El director presenta en el concurso 'Dolor y gloria', asegura estar "impresionado" por el cariño del público español con este filme y "aliviado" con el resultado de las elecciones generales.
En la azotea del hotel Marriott, el mediodía de Cannes, habitualmente caluroso, se empieza a enfriar.
En uno de los sofás, Penélope Cruz se abriga con una rebeca.
En otra sala cerrada, el resto del equipo artístico y de la productora El Deseo empieza a comer. Antonio Banderas se despide hasta la tarde.
Y Pedro Almodóvar (Calzada de Calatrava, Ciudad Real, 69 años) encara la última entrevista de su jornada matinal de este viernes.
La proyección en Cannes coincide con los estrenos franceses e italianos de Dolor y gloria.
“No voy a darte lo mejor de mí, estoy algo descerebrado”, asegura el director, que vuelve al festival francés, donde ha llegado hasta a presidir el jurado, a competir por sexta ocasión.
A Cruz se le escapa un “él nunca está descerebrado”, que se confirma según avanza la charla.
Pregunta. Hace unos días un director francés aseguraba que para un creador europeo es más importante la Palma de Oro que el Oscar, por lo que significa el cine de autor. ¿Y para usted?
Respuesta. Probablemente sea la impresión que tengan
el público y la industria europea.
Obviamente, yo no he ganado la Palma de Oro y tengo dos Oscar, lo que es dificilísimo.
Sobre todo, el de mejor guion, que en 90 años solo lo han logrado tres películas que no fueran de habla inglesa.
Allí los gremios, como el de escritores, empujan mucho en pos de que ganen sus miembros.
P. Pero usted es un cineasta de autor europeo. ¿No le atrae ese premio?
R. Yo no tengo ansia por la Palma, porque si no, no podría venir a concursar.
He estado dos veces en el jurado y sé cómo funciona la mecánica de los premios, el difícil regateo.
Nunca voy a estar más cerca que en 1999 con Todo sobre mi madre.
A David Cronenberg, presidente de aquel jurado, esa pregunta le perseguirá de por vida.
Y no creo que esta edición sea parecida. Cuando vas a un concurso, debes mentalizarte de que el palmarés es imprevisible, más allá de la calidad de las películas, que la presupongo.
He leído que estoy obsesionado con la Palma. Nunca lo he estado y menos que nunca, ahora.
P. Cuando vino a presentar Julieta en el certamen en 2016, habló mucho del legado.
Ahora presenta un filme que es puro legado.
R. Sí, recuerdo mucho aquella conversación. Se da por hecho que Dolor y gloria es una película de despedida y no lo es.
De hecho, estoy escribiendo dos guiones y uno será mi próximo filme.
Pero Dolor y gloria, es cierto, reflexiona sobre mí mismo como director y como persona, me detengo a observarme.
Y no sé por qué ha pasado. Evidentemente, tenía de necesidad de hacerlo, si no, no hubiera escrito ese guion.
Lo mismo un psiquiatra me explicaría la razón, pero no voy a preguntárselo.
Aunque el personaje de Antonio está en una situación más crítica que la mía, yo sufría un miedo parecido a no poder rodar por enfermedad, a que no hubiera ninguna película más.
Tengo una gran dependencia por hacer cine, es absoluta. Ese es, para mí, el tema más personal de Dolor y gloria.
Ha sido… terapéutica, aunque odio esa palabra, porque nadie dirige como terapia.
Haces cine porque quieres contar una historia.
¿Por qué yo elegí exponerme así? No lo sé.
A cambio disfruté un efecto balsámico al acabarla que no esperaba.
P. ¿Ha sentido que ha recuperado el cariño del público?
R. Sí, es muy impresionante. E imprevisible.
En uno de los sofás, Penélope Cruz se abriga con una rebeca.
En otra sala cerrada, el resto del equipo artístico y de la productora El Deseo empieza a comer. Antonio Banderas se despide hasta la tarde.
Y Pedro Almodóvar (Calzada de Calatrava, Ciudad Real, 69 años) encara la última entrevista de su jornada matinal de este viernes.
