La artista de la estafa que engañó a la ‘jet set’ neoyorquina
Anna
Delvey, condenada a entre cuatro y 12 años de cárcel por un jurado,
embaucó a empresarios, magnates, actores y a uno de los hijos del
arquitecto Santiago Calatrava.
Anna
Delvey el pasado día 9 en la Corte Suprema de Manhattan donde fue
juzgada. En vídeo, las intervenciones de la fiscal y la jueza en el
juicio. TIMOTHY A. CLARY (AFP) / VÍDEO: REUTERS-QUALITY Anna Delvey se interesó por el arte y terminó por convertirlo en su
medio de vida interpretado a su manera. Empezó fotografiando moda y
terminó convertida en una artista de la estafa, como la ha definido la
fiscalía que ha llevado la acusación contra ella en el juzgado de Nueva York
donde un jurado la condenó, el día 8 de este mes, a entre cuatro y 12
años de prisión.
La historia de esta mujer de 28 años, de origen
ruso-alemán, es la de una pícara de los tiempos modernos, esos en los
que el brillo del dinero deslumbra tanto que deja ciegos a quienes no
ven más allá del estilo de vida lujoso de quien está dispuesto a
engañarles.
Anna Delvey o Sorokin pasó de seguir siendo becaria y se inventó un
currículo de rica heredera alemana, poseedora de una fortuna de 25
millones de dólares (más de 22 millones de euros) en un fondo fiduciario
a la altura de sus pretensiones y de las relaciones que iba tejiendo
para conseguir su ascenso a la élite neoyorquina.
Entre esos amigos han desfilado Rachel DeLoache Williams, la editora de fotografía de Vanity Fair USA , el magnate Aby Rosen, el chef Daniel Rose, el empresario Roo Rogers, el actor Macaulay Culkin , influencers europeas como Giorgia Tordini y también el arquitecto Gabriel Calatrava, hijo del también arquitecto Santiago Calatrava y habitual de los eventos de la alta sociedad neoyorquina.
Gabriel Calatrava (segundo por la izquierda), en un evento en el The Jane Hotel de Nueva York en 2016. Getty Images
A Gabriel Calatrava, Anna Sorokin —que en realidad era de origen ruso
y familia humilde que emigró a Alemania— le engatusó con el ambicioso
proyecto que vendía a todo aquel que conocía y tenía una economía más
que saneada: un club exclusivo con un gran espacio dedicado al arte
contemporáneo que bautizaría Fundación Anna Delvey (ADF) y que tendría
su sede en un edificio en alquiler en la esquina de Park Avenue y 22nd
Street, de cuya reforma se encargaría su nuevo amigo.
Una inversión de
40 millones de dólares.
El resto de la farsa tomó forma viviendo en
hoteles chic , repartiendo propinas de 100 dólares, vistiendo
modelos de marcas de lujo o presentándose en reuniones con posibles
inversores en avión privado de alquiler.
Medios a lo grande para
objetivos a lo grande.
Anna
Delvey, también conocida como Anna Sorokin, intuyó esta debilidad y la
convirtió en su salvoconducto para vivir por todo lo alto en Nueva York,
la meca del ver y dejarse ver.
Llegó a la ciudad, procedente de París, a
finales del verano de 2013 para un viaje a la ciudad costera de
Mountauk y después asistir a la Semana de la Moda.
Debió percibir buenas
vibraciones, porque la que había sido becaria de Purple , la
revista francesa de arte y moda, decidió quedarse.
Trabajó temporalmente
en las oficinas de la misma publicación en la Gran Manzana y después
intuyó las posibilidades de dar un buen mordisco a todos aquellos ricos
con los que se cruzaba a diario y que cayeron enganchados por su don de
gentes y en su red de mentiras.
Pero, ¿de dónde conseguía Anna el dinero en efectivo para crear su
personaje?
La respuesta no es otra que de la misma aura de millonaria
que se había inventado: las relaciones que la presentaban en los sitios
le abrían las puertas a crédito y el resto lo consiguió durante un
tiempo a base de transferencias que nunca llegaban y giros postales y
cheques falsos que depositaba en bancos a cambio de dinero en efectivo.
Cuando empezaron a saltar las alarmas, primero en el hotel de cinco
estrellas 11 Howard en el que vivía y después en un banco con el que
negociaba un crédito multimillonario, su historia estaba a punto de
tocar fondo.
Cuando la detuvieron a finales del verano de 2017 en
Malibú, había engañado a distintas personas y establecimientos por más
de 200.000 dólares.
Se declaró inocente e ingresó en la prisión femenina
de Rikers Island, incapaz de pagar la fianza que le pedían para acceder
a su libertad provisional.
En prisión ha tenido salidas de tono y enfrentamientos de niña rica por
los que ha sido castigada a períodos de aislamiento, pero su historia
puede terminar por procurarle, cuando salga de prisión, la vida de lujo
que le negó su inexistente fortuna.
Shonda Rhimes, la creadora de las series Anatomía de Grey o Scandal ,
ha adquirido los derechos de su historia para el que será su primer
proyecto con Netflix. Y la misma Anna Delvey/Sorokin anunció que había
comenzado a escribir sus memorias y que un segundo libro recogería sus
experiencias en prisión.
Puede que siga negando la realidad, pero sigue
confiando en tener su propio fondo de inversión en el futuro.
Y lo que
tiene claro es que no siente lo que hizo. Lo dijo en una entrevista
concedida a The New York Times :
“Estaría mintiendo a todos y a mí misma si dijera que lamento cualquier cosa de lo que he hecho”.
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