Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

14 may 2019

“Un cuento captura emociones que en una novela se escurrirían”

El escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez publica ‘Canciones para el incendio’, su vuelta al género del cuento 17 años después.



El escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez publica ‘Canciones para el incendio’, su vuelta al género del cuento 17 años después.


Juan Gabriel Vásquez, este lunes en Madrid.
Juan Gabriel Vásquez, este lunes en Madrid.

“Entre el cuento y la novela no hay ninguna similitud más allá de que sean ficción en prosa.
 Ninguna. Sirven para cosas distintas, hacen cosas distintas”. 
El escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973) regresa con Canciones para el incendio (Alfaguara, 2018), recién publicado en España, a los relatos cortos, el género con el que dio un salto de calidad 17 años antes con Los amantes de Todos los Santos (Alfaguara). 
“Un cuento captura emociones o movimientos de nuestra sensibilidad tan pequeños que si los tratáramos de apresar con una novela se irían, se escurrirían”.
Quizá el ejemplo más claro es el relato titulado Aeropuerto, que cuenta su propia experiencia como extra, en 1998, en la película de Roman Polanski La novena puerta.
 “Una vivencia frívola y ligera acabó generándome una serie de incomodidades, una sensación de desequilibrio y de inquietud.
 El cuento es un intento por explorar, por nombrar lo que no tenía nombre y descubrí que lo que me había sucedido es el roce con la violencia sufrida por otro”, explica, en referencia a la trágica muerte en 1969 de la esposa de Polanski, Sharon Tate, que estaba embarazada, a manos de los seguidores de Charles Mason.
Vásquez vuelve cargado de historias humanas en las que se vislumbran desde la distancia diversas tragedias.
 Y con personajes que hasta podrían haber protagonizado su propia novela.
 “El cuento vive con esa paradoja. Cuando uno escribe cuentos lo hace con un fantasma detrás del escritorio que dice: ‘¿Por qué no haces una novela con esto?’.
 Pero parte del esfuerzo es resistirse a todo eso”.
Crear Canciones para el incendio fue una tarea distinta a los relatos de 2001. 
“Aquel libro lo escribí en un estado de incertidumbre total porque había publicado dos novelas que me había dejado profundamente insatisfecho y lo afronté como una especie de prueba: si fracasaba otra vez, ya me retiraba”. 
Superada la prueba, se dedicó de lleno a la novela, con cinco títulos en estos años.
 La última, La forma de las ruinas (Alfaguara, 2015), es ahora finalista del premio Booker International, que se falla la semana que viene.
 “En los últimos años lo han ganado dos de los escritores más importantes para mí, Philip Roth y Alice Munro.
 Que mi libro pueda vagamente asociarse con ellos me parece extrañamente satisfactorio”.

“Este libro de cuentos está escrito de una manera totalmente distinta, con total libertad, violando las ideas asentadas que yo tenía, con la libertad de haberme pasado 15 años leyendo a la gente que me interesa”.
 Por ejemplo, ha quebrantado la idea de que cuantos menos elementos mejor. 
También, según explica, la de que hay que mostrar las cosas, no contarlas.
 O que se debe presentar la acción sin intervenir. 
 “En todos hay un narrador que el lector puede asociar conmigo. 
El libro es muy personal, vamos a decir autobiográfico, porque son vivencias mías que por alguna razón me molestaron, me incomodaron”.
Para el autor, la escritura de ficción parte de la curiosidad por las historias ajenas: 
“Hay cierta voracidad por la vida oculta de los otros.
 Esa idea de que todo el mundo tiene secretos, tiene misterios… Y la ficción es la manera que hemos inventado para sacar esos misterios a la luz”.
 Quizá por darle ese valor a la intimidad, Vásquez se siente incómodo en estos tiempos de exhibicionismo en Internet. 
“Las redes sociales son el reino del narcisismo y la literatura, sin embargo, es un medio de ir hacia el otro, de curiosidad por el otro, de entender al otro”.
Vásquez, firme defensor el proceso de paz en Colombia, se siente ahora pesimista.
 “El Gobierno [de Iván Duque] ha sido, más que negligente, cómplice de todos los que han querido entorpecer el proceso de paz, y eso puede tener consecuencias sociales muy graves.
 Ya las está teniendo, como el asesinato de guerrilleros desmovilizados, en algún caso por miembros del ejército colombiano”.

 

 

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