Debo reconocer que mis años de exhibicionismo me han enseñado a conservar la calma.
De un tiempo a esta parte, intento recurrir con más frecuencia a la
cautela.
Es un término que trata sobre “el cuidado o reserva de una persona para prevenir un daño mayor”.
Inicié mi carrera televisiva recurriendo con descaro al exhibicionismo, jugando con la tela, y la vida me ha ido orientando hacia la cautela, para equivocarme menos.
He optado por la cautela durante la reciente campaña electoral. Y prefiero ser cauteloso también ante la situación creada en Venezuela esta semana.
No es nada fácil ser cauteloso.
Es algo que te obliga a guardar silencio al mismo tiempo que otros chillan en tu alrededor.
Pero debo reconocer que mis años de exhibicionismo me han enseñado a conservar la calma cuando todos los vestidos amenazan con rasgarse las vestiduras.
Es una paradoja que me ha ayudado a crear un estilo. Me gustaría compartir cuál es mi truco: hacer uso de un, muy pragmático, consejo que mi mamá decidió darme cuando yo ya empezaba a hablar demasiado.
“Cuando no tengas nada bueno que decir, no digas nada”.
Por eso, esta semana me he jubilado de mis redes sociales y desconecté el teléfono después de la tercera o cuarta llamada de medios de comunicación para que hablara sobre Venezuela. Aunque considero que muchas veces las redes actúan con la misma inquina que proclaman combatir, también pienso que es una ansiosa pérdida de tiempo discutir en ellas.
Y tampoco creo poseer las herramientas para manifestar mi verdadera opinión sobre lo que sucede en cualquier parte en cualquier momento.
Siempre recuerdo que una diva de la ópera venezolana decía que “discutir mucho te crea arrugas”.
Ahora entiendo que es mejor evitar ambas cosas.
Prefiero recomendarle a Tamara Falcó que se prepare a fondo para hacer una buena participación en Masterchef Celebrity 4.
Formé parte de la anterior generación de famosos en los fogones y una de las razones por las que alcancé ser semifinalista es que asumí que tenía que estudiar y practicar.
Aquel programa fue una auténtica rehabilitación, aprendí a deshuesar aves simplemente siguiendo el dibujo de sus huesos con el instrumento adecuado.
Tamara tendrá que hacer lo mismo, por más que la instrucción te provoque una cierta fobia hacia la cocina.
Pero es el hallazgo de la experiencia: aprendes un oficio y estar más preparado siempre te hace sentir mejor.
Atravesar Masterchef me aproximó a la cautela y por eso pude presentar Prodigios, un programa donde viví en primera fila el esfuerzo de los concursantes y la emocionante declaración que Nacho Duato, juez en la disciplina de Danza, hizo acerca de su lucha familiar para que le aceptaran como bailarín y como hombre. Mientras lo decía, escuchaba con emoción.
Nunca habría imaginado que haría una declaración así y que se emitiera casualmente en la jornada de reflexión electoral.
Mucha gente me para en la calle para confirmarme que las palabras de Duato les hicieron acudir a votar.
Mientras lo recuerdo, observo otros eventos, como la entronización del nuevo emperador japonés, Naruhito,
y lo siento todo más encorsetado.
Es cierto que la extravagancia, el colorido y la pompa lo reservan para el 22 de octubre que es cuando florece el crisantemo y en Japón tirarán la casa por la ventana, pero lo que vimos el miércoles, el día de los trabajadores, fue más bien un ejercicio de cautela y minimalismo extremo.
Habrá que prescindir de brillos, hombreras y pamelas una vez más. Con cautela, llegué a otra reflexión: los japoneses son superexquisitos en su estilo, pero también hiperconservadores en moral y tradiciones.
Al final va a ser cierto eso de que la gente conservadora se refugia en el buen gusto para permitirse cambiar lo mínimo.
Volvamos a la cautela, que es también lo que hay que emplear con el nacimiento del hijo de Meghan Markle.
Es verdad que el mundo puede ser cruel, mientras en Venezuela desesperan por la caída de una dictadura, en el Reino Unido ponen a prueba su paciencia con el nacimiento de un nuevo miembro de la familia Windsor.
Se ha publicado que Meghan y Enrique ya no siguen en Instagram a Kate y Guillermo.
