La constelación Galileo cuenta actualmente con 26 satélites activos y varios de repuesto, por si acaso alguno falla. En la guarida Los ojos de Galileo: aquí se controlan los satélites del GPS de Europa Por Jaime Susanna La sala de control parece el escenario de una película de espías, de esas en las que un tipo serio y trajeado da órdenes a sus hombres sobre el terreno para liquidar a un terrorista o a un agente descarriado. Lejos de la ficción, aquí no se monitorizan personas a ras de suelo, sino satélites situados a miles de kilómetros de nuestras cabezas. Son, concretamente, los 26 satélites artificiales que componen la constelación Galileo, lo que a menudo se conoce como el GPS europeo. Galileo, en palabras del ejecutivo, “es el buque insignia de los proyectos espaciales de la Unión Europea”. Y si Galileo es el buque, GMV es el capitán o, al menos, uno de ellos. Tras dos años de concurso, esta empresa se alzó vencedora frente a gigantes del sector como Airbus, Thales Alenia Space o CGI. Resultado: durante más de tres años — y con 250 millones de euros asignados— GMV se encargará de manejar los satélites europeos. Es el mayor contrato de industria espacial española hasta la fecha. “No era una cosa que hagamos todos los días. Lo veíamos como un reto, era una oportunidad que no podíamos dejar pasar”, afirma Serrano. En el funcionamiento de la constelación influyen muchos actores, entre empresas e instituciones públicas, que crean un entramado muy complejo. Ignacio Fernández, responsable de Autenticación de Galileo en la Comisión Europea, se ve incapaz de enumerarlas de memoria: “Hay decenas de empresas. Y depende, entre otras, de la Comisión Europea, como gestor del programa; la Agencia Espacial Europea, como responsable del sistema, y la GSA, o Agencia Europea de GNSS, como operador”. Hay seis grandes segmentos de trabajo en la constelación, que incluyen lanzamientos, operaciones o ingeniería, y todos están asignados a empresas europeas que, a su vez, tienen distintas subcontratas. El gestionado por GMV es uno de esos seis pilares de Galileo. El proyecto europeo bautizado con el nombre del célebre astrónomo se empezó a diseñar a finales de los años noventa y a ejecutar a principios de los 2000. En el diseño de Galileo se introdujo mucho conocimiento de los pros y contras de GPS, que estaba operativo en los ochenta. “A día de hoy, es algo mejor Galileo”, asegura Serrano. Es decir, que ahora los satélites de navegación europeos son los mejores, por encima de los estadounidenses y, con mucha diferencia, de los rusos y los chinos (también tienen sus propios sistemas: Glonass y Beidou, respectivamente). Algo que hará único a Galileo “en un par de años” es su servicio de autenticación de la señal, la especialidad de Fernández, y donde GMV también está trabajando en un contrato aparte del segmento de control. “Ahora mismo no hay manera de comprobar la autenticidad de las señales civiles. Eso implica que son fáciles de falsear”, explica Fernández. ¿Y quién falsea una señal de navegación y por qué? “Normalmente, por beneficio económico. Por ejemplo, en la pesca, hay políticas en vigor que impiden pescar en algunos caladeros protegidos. Si hay quien quiere acceder a esas zonas, puede falsear la señal de su receptor y nadie vería su posición real. También puede servir para controlar el espacio de vuelo de los drones. Falsear la señal puede ayudar a un dron a acceder donde no debe”. Para evitar casos así Galileo, GMV y más empresas están desarrollando este sistema de autenticación, algo que ninguno de sus homólogos tiene. Podría parecer que existe una carrera espacial propia de la Guerra Fría en el ámbito de la navegación por satélite. Serrano reflexiona: “Colaborar en Europa, donde somos 28 países, es complicado, pero posible gracias a la Unión Europea y a la ESA y a la GSA. Que se coordinen Rusia, Estados Unidos, China y Europa es casi imposible”.
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