La periodista ha fallecido a los 49 años como consecuencia del cáncer que padecía.
Poco después se hizo periodista, trabajó en la SER, en Cuatro, en la televisión de su tierra, en la Cope… A todas partes llevó su energía insólita, aquella con la que desafió, en la adolescencia, los riesgos de cualquier viaje.
Era Paloma Tortajada.
Tenía 49 años. Su voz, decían Iñaki Gabilondo y Carlos Herrera, sucesivos jefes suyos, en Hoy por hoy de la SER y en la Cope, está ya en la historia de la radio.
Ella no hubiera querido mejor epitafio. Paloma Tortajada, muerta esta mañana en una clínica de Madrid a los 49 años, tuvo a la radio como el signo de su vida.
Herrera contó, ante los micrófonos de Hoy por hoy, que cuando empezaron los síntomas del cáncer que lesionó gravemente su voz ella siguió yendo a la emisora.
Prosiguió su trabajo hasta en silencio.
Ella quiso a la radio y la vivió hasta el último suspiro.
Su pasión fue esa, el periodismo, el trabajo, la voz.
En la SER trabajó con Iñaki, con José Antonio Marcos.
Todos sus compañeros fueron su familia, en todas partes. Y en todas partes sintió que no había mejor sitio que el reto de hacer noticias con su voz
. La empatía era su tesoro, y la voz era su facultad, su más querida compañera.
Era, además, como Kim de la India, la amiga de todo el mundo. Disponible, sin horarios, despierta siempre para la radio. Paloma Tortajada era como la radio misma.
Los mensajes que este miércoles ha emitido la SER constituyeron el homenaje que la audiencia rinde a profesionales que, como decía el propio Iñaki, convierten la radio en la hermana de todo el mundo.
Paloma era la hermana de todo el mundo.
Hubo unos años en que dejó el micrófono, para trabajar en el Ministerio de Educación con Ángel Gabilondo.
Este dijo tras la muerte de Paloma: “Mujer extraordinaria y magnifica periodista. Voz y vida de la radio”.
Isabel Aymerich, la jefa del Gabinete del exministro, contó: “Cuando Paloma era muy pequeña ya quería ser periodista.
Una vez que salió Iñaki en la televisión le dijo a su madre: ´yo quiero trabajar con ese señor`.
Ella fue garantía del trabajo bien hecho”.
Solo los grandes profesionales de la radio hacen surgir ante el micrófono sin cara de la radio ese gesto mayor de la voz, la empatía.
Cuando perdió la voz y Carlos Herrera le preguntó qué le ocurría, a las seis de la mañana de ese momento gravísimo de su vida en la radio, ella le dijo que iba a luchar.
Los altibajos del sonido mayor de su vida no arrinconaron su humor, su vitalidad.
Hasta cuando ya no había esperanza ella la tuvo. No quería a su alrededor tristeza sino voz, alegría de contar.
Josefina, su madre, Carlos, Susana, sus hermanos, sobreviven a Paloma Tortajada.
A su último viaje le sigue el multitudinario aplauso de sus innumerables oyentes.
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