Superar los problemas psicológicos es una decisión tan importante como delicada, ¿en qué manos puedes ponerte con tranquilidad?.
Doce millones y medio de españoles sufrió
un episodio relacionado con una enfermedad mental el año pasado, según
los datos del Consejo General de la Psicología de España.
Para muchos de ellos fue como experimentar el averno que Dante pintó en La divina comedia,
y no por los síntomas de sus patologías.
Para ellos, la búsqueda de
atención médica supuso salir de un círculo de sufrimiento para entrar en
otro igual de infernal, el del negocio de los falsos terapeutas de la
psique.
Según el decano del Colegio de Psicólogos
de Madrid y vicepresidente del Consejo General de la Psicología de
España, Fernando Chacón, sus problemas derivaron, por una parte, del
hecho de que la ratio de profesionales de salud mental en el sistema
sanitario español es una de las más bajas de la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Por la otra, esta
situación obliga a muchas personas a buscar ayuda desesperadamente, una
búsqueda que las conduce a comprobar que "la regulación de la
psicología en nuestro país es deficiente: cualquier persona sin ningún
tipo de formación puede llamarse 'terapeuta', lo que genera una enorme confusión", añade Chacón.
El Consejo no ofrece estadísticas, pero el
Colegio de Psicólogos de Andalucía Oriental sí lo hace: 70 de cada 100
consultas de psicología que se abrieron en Almería, Granada, Jaén y
Málaga en 2017 estaban dirigidas por personas que no eran psicólogos
clínicos o sanitarios.
Los supuestos expertos que dirigen estas
consultas hablan de neurociencia, hipnosis, constelaciones, mindfulness (un paisaje lleno de sombras), Gestalt, crecimiento personal, herramientas transformadoras, disociaciones y bloqueos.
Ofrecen programas, terapias individuales, sesiones grupales, conferencias, formaciones y libros de autoayuda.
Y, con demasiada frecuencia, retuercen el lenguaje para confundir sobre su capacitación; se definen como psicoterapeutas, psicoanalistas, terapeutas expertos en psicología humanista, coaches para procesos de acompañamiento y duelo…
Detrás de sus sesiones suelen estar
las teorías el psicoanálisis de Sigmund Freud (más concretamente, la
adaptación del Instituto Esalen), que a nivel científico nunca ha
demostrado su validez, y las de la industria de la autoayuda que, se basan en la idea de que uno puede generar la mejor versión de sí mismo siguiendo un puñado de consejos básicos.
Pero "el único ámbito regulado en psicología es el sanitario, y eso
hace que en otras áreas, como la laboral, que es la menos regulada de
todas, prolifere el intrusismo -encarnado en todo tipo de versiones de
la autoayuda-.
En el momento en el que un profesional habla de una
intervención para reducir el estrés, entramos en el terreno de la
enfermedad mental y por lo tanto competencia del psicólogo sanitario",
explica Chacón.
Son unos pocos ejemplos de un
interminable listado que refleja un problema que emana de la heterogeneidad de la formación de los responsables de estas actividades.
Todas ellas expiden títulos de psicoterapeuta, terapeuta, coach, practitioner, facilitador... lo hacen aunque el alumnado no tenga estudios de psicología ni otra formación sanitaria.
A nivel estatal, la última iniciativa dirigida a la protección de los pacientes es la reciente campaña del Ministerio de Sanidad para informar sobre los riesgos de las pseudoterapias, #CoNprueba.
El proyecto apunta directamente a intervenciones en el campo de la psicología, pero divide a la profesión.
A principios de año, el Consejo General de la Psicología publicó un texto en el que expresaba que sus opiniones no habían sido tenidas en cuenta para la elaboración del texto y que varios de los tratamientos señalados "podrían suponer beneficios contrastados para los pacientes cuando son correctamente utilizadas por psicólogos".