Y en otras redes se afirma que los miembros mayores de la familia no pueden disimular la ansiedad por ver el color de piel de ese nuevo miembro del casting real y encajar si realmente están listos para asumir los cambios y su diversidad.
Lo dicho: cautela ante todo y para todos.
Es un término que trata sobre “el cuidado o reserva de una persona para prevenir un daño mayor”.
Inicié mi carrera televisiva recurriendo con descaro al exhibicionismo, jugando con la tela, y la vida me ha ido orientando hacia la cautela, para equivocarme menos.
He optado por la cautela durante la reciente campaña electoral. Y prefiero ser cauteloso también ante la situación creada en Venezuela esta semana.
No es nada fácil ser cauteloso.
Es algo que te obliga a guardar silencio al mismo tiempo que otros chillan en tu alrededor.
Pero debo reconocer que mis años de exhibicionismo me han enseñado a conservar la calma cuando todos los vestidos amenazan con rasgarse las vestiduras.
Es una paradoja que me ha ayudado a crear un estilo. Me gustaría compartir cuál es mi truco: hacer uso de un, muy pragmático, consejo que mi mamá decidió darme cuando yo ya empezaba a hablar demasiado.
“Cuando no tengas nada bueno que decir, no digas nada”.
Por eso, esta semana me he jubilado de mis redes sociales y desconecté el teléfono después de la tercera o cuarta llamada de medios de comunicación para que hablara sobre Venezuela. Aunque considero que muchas veces las redes actúan con la misma inquina que proclaman combatir, también pienso que es una ansiosa pérdida de tiempo discutir en ellas.
Y tampoco creo poseer las herramientas para manifestar mi verdadera opinión sobre lo que sucede en cualquier parte en cualquier momento.
Siempre recuerdo que una diva de la ópera venezolana decía que “discutir mucho te crea arrugas”.
Ahora entiendo que es mejor evitar ambas cosas.
Prefiero recomendarle a Tamara Falcó que se prepare a fondo para hacer una buena participación en Masterchef Celebrity 4.
Formé parte de la anterior generación de famosos en los fogones y una de las razones por las que alcancé ser semifinalista es que asumí que tenía que estudiar y practicar.
Aquel programa fue una auténtica rehabilitación, aprendí a deshuesar aves simplemente siguiendo el dibujo de sus huesos con el instrumento adecuado.
Tamara tendrá que hacer lo mismo, por más que la instrucción te provoque una cierta fobia hacia la cocina.
Pero es el hallazgo de la experiencia: aprendes un oficio y estar más preparado siempre te hace sentir mejor.
Atravesar Masterchef me aproximó a la cautela y por eso pude presentar Prodigios, un programa donde viví en primera fila el esfuerzo de los concursantes y la emocionante declaración que Nacho Duato, juez en la disciplina de Danza, hizo acerca de su lucha familiar para que le aceptaran como bailarín y como hombre. Mientras lo decía, escuchaba con emoción.
Nunca habría imaginado que haría una declaración así y que se emitiera casualmente en la jornada de reflexión electoral.
Mucha gente me para en la calle para confirmarme que las palabras de Duato les hicieron acudir a votar.
Es cierto que la extravagancia, el colorido y la pompa lo reservan para el 22 de octubre que es cuando florece el crisantemo y en Japón tirarán la casa por la ventana, pero lo que vimos el miércoles, el día de los trabajadores, fue más bien un ejercicio de cautela y minimalismo extremo.
Habrá que prescindir de brillos, hombreras y pamelas una vez más. Con cautela, llegué a otra reflexión: los japoneses son superexquisitos en su estilo, pero también hiperconservadores en moral y tradiciones.
Al final va a ser cierto eso de que la gente conservadora se refugia en el buen gusto para permitirse cambiar lo mínimo.
Volvamos a la cautela, que es también lo que hay que emplear con el nacimiento del hijo de Meghan Markle.
Es verdad que el mundo puede ser cruel, mientras en Venezuela desesperan por la caída de una dictadura, en el Reino Unido ponen a prueba su paciencia con el nacimiento de un nuevo miembro de la familia Windsor.
Se ha publicado que Meghan y Enrique ya no siguen en Instagram a Kate y Guillermo.
Y en otras redes se afirma que los miembros mayores de la familia no pueden disimular la ansiedad por ver el color de piel de ese nuevo miembro del casting real y encajar si realmente están listos para asumir los cambios y su diversidad.
Lo dicho: cautela ante todo y para todos.
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