Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

10 sept 2019

Gabrielle d'Estrées y su hermana' (Anónimo). Ejemplo de erotismo de la Segunda Escuela de Fontainebleau, siglo XVI Gabrielle d'Estrées y su hermana' (Anónimo). Ejemplo de erotismo de la Segunda Escuela de Fontainebleau, siglo XVI

Gabrielle d'Estrées y su hermana' (Anónimo). Ejemplo de erotismo de la Segunda Escuela de Fontainebleau, siglo XVI
Gabrielle d'Estrées y su hermana' (Anónimo). Ejemplo de erotismo de la Segunda Escuela de Fontainebleau, siglo XVI
 
'Startups'

Machismo y censura contra las emprendedoras que aplican la tecnología al sexo.

Algunas activistas denuncian el doble rasero por el que se miden los proyectos del segmento ‘sextech’, que mueve 30.000 millones de dólares, en función de si están orientados a un público masculino o femenino.

Encantado de hablar de sexo contigo y practicamos cuando quieras”.
 Tras escuchar esta respuesta a la presentación de su proyecto, Andrea Oliver no se achantó. 
Ni mucho menos. Puso en su sitio al inversor que soltó esas palabras y continuó buscando financiación para lanzar Emjoy, la app que mediante sesiones de audio mejora el bienestar sexual de las mujeres, lo que la encuadra en el segmento sextech.
 Conformado por dispositivos y servicios que aplican la tecnología a la vida sexual, este mercado mueve actualmente unos 30.000 millones dólares y crece a un ritmo anual del 30%, según Tristan Pollock, socio de la aceleradora 500 startups.
“Sabía que tenía las cosas difíciles porque era una joven de 27 años intentando levantar capital en España para una compañía de sextech orientada exclusivamente a mujeres y centrada en el mercado anglosajón, pero seguí adelante porque mi idea estaba respaldada por estudios científicos y sexólogos”, recuerda la emprendedora.

 

Después de ese episodio, las cosas mejoraron hasta recaudar lo necesario para formar equipo y publicar la aplicación, disponible desde el pasado julio. Ese mismo mes, la firma de capital riesgo Nauta Capital, donde Andrea Oliver trabajó durante dos años, anunció una inversión de un millón de euros en Emjoy.
¿Prueba superada? No del todo. 
Aún quedaba derribar la barrera de la censura. “Al día siguiente de hacer los primeros anuncios en Facebook, nos cerraron la cuenta. 
Directamente. Tuvimos que hablar con la red social para explicarles que no hay nada pornográfico en nuestra app porque nos centramos en el ámbito de la salud y la educación sexual es una pieza fundamental del bienestar general, pero para hacer publicidad sin problemas finalmente nos decantamos por mensajes más sutiles en Facebook”, señala Oliver. 
  • Activismo frente al doble rasero
¿Pero se trata por igual a las propuestas relacionadas con el bienestar sexual masculino?
 Algunas voces afirman que la censura en el sector sextech es más permisiva cuando la publicidad se dirige a hombres. Para demostrarlo, las compañías Dame y Unbound lanzaron recientemente el juego approved, not approved, que reta al usuario a adivinar qué anuncios fueron permitidos o rechazados en redes sociales, revistas impresas o el metro de Nueva York.
 “Con esta campaña queremos que el público comprenda que las pautas publicitarias se aplican de manera selectiva en las plataformas sociales, lo que limita el acceso a las soluciones y a la educación sexual que ofrecen algunas marcas”, comenta a EL PAÍS Retina Polly Rodriguez, CEO y cofundadora de Unbound que junto a Lidia Bonilla creó en 2015 Women of Sex Tech, una comunidad de la que forman parte más de cien emprendedoras con proyectos tecnológicos sobre bienestar sexual.
Andrea Oliver, fundadora de Emjoy
Según Rodriguez, existe un patrón que tiende a considerar el placer como parte de la salud sexual de los hombres, mientras que en el caso de las mujeres el placer se separa de la salud sexual. 
“Hay anuncios relacionados con la disfunción eréctil o el agrandamiento del pene porque se asocian con la salud, mientras que los lubricantes, los vibradores y otros accesorios se catalogan como productos para el vicio y tienen prohibida la publicidad en Facebook, Instagram, Pinterest, Snapchat, Twitter, AdRoll y el metro”, apunta.
La experiencia de Patricia López, CEO y fundadora de Myhixel, rebate en cierto modo ese doble rasero ligado al género.
 El proyecto de esta emprendedora sevillana de 35 años se centra en mejorar el bienestar sexual masculino con una solución para controlar la eyaculación. 
Para ello, se combina un dispositivo masturbador que vibra y se autocalienta hasta alcanzar entre 36,5ºC y 37ºC con un programa de ejercicios que se realiza desde una app.
 “Nos han baneado de Facebook, Instagram, YouTube… Ni siquiera podemos publicitarnos en Tinder o en portales de citas, por lo que al menos en nuestro caso no existe una mayor permisividad por dirigirnos a hombres”, comenta López.
 ¿Cuál es entonces la línea roja? Para la CEO de Myhixel, la censura en sextech no tiene que ver con productos masculinos o femeninos, sino con la presencia de un aparato físico o juguete sexual, aunque esté diseñado para tratar disfunciones como la eyaculación precoz. 
“Nuestro masturbador se está certificando como dispositivo sanitario en la UE, tenemos una metodología para el control eyaculatorio basada en estudios científicos y colaboramos con el Instituto Sexológico Murciano, la Universidad Miguel Hernández de Elche y el Hospital Virgen del Alcázar de Lorca.


Creíamos que no tendríamos problemas, pero por ejemplo Apple no nos publicó la app hasta que centramos la explicación en la terapia, desvinculándola del dispositivo”, remarca López.
  • Ferias con polémica
Cada vez son más frecuentes las ferias sobre sextech donde se exponen sin problemas dispositivos tecnológicos para el bienestar sexual.
 Pero hasta ahora la presentación de estos productos tecnológicos estaba reservada a encuentros sobre juguetes sexuales o a ferias tecnológicas.
 Este último caso también ha dado lugar a polémicas en torno al género de los usuarios, como la ocurrida en la última edición del popular CES de Las Vegas, el pasado enero, cuando el vibrador para mujeres Osé se excluyó de la zona de exposición por no encajar en ninguna categoría permitida, a pesar de que en la convocatoria inicial de la feria obtuvo el premio a la innovación en “Robótica y drones”. 
Tras las quejas de Lora Haddock, fundadora y CEO del fabricante del dispositivo, que recordó la presencia en CES de productos destinados al público masculino como muñecas sexuales o porno en realidad virtual, los organizadores del encuentro rectificaron el pasado mayo y devolvieron el premio al dispositivo, aunque aún no se ha confirmado su presencia en CES 2020. 

 

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