En 2013 Madrid tocó fondo.
Hoy resurge. Crecen la inversión, el turismo y los transportes sostenibles y compartidos.
La capital de España ha renacido con vocación global. Y su transformación plantea enormes desafíos. De la gentrificación a la movilidad.
Es un ejemplo de los retos a los que se enfrentan las metrópolis del siglo XXI.
Al sur del río Manzanares, en una esquina de Usera, como si fuera el
Aleph, un punto concentra la transformación de Madrid en los últimos
años.
El restaurante se llama Pollo Asado Sudamérica, pero lo regentan
unos asiáticos.
El nombre está escrito en enormes caracteres, en español
y en chino.
Y ofrece en su menú, colgado a la entrada, un batiburrillo
propio de este distrito con un 30% de nacidos en el extranjero, el más
mezclado de la ciudad: patacón, yuca y salchipapa; bravas, croquetas y
calamares; rollitos de primavera y tempura.
El lugar desprende un olor a
fritanga intercontinental que impregna la ropa.
Los precios son
competitivos. Por allí pasan familias latinas y jóvenes modernos a
partes iguales.
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