Isabel Preysler se notaba desplazada en la boda de Susana Gallardo y Manuel Valls.
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Por cierto, Manuel, que sepas que el baile no es lo tuyo.
Se notaba que todas eran señoras “bien”.
¡Qué diferencia de los escotes siliconados y las faldas enseñando pierna de otras bodas recientes de infausto recuerdo!
En ese ambiente algo bohemio, la Preysler llevaba un vestido de corte un poco anticuado y aire monacal que le iba ancho y largo porque está delgadísima, lucía el típico pelo rizoso propio de la humedad de la isla y se notaba desplazada.
Una invitada maliciosa me cotillea: “Creo que se ha hecho microblading en las cejas”. No acaparó protagonismo, no se sumó al jolgorio.
¡El silencio y las sonrisas son sus armas! Solo tenía ojos para su Mario, rodeado, él, sí, de admiradores masculinos y femeninos.

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