La venta obliga a suspender la subasta de la pieza, descubierta en 2014 en un desván en Toulouse y cuya autoría es dudosa.
El misterioso cuadro descubierto hace cinco años
en el desván de una casa cerca de Toulouse y atribuido a Caravaggio
(1571-1610) ya tiene comprador.
Se desconoce su identidad y el precio
que ha pagado.
Se sabe, eso sí, que esta persona no es francesa y que es
alguien cercano a un gran museo en el que próximamente se expondrá esta
versión de Judit y Holofernes, la segunda que habría pintado el artista barroco.
Un
comunicado anunció ayer por sorpresa la suspensión de la subasta
prevista para mañana en Toulouse, y la venta del lienzo estimado entre
100 y 150 millones de euros.
El precio de partida en la subasta era de
30 millones de euros, informa la agencia France Presse.
“La venta está cubierta por un acuerdo de
confidencialidad respecto al precio y a la identidad del comprador”,
dice el comunicado. “Hemos recibido una oferta que era imposible de no
transmitir a los propietarios del cuadro.
El hecho de que la oferta
proviniese de un coleccionista próximo a un gran museo convenció a los
compradores para aceptar”, dijo ayer Eric Turquin, el experto en cuadros
antiguos que identificó la pintura tras su descubrimiento.
“Lo teníamos todo organizado para la subasta en
un gran evento público, pero hemos debido aceptar la decisión de
nuestros clientes vendedores”, explicó Marc Labarbe, el responsable de
la subasta que debía haberse celebrado después de que el cuadro se
exhibiese, además de en Toulouse, en París, Milán, Londres y Nueva York.
La historia del segundo Judit y Holofernes de Caravaggio
daría para una trama de misterio.
Existen testimonios documentales de
la existencia de este óleo de 144X173 centímetros supuestamente
realizado en torno a 1607 en Nápoles, adonde el pintor había huido tras
apuñalar a un hombre en Roma. Pero en 1617, el rastro desaparece.
Además
del Judit y Holofernes que Caravaggio pintó en Roma hacia 1600, el pintor y marchante holandés Louis Finson, que era un imitador de Caravaggio, pintó una copia con el mismo motivo,
cuyo original podría ser la obra aparecida en Toulouse.
Más pistas: en
su testamento, Finson mencionaba el lienzo perdido de Caravaggio.
150 años en un trastero
La escena del cuadro es un motivo habitual en la pintura de la época, sacado de la Biblia.
Muestra a una viuda judía Judit que decapita al caudillo asirio
Holofernes que asedia su ciudad, Betulia.
El rastro del cuadro reaparece
en 2014, cuando una familia de Toulouse entra en un desván olvidado de
su casa para arreglar una fuga de agua.
Y descubren un cuadro
polvoriento que aparentemente llevaba 150 años allí.
La pintura llega a
manos del experto Turquin en París y en seguida toma cuerpo la hipótesis
de que sea el Caravaggio desaparecido, su cuadro número 66.
Se abre
entonces un debate académico.
Algunos expertos sostienen que es Finson.
Otros creen que el cuadro lo empezó Caravaggio y lo concluyó otra
persona.
Otros corroboran que se trata de un caravaggio, quien sus obras no firmaba sus obras.
“La primera vez que vi el cuadro, en mayo de
2015, me convencí en seguida de su autenticidad, pero también comprendí
que se trataba de una de estas obras que no lograrán el consenso entre
los especialistas”, escribió Keith Christiansen,
conservador jefe de pinturas europeas del Metropolitan Museum of Art de
Nueva York. “El tiempo dirá qué opiniones prevalecerán.
Pero quiero
recordar que se trata de un artista que no puede clasificarse y cuyo
trabajo exige renovar constantemente la mirada”, añadió.
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