Kavafis nos propone un camino hecho de experiencias, disfrutar y aprender de ellas. De sus versos se desprende que no cedamos en nuestro deseo de arribar "a bahías nunca vistas".
Nos alienta a un viaje en la que nuestra curiosidad es animada por la voluntad de búsqueda y conocimiento:
FUI (1913)
- Nada me retuvo, Me liberé y fui,
- hacia placeres que estaban
- tanto en la realidad como en mi ser,
- a través de la noche iluminada.
- Y bebí un vino fuerte,
- como sólo los audaces beben el placer.
- CIUDAD (1911)
Dices: "Iré a otra tierra, hacia otro mar,
y una ciudad mejor con certeza hallaré.
Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado,
y muere mi corazón
lo mismo que mis pensamientos en esta desolada languidez.
Donde vuelvo mis ojos solo veo
las oscuras ruinas de mi vida
y los muchos años que aquí pasé o destruí."
No hallarás ni otra tierra ni otra mar.
La ciudad irá en ti siempre.
Volverás a las mismas calles. Y en los mismo suburbios llegará tu vejez;
en la misma casa encanecerás.
Pues la ciudad siempre es la misma. Otra no busques - no la hay -,
ni caminos ni barco para tí.
La vida que aquí perdiste
la has destruido en toda la tierra.
[1] Los poemas citados de Konstantino Kavafis son de Poesía Completa. Poesía Hiperión. Traducción de José María Alvarez.. Es por ello que Itaca es un viaje esencialmente hacia sí mismo, y en el que si no aprendemos y ganamos con el paso del tiempo en sabiduría, o no llegamos a la comprensión y a la compasión, de nada nos valdrá cualquier viaje externo. Opuesto, en este sentido, al poema Ítaca, tenemos Ciudad (1911), donde Kavafis nos viene a confirmar esto: si al viaje externo no le acompaña el interno, de nada sirve cambiar de lugares:
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