La respuesta a este movimiento fue una carta pública firmada por 1.600 psicólogos, en la que los expertos se posicionaron contra la postura de sus colegios profesionales porque consideraban que la posesión de un título oficial no convierte en eficaz una pseudoterapia.
Tres terapias destacan entre las señaladas en el documento del Ministerio: la terapia Gestalt, la de las constelaciones familiares y la Programación Neurolingüística (PNL).
Todas ellas han sido incluidas en el epígrafe "terapias aún en evaluación", el mismo en el que se incluyen la homeopatía y el reiki.
La investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y presidenta de la Asociación para Defender al Paciente de las Terapias Pseudocientíficas (APETP), Elena Campos, explica el porqué de la inclusión en este apartado:
"Hoy en día, no hay una demostración empírica de su funcionamiento. Si la tuvieran, estarían integradas en el Sistema Nacional de Salud", dice.
Pero el vicepresidente del COP, Fernando Chacón, opina que "la evidencia científica no es dicotómica, no es un mero sí o no, tiene grados, y esta gradación debería haber sido contemplada en la evaluación".
Y añade: "No creemos que sea adecuado aplicar a las terapias psicológicas los mismos criterios que a las terapias farmacológicas".
Por su parte, el psicólogo Eparquio Delgado, uno de los impulsores de la carta al COP, añade que, "en psicología, es difícil que una pseudoterapia sea un disparate de principio a fin. Siempre tiene algo aprovechable".
En resumen, la pseudociencia es una jungla que puede engullir a los pacientes incluso en las consultas de los psicólogos colegiados: hay que fijarse en las terapias.
"Funciona un poco como con las dietas tipo paleo o Dukan, -esas que uno no debe seguir-.
Me invento mi terapia, la patento, me convierto en líder y la vendo a través de cursos de formación", apunta Delgado.
Pero solo las personas con título oficial en psicología sanitaria están habilitadas para ejercer tratamientos,
y eso, por supuesto, no es algo que adviertan a sus pacientes estos
supuestos sanadores de la mente, por lo que nunca está de más informarte
sobre quién se sienta al otro lado de la mesa cuando acudes a consulta.
Psicólogos en contra y a favor de las terapias dudosas
La oferta de soluciones engañosas puede
conducir a los pacientes a una peregrinación de terapeuta en terapeuta,
cada uno más inadecuado, un periplo que conoce bien el autor de La Burbuja Terapéutica (Arpa, 2018), Josep Darnés.
El libro detalla su viaje por más de cincuenta propuestas curativas para resolver un trastorno de ansiedad, un término que a menudo no sabemos interpretar correctamente.
"Me convertí en un yonqui de las conferencias, los libros de autoayuda,
los retiros.
Hay un negocio bestial detrás de todo esto", dice.
Y
advierte del peligro del "efecto contagio", por el que los pacientes reciben una determinada terapia quedan fascinados hasta el punto de empezar a realizar el curso de terapeuta, en el que la docencia se reparte en varios fines de semana y el título se otorga sin pruebas de evaluación.
Darnés también dibuja situaciones de trato vejatorio.
"He visto terapeutas que por narcisismo,
sadismo o simplemente por no estar bien de la cabeza, maltrataban
sistemáticamente a sus pacientes", asegura.
El autor explica que el
contexto del grupo y la tendencia a crear situaciones catárquicas
arrastran a los participantes hacia una situación de dependencia,
en la que "la vida normal empieza a parecer insípida".
¿Cómo evitar el
abuso? El vicepresidente del Consejo General de la Psicología de España,
Fernando Chacón, recomienda recurrir a psicólogos colegiados para, en
caso de que sucedan situaciones de mala praxis, interponer una denuncia
en la comisión deontológica. De hecho, la institución dispone de una comisión destinada a la defensa y asesoramiento de los ciudadanos ante el intrusismo.
Es una medida que no hay que descartar.A nivel estatal, la última iniciativa dirigida a la protección de los pacientes es la reciente campaña del Ministerio de Sanidad para informar sobre los riesgos de las pseudoterapias, #CoNprueba.
