Siempre entre las nubes hay esos huequitos de Sol que te dan valor.
Un Blues
Del material conque están hechos los sueños
23 jul 2019
Retratos de la relación turbulenta entre Warhol y Basquiat
Jean-Michel
Basquiat abraza a Andy Warhol en el Rockefeller Center de Nueva York,
donde habían acudido a una fiesta, la noche del 19 de septiembre de
1985.The Andy Warhol Foundation for the Visual Arts, Inc.Fueron dos monstruos del arte contemporáneo de la segunda mitad del siglo XX. Basquiat, el dandi salvaje curtido en el grafiti que alcanzó la fama impulsado por Andy Warhol, el amante impenitente del talento. Una colección de fotografías inéditas ahonda en su turbulenta relación
PAIGE Y yo estamos peleando. Ella seguía con sus indagaciones sobre
Jean-Michel. Y dijo: ‘¿Ya estás empezando de nuevo tu rollo gay con
Jean-Michel? Le respondí: ‘Escucha, no me iría a la cama con él porque
es tan mugriento que no puedo imaginar que alguien pueda hacerlo. Tú
eres la que tuvo un rollo con una persona sucia y desaseada”. Pocas
semanas antes de morir, este pasaje de sus Diarios fechado el 11 de enero de 1987 es la última referencia que Andy Warhol dejó escrita sobre Jean-Michel Basquiat. De los tres protagonistas de la escena, solo Paige Powell
sigue viva. Su voz suena ajada, pero lúcida, al otro lado del teléfono
desde un rincón de Portland, al noroeste de Estados Unidos. Todavía
regresa esporádicamente a Nueva York, donde convivió con estos dos
monstruos del arte contemporáneo estadounidense de la segunda mitad del
siglo XX. “Andy y yo siempre estábamos bromeando. No hay que tomarse al
pie de la letra ni en un sentido trágico aquella conversación
reproducida en sus Diarios. Esa era nuestra forma de hablarnos”. Fotógrafa, marchante de arte y luminaria de los años ochenta en la
Gran Manzana, Paige Powell es memoria viva de aquel tiempo. Y un
formidable testigo de la compleja relación entre Warhol y Basquiat. Con
este último, al que recuerda “extremadamente romántico”, mantuvo un
turbulento e intermitente noviazgo entre 1982 y 1985. Y vendió buena
parte de sus primeros lienzos. “Lo que hubo entre Jean-Michel y Andy no
fue algo romántico, sino simbiótico”, recuerda Paige Powell. “Pintaron
obras juntos, compartieron estudio y viajes ocasionales. Pero no fueron
amantes ni nada parecido. Simplemente se necesitaban el uno al otro.
Jean-Michel era hipnótico, poético, enérgico, extremo e impulsivo. Andy
era divertido pero formal, poético pero desde ángulos muy distintos. Jean-Michel idolatraba a Andy. Y Andy siempre estaba en busca de algo
nuevo y enérgico”.
Lo encontró el 4 de octubre de 1982. Aquel lunes, el galerista Bruno Bischofberger llevó a Basquiat a la guarida de Warhol en el 860 de Broadway. Allí posó junto al lobo del pop art
para una foto poniendo cara de querer comerse el mundo. Iba vestido
como un dandi salvaje. Camisa mal abrochada y corbata torcida bajo la
americana arrugada. Magníficas rastas en el cabello afro. El hijo de
Gerard, un contable haitiano, y Matilda, de origen portorriqueño y
confinada en un sanatorio mental, solo tenía entonces 21 años y el
aspecto de un Rimbaud negro que vagaba por las calles de Nueva York
cuando el rap era la banda sonora de la ciudad, y el grafiti, su huella
en los muros y vagones de metro. Los destellos de aquel arte callejero
alumbraron a Samo, el pseudónimo de Basquiat durante su época de
grafitero lírico que nació de la expresión SAMe Old shit, la
misma mierda de siempre. Warhol mostró en aquella primera foto juntos
una cara de desconcierto que quizá obedeciera a su incontrolable
enamoramiento de todo talento que se cruzaba en su camino. Tenía 54
años, y así lo dejó escrito en sus Diarios: “Es el muchacho que
usaba el nombre de Samo cuando solía sentarse en el paseo de Greenwich
Village a pintar camisetas (…). Era justo uno de esos chicos que me
volvió loco. (…) Entonces, dispuse un almuerzo para ellos y tomé una polaroid. Él se fue a casa y en dos horas regresó con una pintura, todavía
húmeda, de él y yo juntos. Solo alcanzar la calle Christie debe de tomar
una hora. Me dijo que lo había pintado su asistente”.
