Diversidad sexual sin complejos.
Escondites canariones para el sexo en público.
Hay quien se intimida en las orgías porque no se relaja con la exhibición del idilio fugaz.
Y hay quien se pone de rodillas, en cualquier esquina y abre braguetas. Puede no agradarte ser testigo de semejante exhibición carnal
. O puede que te excite ver a otros teniendo sexo.
La sexualidad es así de personal e intransferible.
Legalmente, solo es delito si son menores o personas con especial necesidad de atención los que son testigos de semejante intercambio de carne.
Prometo mirar a los dos lados la próxima vez que termine sobre el capó de un coche.
Tres días en Maspalomas, al sur de Gran Canaria, en la costa de San Bartolomé de Tirajana, me han enseñado que la diversidad sexual es la base de la convivencia.
Del respeto. Y del futuro.
Todo sucede alrededor del Centro Comercial Yumbo Centrum. Antes de aterrizar en Gando, yo ya sabía que el sexo más efervescente lo encontraría allí.
Al sur de la isla, en el término municipal de San Bartolomé de Tirajana, 20.000 metros cuadrados de construcción de principios de los 80, en el que el colectivo LGTBI se siente en su salsa.
Restaurantes, locales de copas, discotecas, saunas, cuartos oscuros.
Todo. Alemanes, suecos, daneses, ingleses, italianos y españoles de cualquier fauna inundan los complejos hoteleros, los dúplex en alquiler y los pisos turísticos.
De esto último es lo más escaso.
Menos de 40 apartamentos; la isla entera se beneficia de ser el primer destino europeo LGTBI.
Aquí está mal visto que rentabilices tu propiedad así, porque entienden que ese turismo solo beneficia al dueño del apartamento.
Más de 100 millones de euros de beneficio en el último Pride.
Y citas como esta, tienen tres a lo largo del año.
Dudo mucho que la ultraderecha homófoba consiga la más mínima representación en esta isla.
Normal, imaginen lo que supone algo así para una población de poco más de 53.000 habitantes.
Todo tipo de personas manifiestan su sexualidad sea la que sea. Sin presión alguna, ni siquiera la del físico.
Las dos personas con problemas alimenticios que he tenido cerca, vivían sometidos a la esclavitud de la belleza. Ambos trataron de cincelarse intercalando pinchazos en la comisura de los labios con liposucciones; rinoplastias con Fat Grafting Face. Metiéndose los dedos hasta la epiglotis después de cualquier comida, obligándose a blanquear el esmalte de los dientes después de tanta acidez de los vómitos.
Y esta presión ha sido especialmente visible en el entorno LGTBI donde proliferaron las perfectas puestas en escena.
Maspalomas es tan ácrata que no hay parámetros que seguir, corsés que en otros lugares, como las redes sociales, asfixian. Maspalomas es algo más que las dunas, pero estas nos gustan especialmente.
En El 7, el chiringuito de la Playa del Inglés, un polaco pide dos cervezas.
Veo su pasaporte cuando paga los siete euros que cuestan sus bebidas. Lo acompaña de la mano otro hombre con el que habla en inglés mientras se lo come a besos
Ese gesto tan cariñoso con su pareja no puede exhibirlo en su país.
Se considera un escándalo porque la constitución protege expresamente el matrimonio formado por un hombre y una mujer.
En las dunas lo besa y le toca el paquete. Si siguen restregándose, es probable que sucumban a la llamada de la intimidad en la que podrán amarse.
De testigos, el que se acerque y mire. Quien se excite con la visión, lo mismo puede hasta sumarse.
Benditas dunas reflejo de libertad y tolerancia.También en nuestro país hay lugares, pueblos y ciudades donde dos hombres tendrían miedo de besarse en público.
Polonia está más cerca de lo que parece.
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