Con una fortuna de 43.400 millones, la heredera del imperio L'Oréal prefiere pasearse en chándal por el parque que frecuentar a la ‘jet set’.
Es la mujer más rica del mundo, aunque quienes la conocen aseguran
que Françoise Bettencourt Meyers “no podría ser más normal”.
La afirmación es de su amigo Olivier Pelat, magnate francés del sector inmobiliario, y sirve para definir a una mujer que dice pasearse por el parque en chándal y preferir la mitología griega a las ostentosas aficiones de la jet set.
La heredera de L'Oréal posee un patrimonio de cerca de 43.400 millones de euros, lo que en 2018 la convirtió en la mujer más rica del mundo, según la lista anual que publica la revista Forbes en su edición de este martes.
Nieta del fundador de la marca, Eugène Schueller, considerado el inventor del tinte de pelo, Bettencourt Meyers apareció en esta conocida lista por primera vez en 2018, pocos meses después de la muerte de su madre, Liliane Bettencourt, que lideró la clasificación de mujeres multimillonarias durante décadas.
Desde entonces, la heredera se ha colocado al frente del imperio francés de la cosmética y ha conseguido ampliar su margen de beneficios.
Solo en el último año, su fortuna habría aumentado un 17%, o más de 7.000 millones de euros, gracias a los espectaculares resultados del grupo, del que ella y sus hijos poseen el 33% del accionariado. Además, Bettencourt Meyers dirige la fundación filantrópica de la familia, a través de la que hace donaciones a proyectos científicos y artísticos.
En los últimos meses, ha financiado proyectos de investigación en neurociencia o autismo infantil.
La multimillonaria también es escritora en sus ratos libres y ha firmado una obra de cinco tomos sobre las raíces comunes entre el cristianismo y el judaísmo.
Bettencourt Meyers fue educada en una prestigiosa institución
francoamericana, la Escuela Marymount de Neuilly-sur-Seine, la rica
localidad adosada a París donde viven las familias más adineradas de la
capital francesa.
La afirmación es de su amigo Olivier Pelat, magnate francés del sector inmobiliario, y sirve para definir a una mujer que dice pasearse por el parque en chándal y preferir la mitología griega a las ostentosas aficiones de la jet set.
La heredera de L'Oréal posee un patrimonio de cerca de 43.400 millones de euros, lo que en 2018 la convirtió en la mujer más rica del mundo, según la lista anual que publica la revista Forbes en su edición de este martes.
Nieta del fundador de la marca, Eugène Schueller, considerado el inventor del tinte de pelo, Bettencourt Meyers apareció en esta conocida lista por primera vez en 2018, pocos meses después de la muerte de su madre, Liliane Bettencourt, que lideró la clasificación de mujeres multimillonarias durante décadas.
Desde entonces, la heredera se ha colocado al frente del imperio francés de la cosmética y ha conseguido ampliar su margen de beneficios.
Solo en el último año, su fortuna habría aumentado un 17%, o más de 7.000 millones de euros, gracias a los espectaculares resultados del grupo, del que ella y sus hijos poseen el 33% del accionariado. Además, Bettencourt Meyers dirige la fundación filantrópica de la familia, a través de la que hace donaciones a proyectos científicos y artísticos.
En los últimos meses, ha financiado proyectos de investigación en neurociencia o autismo infantil.
La multimillonaria también es escritora en sus ratos libres y ha firmado una obra de cinco tomos sobre las raíces comunes entre el cristianismo y el judaísmo.
La joven Françoise solía acudir a las salidas
escolares acompañada de un guardaespaldas: era la época de los
secuestros de los hijos de los grandes magnates, como el del heredero de
la familia Peugeot, que cuentan que traumatizó a su madre.
Bettencourt Meyers superó a la estadounidense Alice Walton, heredera de los hipermercados Walmart, que el año pasado encabezaba la lista.
Si se contabiliza también a los hombres, la legataria de L'Oréal ocupa la 15ª posición.