Keith Haring, Andy Warhol y Jean Michel en el estudio de Warhol en el 860 de Broadway, el 23 de abril de 1984.The Andy Warhol Foundation for the Visual Arts, Inc.La instantánea de aquel primer encuentro entre ambos es una de las
muchas que ahora ven la luz gracias al empeño de Michael Dayton Hermann. Artista de 43 años y director de licencias en The Andy Warhol Foundation,
ha sido el encargado de recopilar las fotografías sobre Basquiat que
permanecían en su mayoría inéditas entre los 130.000 negativos y 3.600
hojas de contacto del archivo gráfico de Warhol. La fundación que
gestiona su legado donó este acervo en 2014 al Cantor Arts Center de la Universidad de Stanford para su análisis académico y la creación de una base de datos online
que permita la consulta de este material. El escaneado de los negativos
regresó a manos de Dayton Hermann a finales de 2016. Y a partir de
entonces se dedicó a ensamblar con su ayudante las imágenes sobre
Basquiat con los pasajes relacionados de los Diarios de Warhol. Las fechas marcadas en las hojas de contacto sirvieron de guía para
hilar las escenas en blanco y negro con las descripciones de los textos,
dando forma a lo que Dayton Hermann define como “piezas de una novela
gráfica” sobre la relación entre ambos artistas. El resultado se ha
convertido en el libro Warhol on Basquiat (Taschen), al que pertenecen las imágenes que ilustran estas páginas. “Son, ante todo, escenas de una época de Nueva York que nos abren la
puerta a la convivencia de Warhol con las celebridades de aquel tiempo y
que a la vez humanizan al personaje”, sintetiza Dayton Hermann. “De los
130.000 negativos, una pequeña proporción está dedicada a la figura de
Basquiat. Pero él es sin duda el más retratado. Estas imágenes nos
permiten contemplar la intimidad entre ellos de manera cruda y
enternecedora”. Basquiat pintando de rodillas en su estudio. O fumando un canuto
mientras cierra un bolsón de hierba. Amaneciendo desnudo en la
habitación de un hotel en Washington. Haciendo pesas. Posando para
Warhol con un taparrabos. Pinchando vinilos en su fiesta de cumpleaños. Junto a Madonna, fugaz romance. Con Grace Jones, Keith Haring y Fela Kuti. Y con el todo
Nueva York más hedonista y creativo del momento. Fiestas en el Area y
el Palladium. Cenas en Mr. Chow. Los vinos más caros de la carta del
restaurante. Su desaforado consumo de drogas y las tendencias suicidas. Las conversaciones telefónicas entre ambos de madrugada. La avidez
sexual —tan opuesta a Warhol— y su debilidad por las camareras. Son
solo algunos de los universos paralelos que evocan estas fotografías de
Warhol al fundirse con sus Diarios. Martes 11 de octubre de 1983: “Jean-Michel está intentando ser famoso
muy rápido. Y si funciona, lo conseguirá”. Miércoles 11 de enero de
1984: “Jean-Michel llamó de nuevo desde Hawái. Le dije que se cortase la
oreja. Probablemente lo hará”. Martes 29 de mayo de 1984: “Pintamos una
obra africana juntos de 10 metros de largo. Él es mejor que yo”. Domingo 7 de octubre de 1984: “Jean-Michel es tan complicado, nunca
sabes de qué humor estará, en qué punto se encuentra. Se vuelve
realmente paranoico y dice: ‘Me estás utilizando, solo me estás
utilizando’. Y entonces se siente culpable por su paranoia”. Viernes 21
de junio de 1985: “Llamé a Jean-Michel, pero no me ha devuelto la
llamada. Imagino que está distanciándose lentamente. Solía telefonearme
todo el tiempo dondequiera que estuviese”. Una noche de septiembre tras aquel verano de 1985, Basquiat recogió a