La proyección en Cannes coincide con los estrenos franceses e italianos de Dolor y gloria.
“No voy a darte lo mejor de mí, estoy algo descerebrado”, asegura el director, que vuelve al festival francés, donde ha llegado hasta a presidir el jurado, a competir por sexta ocasión.
A Cruz se le escapa un “él nunca está descerebrado”, que se confirma según avanza la charla.
Pregunta. Hace unos días un director francés aseguraba que para un creador europeo es más importante la Palma de Oro que el Oscar, por lo que significa el cine de autor. ¿Y para usted?
Obviamente, yo no he ganado la Palma de Oro y tengo dos Oscar, lo que es dificilísimo.
Sobre todo, el de mejor guion, que en 90 años solo lo han logrado tres películas que no fueran de habla inglesa.
Allí los gremios, como el de escritores, empujan mucho en pos de que ganen sus miembros.
P. Pero usted es un cineasta de autor europeo. ¿No le atrae ese premio?
R. Yo no tengo ansia por la Palma, porque si no, no podría venir a concursar.
He estado dos veces en el jurado y sé cómo funciona la mecánica de los premios, el difícil regateo.
Nunca voy a estar más cerca que en 1999 con Todo sobre mi madre.
A David Cronenberg, presidente de aquel jurado, esa pregunta le perseguirá de por vida.
Y no creo que esta edición sea parecida. Cuando vas a un concurso, debes mentalizarte de que el palmarés es imprevisible, más allá de la calidad de las películas, que la presupongo.
He leído que estoy obsesionado con la Palma. Nunca lo he estado y menos que nunca, ahora.
P. Cuando vino a presentar Julieta en el certamen en 2016, habló mucho del legado.
Ahora presenta un filme que es puro legado.
R. Sí, recuerdo mucho aquella conversación. Se da por hecho que Dolor y gloria es una película de despedida y no lo es.
De hecho, estoy escribiendo dos guiones y uno será mi próximo filme.
Pero Dolor y gloria, es cierto, reflexiona sobre mí mismo como director y como persona, me detengo a observarme.
Y no sé por qué ha pasado. Evidentemente, tenía de necesidad de hacerlo, si no, no hubiera escrito ese guion.
Lo mismo un psiquiatra me explicaría la razón, pero no voy a preguntárselo.
Aunque el personaje de Antonio está en una situación más crítica que la mía, yo sufría un miedo parecido a no poder rodar por enfermedad, a que no hubiera ninguna película más.
Tengo una gran dependencia por hacer cine, es absoluta. Ese es, para mí, el tema más personal de Dolor y gloria.
Ha sido… terapéutica, aunque odio esa palabra, porque nadie dirige como terapia.
Haces cine porque quieres contar una historia.
¿Por qué yo elegí exponerme así? No lo sé.
A cambio disfruté un efecto balsámico al acabarla que no esperaba.
P. ¿Ha sentido que ha recuperado el cariño del público?
R. Sí, es muy impresionante. E imprevisible.
Pensé, mientras escribía, que el efecto iba a ser el
contrario.
Porque el público español ve otras películas, comedias
producidas por las cadenas de televisión o de superhéroes.
El espectador
actual en España es menos interesante que hace 10 años. Y si nos vamos
hacia atrás… Recuerdo cómo se llenaban los primeros cines de arte y
ensayo.
En fin, esperaba lo contrario. Y parece que el hecho de
mostrarme ha provocado que la gente me sienta más cercano. Y parece que el hecho de mostrarme ha provocado que la gente me
sienta más cercano.
Más allá de mi firme voluntad de hacerla, la incertidumbre ha rodeado casi todas las decisiones de esta película. He recibido mucho cariño, sentimiento que siempre es bienvenido.
P. Está apoyando en su campaña a Manuela Carmena como alcaldesa de Madrid.
R. Tras las elecciones generales he sentido un enorme alivio, como volver a respirar.
Voté por correo, porque tenía que estar en Nueva York y desde allí seguí pegado al ordenador el recuento.
