipo de disciplinas.
La artista se declara multidisciplinar y así lo refleja su página web donde se puede ver algunos ejemplos de su producción en pintura y fotografía.
Pero la especialidad en la que más ha destacado, y por la que se la conoce especialmente en Latinoamérica, son las instalaciones de gran tamaño con las que busca interactuar con el espectador sea entendido o no en arte.
Una de las más destacadas la bautizó The beginning of the end y consistió en una especie de caleidoscopio gigante a base de espejos que quedó instalada en la neoyorquina Times Square.
“Fue un reto crear para un espacio enorme”, afirma en su propia web, “compartir mi trabajo con personas de muy variados países, religiones, estilos.
Para mí el arte es un lenguaje universal y de lo que va la pieza es de crear emociones y de estar conectados aunque cada uno experimente de forma diferente”.
Considerada parte de la vanguardia artística cubana y habitual de la Bienal de este país, el arte y amigos comunes parecen haber sido el nexo que le ha unido a Alejandro Sanz.
El cantante confesó en 2018 a la
agencia Efe que en un momento dado tuvo que elegir entre la pintura y la
música, y eligió lo segundo.
Pero el gusanillo quedó ahí y en mayo de 2018 retomó su afición a lo grande presentando en Nueva York su primera exposición. Smile,
en colaboración con el artista mallorquín Domingo Zapata.
Una treintena
de cuadros con los que Sanz encontró otra vía para dar salida a sus
emociones.
“Solo fabrico caminos para que el arte que nace en mí camine
hacia su hogar”, escribió entonces en sus redes sociales.
La nueva pareja ni ha confirmado ni desmentido su relación, una
práctica que Alejandro Sanz ha convertido en habitual en todo lo que
concierne a su vida privada.
Sin embargo no ha podido evitar que los rumores sobre la existencia de una nueva mujer en su vida, tras la separación de Raquel Perera —que ambos confirmaron el pasado mes de julio a través de sus redes sociales— se corroboraran después de unas imágenes en las que se les podía ver navegando juntos por los canales de Miami en el yate del cantante, a pesar de que su equipo de seguridad había revisado la zona para asegurarse de que no había paparazis.
Mientras Alejandro Sanz recorre Estados Unidos
para cumplir con los compromisos de su gira y lo hace acompañado de
Rachel Valdés, esta misma semana en España el cantante ha sufrido un
revés en el contencioso que le enfrenta con Rosa Lagarrigue,
quien fue su representante durante 25 años.
Lagarrigue demandó al intérprete después de que este rompiera unilateralmente, en mayo de 2016, el contrato que les unía con un escrito enviado por el administrador del cantante.
Este lunes se hizo pública una sentencia del Juzgado de Primera Instancia 74 de Madrid que condena al cantante a pagar 5,4 millones de euros a su exrepresentante por considerar injustificada la resolución del contrato de representación que les vinculaba.
Una sentencia que se puede recurrir pero que augura tiempos de juzgados y negociaciones para Sanz, que también tiene pendiente disolver su matrimonio con Raquel Perera, que además de ser la madre de sus dos hijos más pequeños, Dylan y Alma, es quien llevaba las riendas de sus negocios.
Sin embargo no ha podido evitar que los rumores sobre la existencia de una nueva mujer en su vida, tras la separación de Raquel Perera —que ambos confirmaron el pasado mes de julio a través de sus redes sociales— se corroboraran después de unas imágenes en las que se les podía ver navegando juntos por los canales de Miami en el yate del cantante, a pesar de que su equipo de seguridad había revisado la zona para asegurarse de que no había paparazis.
Lagarrigue demandó al intérprete después de que este rompiera unilateralmente, en mayo de 2016, el contrato que les unía con un escrito enviado por el administrador del cantante.
Este lunes se hizo pública una sentencia del Juzgado de Primera Instancia 74 de Madrid que condena al cantante a pagar 5,4 millones de euros a su exrepresentante por considerar injustificada la resolución del contrato de representación que les vinculaba.
Una sentencia que se puede recurrir pero que augura tiempos de juzgados y negociaciones para Sanz, que también tiene pendiente disolver su matrimonio con Raquel Perera, que además de ser la madre de sus dos hijos más pequeños, Dylan y Alma, es quien llevaba las riendas de sus negocios.
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