Igual que el año pasado, las primeras cuatro plazas las ocupan Jeff Bezos, fundador y propietario de Amazon; Bill Gates, fundador de Microsoft; el magnate Warren Buffett y el presidente del conglomerado del lujo LVMH, Bernard Arnault.
Desde entonces, Françoise se ha esforzado en evitar los fastos y el derroche a toda costa.
A los 65 años, sigue preservando el anonimato, prefiere tomar vuelos de línea y pasa los fines de semana haciendo deporte en el Bois de Boulogne, el gran parque que marca la frontera oeste de París.
¿Su único lujo desmedido? El lujoso restaurante chino Tong Yen, que solía ser el favorito de Jacques Chirac, conocido por su pato laqueado de 100 euros.
Su marido es Jean-Pierre Meyers, nieto de un conocido rabino que fue asesinado en Auschwitz.
Cuentan que la decisión de educar en el judaísmo a sus dos hijos, Jean-Victor y Nicolas, habría originado el gradual distanciamiento de su madre durante los noventa, en una familia sobre la que siempre ha pesado la sospecha del antisemitismo: durante los años treinta, el padre de Liliane Bettencourt financió el grupo fascista La Cagoule (aunque, tras la guerra, terminó siendo absuelto de toda sospecha de colaboracionismo con el régimen de Vichy).
Otras voces apuntan que la confesión de los Meyers nunca fue un problema para Liliane, sino el carácter “apagado” de su yerno.
Bettencourt Meyers superó a la estadounidense Alice Walton, heredera de los hipermercados Walmart, que el año pasado encabezaba la lista.
Si se contabiliza también a los hombres, la legataria de L'Oréal ocupa la 15ª posición.
Igual que el año pasado, las primeras cuatro plazas las ocupan Jeff Bezos, fundador y propietario de Amazon; Bill Gates, fundador de Microsoft; el magnate Warren Buffett y el presidente del conglomerado del lujo LVMH, Bernard Arnault.
Desde entonces, Françoise se ha esforzado en evitar los fastos y el derroche a toda costa.
A los 65 años, sigue preservando el anonimato, prefiere tomar vuelos de línea y pasa los fines de semana haciendo deporte en el Bois de Boulogne, el gran parque que marca la frontera oeste de París.
¿Su único lujo desmedido? El lujoso restaurante chino Tong Yen, que solía ser el favorito de Jacques Chirac, conocido por su pato laqueado de 100 euros.
Su marido es Jean-Pierre Meyers, nieto de un conocido rabino que fue asesinado en Auschwitz.
Cuentan que la decisión de educar en el judaísmo a sus dos hijos, Jean-Victor y Nicolas, habría originado el gradual distanciamiento de su madre durante los noventa, en una familia sobre la que siempre ha pesado la sospecha del antisemitismo: durante los años treinta, el padre de Liliane Bettencourt financió el grupo fascista La Cagoule (aunque, tras la guerra, terminó siendo absuelto de toda sospecha de colaboracionismo con el régimen de Vichy).
Otras voces apuntan que la confesión de los Meyers nunca fue un problema para Liliane, sino el carácter “apagado” de su yerno.
La prueba es que Jean-Pierre Meyers tuvo asiento reservado en el
consejo de administración de L'Oréal, grupo del que hoy ocupa la
vicepresidencia, y también dirigió el holding familiar Théty.
En realidad, las relaciones de la mujer más rica del mundo con su
madre se tensaron durante la larga batalla judicial que Bettencourt
Meyers emprendió en 2007, cuando acusó al fotógrafo Françoise-Marie
Barnier y a otras personas del entorno de su madre de aprovecharse de su fragilidad mental para obtener dinero y regalos. Después de un largo juicio, en el que llegó a estar involucrado el expresidente Nicolas Sarkozy,
ambas partes encontraron un acuerdo pocos días antes de la muerte de
Bettencourt, por el cual ponían fin a sus demandas mutuas.
Barnier terminó siendo condenado a cuatro meses de cárcel exentos de cumplimiento y una multa de 375.000 euros.
Barnier terminó siendo condenado a cuatro meses de cárcel exentos de cumplimiento y una multa de 375.000 euros.
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