Más de 300.000 mujeres en España entre el final de su treintena y los 45 años la atraviesan.
El peso del estigma asociado a la vejez y más complicaciones en la salud como la dificultad reproductiva o el riesgo cardiovascular, algunos de sus efectos de los que se habla poco.
María López Villodres
Lo que Jolie exponía a sus entonces 39 años es que se había estado preparando para atravesar la menopausia precoz,
que se da alrededor de la treintena y hasta los 45 años aproximadamente
-la edad media a la que se alcanza la menopausia común en nuestro país
es a los 49-.
Ya sea por causa mayor y tras la
extirpación de los ovarios, como en su caso.
O bien porque estos pierden
su capacidad de producir hormonas de forma natural (o debido a otras
causas externas que lo pueden agravar: consumo de tabaco, quimioterapia,
enfermedades autoinmunes…), la “insuficiencia ovárica precoz”, como
prefieren referirla desde la Asociación Española para el Estudio de la
Menopausia, afecta en España a más de 342.000 mujeres, según cifras del INE en 2016.
“Sofocos de día y de noche,
que pueden aparecer antes incluso de que cese la función de los
ovarios, y consecuencias asociadas a estas como la falta de sueño, de
concentración y rendimiento o las molestias y la sequedad en la zona genitourinaria, que puede dificultar las relaciones sexuales.
Así como un aumento de los riesgos cardiovasculares o de osteoporosis”, son algunos de los síntomas que advierten de la llegada de la menopausia, explica a S Moda la
doctora María Jesús Cancelo Hidalgo, Jefa de Servicio de Ginecología
del Hospital de Guadalajara y secretaria de la Sociedad Española de
Ginecología y Obstetricia.
También, “ansiedad y depresión de intensidad variable”, añaden desde la AEEM y “ganancia de peso, redistribución de la grasa corporal, atrofia vaginal o disminución del deseo erótico”, como suma la Doctora Elena Requena, médica de familia y sexóloga.
Se
comparten tanto en el caso de la menopausia común como en la precoz,
pero la segunda conlleva una serie de peculiaridades. “Cuando aparece en
una mujer joven, con una expectativa de vida más larga y en edad
reproductiva, en la que faltan estas hormonas que protegen -más notable
si además se le han quitado los ovarios-, los estudios señalan que
aumentan tanto la morbilidad como la mortalidad”, apunta Cansado
Hidalgo.
“Cuando aparece ya pasados los 40, la
vivencia es más temprana de lo esperado, pero no suele suponer un gran
terremoto para la mujer, el problema es mayor cuando aparece en mujeres más jóvenes o con expectativa reproductiva”,
señala la ginecóloga.
“Estas que quieren tener su vida igual que sus
amigas (sus reglas, hijos…) y es importante que entiendan bien cuál es
el proceso por el que se ha producido eso e intenten que con el
tratamiento su vida sea lo más parecida a ello”.
Como explica la
doctora, con el tratamiento hormonal que se prescribe en estos casos,
las mujeres pueden incluso seguir teniendo sus reglas.
Y en España ya existen casos que abren la puerta a una posible maternidad.
A finales de 2018, una mujer con menopausia precoz, daba a luz
a su primer bebé en el Hospital Clínic de Barcelona gracias a una
técnica de reimplantación de su propio tejido ovárico desarrollada por
el doctor Francesc Fàbregues.
Afrontar el cambio de etapa es diferente
para cada mujer, pero la necesidad de combatir los estigmas asociados a
la menopausia, como la creencia de que esta es sinónimo de vejez -y la
vejez como la etapa en la que, tradicionalmente, las mujeres dejan de
existir a ojos de la sociedad- o de la falta de deseo erótico,
persisten. “Muchos de estos presupuestos tienen que ver con cómo se percibe socialmente a la mujer una vez que ya no puede tener hijos.
Ocurre
que esto se señala como una falta de valor y la mujer puede comenzar a
experimentar sentimiento de devaluación y afectar a su autoestima”,
explica la doctora y sexóloga Requena.
“Esto, unido a los cambios
físicos, puede dar como resultado una disminución del deseo erótico, no
como fruto de la menopausia en sí, sino como resultado de la presión
social y el cambio de rol y estándar físico de la mujer.
En
consulta vemos cómo las mujeres al llegar a esta etapa se sienten más
inseguras respecto a su cuerpo y esto repercute en su vida erótica,
dependiendo a su vez de la autopercepción previa. Desde a las que no
les importan en absoluto estos cambios y siguen sintiéndose bien y
activas en cuanto a deseo (con el añadido de no tener que preocuparse
por la anticoncepción) a las que, en un porcentaje nada desdeñable,
comienzan a sentir a que ya no son atractivas o deseables por sus
parejas”, expone Elena Requena.
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