La biografía de la princesa sigue revelando detalles de su vida y explica las presiones que vivió Diana para dar a luz a sus hijos.
Cada vez que un nuevo bebé llega a la familia real británica, la expectación crece en torno a los Windsor.
Estos días el mundo espera la llegada del primer retoño de los duques de Sussex, Enrique y Meghan, que darán la bienvenida a su hijo entre finales de abril y principios de mayo.
A la espera de su llegada, salen a la luz historias de otros partos en la familia real, como los de la fallecida princesa Diana.
En 1992 se publicaba la polémica biografía de Diana de Gales escrita por Andrew Morton.
En Diana: su verdadera historia la princesa hablaba sobre su mala relación con los Windsor, su decepción con su marido, el príncipe Carlos de Inglaterra, y sus intentos de suicidio, pero también de los embarazos y partos de sus dos hijos, Guillermo y Enrique.
Lady Di cuenta cómo la llegada al mundo de su primogénito hace 37 años tuvo que ajustarse a las actividades deportivas del príncipe Carlos.
"Cuando tuvimos a Guillermo, hubo que encontrar una fecha en la agenda que se ajustara al príncipe Carlos y sus torneos de polo", cuenta Diana, como recoge ahora People.
"El parto de Guillermo tuvo que ser inducido porque ya no podía soportar más la presión de la prensa, se estaba volviendo algo insoportable. Era como si el mundo entero me estuviera monitorizando cada día".
Esa presión es similar a la que puede estar viviendo ahora Meghan Markle.
De hecho, según periodistas británicos que siguen a la familia real británica, el príncipe Enrique trata de protegerla precisamente para que no sufra como lo hizo Diana.
"En cualquier caso, el niño llegó, con mucha emoción. Entusiasmados, todo el mundo estaba en las nubes de la alegría: habíamos encontrado una fecha en la que Carlos podía dejar su caballo de polo por mí para dar a luz.
Fue estupendo, me sentí muy agradecida por ello", se puede leer en el libro escrito por Morton.
Si Guillermo vino al mundo ajustándose a los deseos del príncipe Carlos —nació el 21 de junio de 1982—, la llegada de Enrique no gustó tanto a su padre.
"Supe que Enrique iba a ser un niño porque lo vi en la ecografía", cuenta Diana en el libro sobre el embarazo y el nacimiento de su segundo retoño.
"Carlos siempre quiso una niña. Quería dos hijos, y una niña. Sabía que Enrique sería niño pero no se lo dije", confiesa.
Finalmente, el pequeño llegó al mundo el 15 de septiembre de 1984 en el mismo hospital Saint Mary de Londres en el que dos años antes había nacido su hermano.
"Su primer comentario fue: 'Dios mío, es un niño'.
El segundo: 'Y encima es pelirrojo", recuerda la princesa sobre cómo vivió Carlos de Inglaterra la llegada de Enrique.
Para rematar la cuestión, en el bautizo del pequeño no dudó en decirle a la madre de Diana que ambos estaban "muy decepcionados". "Pensábamos que iba a ser niña", soltó Carlos. "Mamá sacudió la cabeza diciéndole:
'Deberías darte cuenta de la suerte que tienes de haber tenido un hijo normal".
Al parecer, Frances Shand no mantenía una buena relación con su yerno y le consideraba "un mimado malcriado"; de hecho, Shand calificaba a los Windsor "enanos alemanes", dada su ascendencia germánica.
Tras el nacimiento de su hijo pequeño, la relación del matrimonio se volvió más cercana y afectuosa.
Según la princesa Diana, la llegada de Enrique supuso "el momento en el que estuvimos más unidos, y nunca volveríamos a estarlo tanto".
Poco después, sus caminos definitivamente se distanciaron.
La pareja se separó en 1992 y acabó divorciándose en verano de 1996.
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