Vuelve Mario Vaquerizo con un libro para ‘niños rockeros’. Hablamos con él de política, fama, monarquía o paternidad.
Rubén Romero Santos
“Me sienta bien, ¿qué quieres que te diga?”.
Hemos quedado con la excusa de hablar de su nuevo libro, el quinto ya, Cuentos para niños rockeros (Espasa, ya a la venta). Son cincuenta perfiles de artistas a los que admira y que él considera rockeros, aunque algunos estén tan alejados del género como Lola Flores o Raphael.
Lo escribe porque cree que a él le habría gustado leerlo de pequeño, en vez de buscar esas historias “en la Súper Pop y El Gran Musical”.
Mario es el autor pero, en realidad, su propia historia podría formar parte de uno de esos cuentos.
Uno que sería algo así: “Érase una vez… un niño de Vicálvaro que soñaba con ser rockero y vivir en la Gran Vía, que trabajó de guionista y 'promocionero' y acabó por enamorarse de una de sus ídolos, Alaska.
Se subió a un escenario con las Nancys Rubias y fue una presencia recurrente en todos los platós de televisión”.
Normal que, como los buenos rockeros, haya acabado exhausto, víctima de su frenética actividad: un dolor de espalda lo ha tenido postrado en cama los últimos meses.
Pero por nada del mundo iba a dejar de hacer la promoción de su último libro y regresar a un contacto con un público que lo adora.
"A mí me gusta la fama, pero tengo un concepto de ella muy 'warholiano'", dice Mario Vaquerizo, que presenta su nuevo libro: 'Cuentos para niños rockeros'. Foto: DR
No, hombre, eso sería un poco 'despropositado'.
Cuando eres un poco mayor, sabes cuáles son tus limitaciones. Elvis es el rey del rock.
Aunque bueno, Elvis cuando estuvo de uniforme no dejó de ejercer de rockstar: más que hacer la mili, lo que hizo fue hacer un photocall.
¿Tenías mono de fama?
De lo que tenía mono es de volver a ser Mario Vaquerizo.
Muchas veces proyecto una imagen de frívolo y de que solo me gusta la fama y demás.
Y sí, a mí me gusta la fama, pero tengo un concepto de ella muy 'warholiano'. Sé que es efímera.
Mi pretensión en la vida no ha sido llegar a ser famoso. Simplemente, se han dado una serie de circunstancias, que no sé si las he buscado o no, que me han convertido en una persona célebre. Yo lo que quería era ser el Mario de siempre, que se reía, que estaba de buen humor y que iba al gimnasio.
Pero el dolor me lo impedía. Tenía mono de volver a ser Mario. Y poco a poco lo voy consiguiendo.
Porque, aunque suene un poco prepotente decirlo, me gusta ser Mario.
¿Y quién es Mario?
Mario es un marciano. A veces me autoanalizo y me digo: “La verdad es que eres un maricón muy raro”. Mario es un tío divertido, que siempre está tirando para adelante, que aglutina a mucha gente, que se inventa un montón de proyectos aunque luego no salgan.
Los libros, de momento, sí salen. Este es ya el quinto…
Soy consciente de que cuando Espasa Calpe me pidió mi primer libro, lo hizo por mi posición mediática.
Por eso lo titulé de manera irónica Haciendo majaradas, diciendo tonterías.
Pero uno es profesional e intenta hacerlo bien.
Y de esas “majaradas” se vendieron 30.000 ejemplares, y eso me sirvió a mí para hacer lo que yo realmente quería hacer, que era la biografía de Fabio McNamara (Fabriografía), que es el libro del que más orgulloso me siento, no solo por lo que representa Fabio para mí, sino por el ejercicio de investigación que tuve que hacer.
¿Te consideras una persona ambiciosa?
Nunca he tenido pretensiones: no he querido ser escritor, ni tener un grupo.
Yo hago las cosas porque me apetecen. Si luego llegan a mil personas, fenomenal; que son superventas, fenomenal; que actúo con los Pet Shop Boys o en el Baile de la Rosa, pues fenomenal… Pero no ha sido mi pretensión.
La pretensión te acaba generando frustración. Tienes que hacer las cosas porque te apetecen y te hacen sentir bien. Y punto.
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