El proyecto apunta directamente a intervenciones en el campo de la psicología, pero divide a la profesión.
A principios de año, el Consejo General de la Psicología publicó un texto en el que expresaba que sus opiniones no habían sido tenidas en cuenta para la elaboración del texto y que varios de los tratamientos señalados "podrían suponer beneficios contrastados para los pacientes cuando son correctamente utilizadas por psicólogos".
La respuesta a este movimiento fue una carta pública firmada por 1.600 psicólogos, en la que los expertos se posicionaron contra la postura de sus colegios profesionales porque consideraban que la posesión de un título oficial no convierte en eficaz una pseudoterapia.
Tres terapias destacan entre las señaladas en el documento del Ministerio: la terapia Gestalt, la de las constelaciones familiares y la Programación Neurolingüística (PNL).
Todas ellas han sido incluidas en el epígrafe "terapias aún en evaluación", el mismo en el que se incluyen la homeopatía y el reiki.
La investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y presidenta de la Asociación para Defender al Paciente de las Terapias Pseudocientíficas (APETP), Elena Campos, explica el porqué de la inclusión en este apartado:
"Hoy en día, no hay una demostración empírica de su funcionamiento. Si la tuvieran, estarían integradas en el Sistema Nacional de Salud", dice.
Pero el vicepresidente del COP, Fernando Chacón, opina que "la evidencia científica no es dicotómica, no es un mero sí o no, tiene grados, y esta gradación debería haber sido contemplada en la evaluación".
Y añade: "No creemos que sea adecuado aplicar a las terapias psicológicas los mismos criterios que a las terapias farmacológicas".
Por su parte, el psicólogo Eparquio Delgado, uno de los impulsores de la carta al COP, añade que, "en psicología, es difícil que una pseudoterapia sea un disparate de principio a fin. Siempre tiene algo aprovechable".
En resumen, la pseudociencia es una jungla que puede engullir a los pacientes incluso en las consultas de los psicólogos colegiados: hay que fijarse en las terapias.
Gestalt, constelaciones familiares y PNL, mejor huir de ellas
Entre las propuestas más controvertidas del
campo de la psicología destaca la terapia Gestalt, un proceso de
excavación en las profundidades del ego (que, cuanto más grande es, más afecta a la salud).
"La mayoría de los terapeutas son expacientes.
Es una búsqueda en
nuestro interior durante años que demasiadas veces termina generando más
neurosis y malestar.
Tiene muchos paralelismos con el psicoanálisis
pero está mucho más destinada a contactar con la emoción y la catarsis",
describe Darnés, el autor de La burbuja terapéutica.
Los postulados de la Gestalt aparecen en el ámbito de la empresa a través del eneagrama, un test de la personalidad popularizado en el mundo hispanohablante.
Delgado explica que es una pseudoterapia
creada por el psicoanalista Fritz Perls, y que nada tiene que ver con la
psicología de la Gestalt de Wolfang Kohler, basada en el estudio del
proceso de la percepción.
Es una confusión frecuente en quienes buscan
información sobre los tratamientos pseudocientíficos, que están presentes incluso en plataformas de crowdfunding.
"No hay pruebas de su eficacia y sus postulados no son científicos, da igual que la impartan psicólogos colegiados.
Y, por mucho que se use en empresas, recurrir al eneagrama en una
prueba de selección es tan razonable como hacerlo al tarot o la carta
astral", apunta Delgado.
El de las constelaciones familiares es otro de los tratamientos en
entredicho.
Se fundamenta en dos participantes: el constelador, quien
dirige la sesión, y el constelado, que es el paciente.
Suele girar en
torno a conflictos familiares, por lo que a menudo se lleva a cabo en
una sesión grupal donde otras personas representan los roles de los
familiares del constelado.
Si no se desarrolla de esta manera, es frecuente que se recurra a muñecos para desempeñar ese rol.