Yo no tenía ninguna seguridad del resultado. Leía la prensa los días previos, donde decían que Vox subía como la espuma, y tenía mucho miedo.
Respiré, sobre todo, porque durante la campaña yo no reconocía el país en que estaba viviendo.
Nunca había habido tal degradación en la clase política como en los últimos meses.
En ninguna otra profesión la gente se permite ese nivel de insultos, de crispación, de mala hostia como ocurría en el Congreso de los Diputados. Me escandalizaba.
Afortunadamente, el país ha tomado conciencia y ha acudido masivamente a votar. Y los humos de la ultraderecha se calmarán. Se les oye mucho, son muy voceras, pero representan a menos gente de lo que parece.
En realidad, Trump ha despertado lo peor de cada país y los locos de cada casa.
Hay un plan para desestabilizar Europa desde la ultraderecha.
Y sí, mi opción es Carmena.
P. ¿Lo siguiente va a ser una serie o una película?
R. Lo que estoy preparando es una película; estoy escribiendo dos guiones que adaptan novelas anglosajonas.
Más allá de mi firme voluntad de hacerla, la incertidumbre ha rodeado casi todas las decisiones de esta película. He recibido mucho cariño, sentimiento que siempre es bienvenido.
P. Está apoyando en su campaña a Manuela Carmena como alcaldesa de Madrid.
R. Tras las elecciones generales he sentido un enorme alivio, como volver a respirar.
Voté por correo, porque tenía que estar en Nueva York y desde allí seguí pegado al ordenador el recuento.
Yo no tenía ninguna seguridad del resultado. Leía la prensa los días previos, donde decían que Vox subía como la espuma, y tenía mucho miedo.
Respiré, sobre todo, porque durante la campaña yo no reconocía el país en que estaba viviendo.
Nunca había habido tal degradación en la clase política como en los últimos meses.
En ninguna otra profesión la gente se permite ese nivel de insultos, de crispación, de mala hostia como ocurría en el Congreso de los Diputados. Me escandalizaba.
Afortunadamente, el país ha tomado conciencia y ha acudido masivamente a votar. Y los humos de la ultraderecha se calmarán. Se les oye mucho, son muy voceras, pero representan a menos gente de lo que parece.
En realidad, Trump ha despertado lo peor de cada país y los locos de cada casa.
Hay un plan para desestabilizar Europa desde la ultraderecha.
Y sí, mi opción es Carmena.
P. ¿Lo siguiente va a ser una serie o una película?
R. Lo que estoy preparando es una película; estoy escribiendo dos guiones que adaptan novelas anglosajonas.
Y quiero hacer
las dos. Y para una serie, hay un libro de relatos que me gusta
muchísimo y ese sería su formato. Pero yo impondría la duración natural de cada historia, los capítulos
durarían según cada cuento.
Les uniría que proceden de la misma autora. Bueno, estamos hablando de un futuro de aquí a cuatro años.
P. Es un gran cambio como guionista. ¿Se siente cómodo como adaptador?
R. He reducido tanto mi vida que, aunque estoy al tanto de la realidad española, no controlo los pequeños detalles de la vida de los españoles, sobre todo de las generaciones que no son la mía. Debería documentarme porque ya no sé cómo son, por ejemplo, las peluquerías.
Por eso me he pasado a adaptar obras literarias [reflexiona]. Algún día me gustaría filmar alguna novela española como La tía Tula. Me atraen mucho las películas que ocurren en los pueblos.
Les uniría que proceden de la misma autora. Bueno, estamos hablando de un futuro de aquí a cuatro años.
P. Es un gran cambio como guionista. ¿Se siente cómodo como adaptador?
R. He reducido tanto mi vida que, aunque estoy al tanto de la realidad española, no controlo los pequeños detalles de la vida de los españoles, sobre todo de las generaciones que no son la mía. Debería documentarme porque ya no sé cómo son, por ejemplo, las peluquerías.
Por eso me he pasado a adaptar obras literarias [reflexiona]. Algún día me gustaría filmar alguna novela española como La tía Tula. Me atraen mucho las películas que ocurren en los pueblos.
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