Warhol en una limusina que los llevó a una fiesta en el Rockefeller
Center. Aunque llevaban un tiempo empezando a desdibujarse mutuamente,
hay una imagen de los dos tomada aquella noche llena de ternura y
simbolismo. Pegado a la espalda de Warhol, Basquiat lo abraza cruzando
las manos por delante de su cintura. Tan juntos y tan distantes. Uno,
con el cabello afro alborotado, las pupilas dilatadas por los paraísos
artificiales y la mirada perdida en un sueño caleidoscópico de colores
primarios. El otro, con la sempiterna peluca plateada y la misma cara de
estar siempre alucinando sin necesidad de narcóticos. Todo se jodió
horas más tarde. Al llegar al Odeon, Warhol pidió un periódico y le
trajeron un ejemplar de The New York Times que se publicaba la mañana siguiente. En las páginas interiores, una crónica sobre la exposición que ambos habían inaugurado días antes en la galería de Tony Shafrazi afirmaba que Basquiat era la “mascota” de Warhol. El pintor y cineasta Julian Schnabel abordó aquel episodio en su película Basquiat
(1996). Al teléfono desde Long Island (Nueva York), Schnabel recuerda
por qué rodó el filme. “Jean-Michel siempre quiso saber lo que yo
pensaba sobre su trabajo. Nunca se lo dije”. Respecto a la publicación
del artículo en 1985 que llamó a Basquiat mascota del mundo del arte,
Schnabel rememora: “Aquello hirió la amistad entre ambos por un tiempo,
pero se querían el uno al otro y así fue hasta el final de sus vidas”. Los dos, durante una sesión de entrenamiento en la guarida de Warhol en el 860 de Broadway (Nueva York) en el verano de 1983.The Andy Warhol Foundation for the Visual Arts, Inc.Nada volvió a ser lo mismo entre ellos durante el año siguiente. Y ya en 1987, Warhol dejó escrito el 11 de enero en sus Diarios
aquella última cita sobre Basquiat en la que recreaba una discusión con
Paige Powell. Pocas semanas después, Warhol murió durante una
intervención quirúrgica. Y Basquiat, el artista que había soñado con ser
una estrella como sus héroes Charlie Parker y Jimi Hendrix,
el chico listo que empapaba sus pinturas de improvisación, violencia,
instinto y pasión, dio rienda suelta a toda su rabia —“Mi obra está
compuesta en un 80% de ira”, dijo en una ocasión— inundando sus venas de
heroína. Falleció por una sobredosis de varias drogas el 12 de agosto
de 1988. A los 27 años, alcanzó la condición de artista inmortal. En 2017, su lienzo Sin título, de 1,83 × 1,73 metros y fechado
en 1982, batió con 99 millones de euros el récord de una subasta para
la obra de un creador estadounidense. Hace pocas semanas, el Guggenheim
de Nueva York inauguró una exposición con parte de sus trabajos. Y la
reciente publicación de la colorista novela gráfica Basquiat, de Paolo Parisi,
es solo otra de las muchas noticias sobre la atracción que sigue
irradiando el mito que Warhol ayudó a fabricar. Paige Powell, su novia y
amiga de ambos, lo vio por última vez al principio del verano en que
murió por sobredosis. “Estaba en Central Park con [el también pintor]
Francesco Clemente. Parecía colocado. Como en un viaje feliz. Más de 30
años después de su muerte, Jean-Michel nos sigue fascinando porque tuvo
siempre algo tan original… Sus obras eran pinturas del corazón”. Jean Michel Basquiat pinta la obra 'Sin nombre' en el estudio de Andy Warhol en Broadway. el 16 de abril de 1984.The Andy Warhol Foundation for the Visual Arts, Inc.
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