Darnés describe su experiencia en esta terapia como un episodio inquietante, en el que todos los participantes acaban llorando o en un estado de alteración emocional, y la desaconseja a personas con trastornos psicológicos.
Organismos como la APETP destacan su prohibición por parte del código deontológico de la psicología profesional y señalan que tiene efectos adversos como los ataques de ansiedad y los brotes psicóticos.
Por último, está la programación neurolingüística (PNL).
"No tiene evidencia científica, pero funciona porque la idea de que podemos influir en el inconsciente es muy atractiva.
En el mundo del liderazgo lleva instalada dos décadas y sigue de moda.
Plantea cosas como que, si analizas la dirección de los ojos de una persona cuando habla, puedes tener una información de la que la propia persona no es consciente.
Por lo tanto, si te ajustas a sus mapas cognitivos, vas a poder influir en otros sin que se enteren.
La PNL es una marca registrada, para aplicarla tienes que hacer los cursos en la sucursal española", señala el psicólogo Eparquio Delgado.
Desde la APETP, señalan que "a veces adopta el nombre de 'psicoterapia neurolingüística', y que no ha demostrado efectividad alguna para ningún trastorno existente.
Además, suele caer en la práctica inmoral de anunciar la sanación de trastornos como la esquizofrenia, el autismo y la depresión", por muy difícil que sea detectar y tratar estas enfermedades.
Si no se desarrolla de esta manera, es frecuente que se recurra a muñecos para desempeñar ese rol.
Darnés describe su experiencia en esta terapia como un episodio inquietante, en el que todos los participantes acaban llorando o en un estado de alteración emocional, y la desaconseja a personas con trastornos psicológicos.
Organismos como la APETP destacan su prohibición por parte del código deontológico de la psicología profesional y señalan que tiene efectos adversos como los ataques de ansiedad y los brotes psicóticos.
Por último, está la programación neurolingüística (PNL).
"No tiene evidencia científica, pero funciona porque la idea de que podemos influir en el inconsciente es muy atractiva.
En el mundo del liderazgo lleva instalada dos décadas y sigue de moda.
Plantea cosas como que, si analizas la dirección de los ojos de una persona cuando habla, puedes tener una información de la que la propia persona no es consciente.
Por lo tanto, si te ajustas a sus mapas cognitivos, vas a poder influir en otros sin que se enteren.
La PNL es una marca registrada, para aplicarla tienes que hacer los cursos en la sucursal española", señala el psicólogo Eparquio Delgado.
Desde la APETP, señalan que "a veces adopta el nombre de 'psicoterapia neurolingüística', y que no ha demostrado efectividad alguna para ningún trastorno existente.
Además, suele caer en la práctica inmoral de anunciar la sanación de trastornos como la esquizofrenia, el autismo y la depresión", por muy difícil que sea detectar y tratar estas enfermedades.
"En el supermercado terapéutico abunda el
fraude de los terapeutas y psicólogos que te venden panaceas y te
prometen que te van a cambiar la vida", concluye Darnés.
Y añade: "Mi
consejo es que la gente huya cuando se encuentre con un personaje de
estas características, pero los defensores de la psicología y
psiquiatría basada en la evidencia deberían hacer autocrítica del trato
frío y deshumanizado que se da a los pacientes con trastorno mental, y de la tendencia a recetar ansiolíticos".
Delgado también expresa preocupación por el
consumo de estos medicamentos y añade que "esa situación no puede
ocultar el problema de que las personas sientan que buscar un psicólogo
es jugársela, y dediquen mucho tiempo a revisar webs para saber de qué
van realmente las terapias que les venden.
La responsabilidad de
encontrar un profesional que cumpla con la praxis no es del paciente, y
esto sucede por dejación de funciones del COP".
Porque, igual
que en las catacumbas arquitectónicas, los túneles subterráneos de la
psique son laberínticos y oscuros.
Una vez dentro puede ser difícil
encontrar la salida, y hace falta ayuda para distinguir quién puede
guiarte a la solución de tu problema.
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