Un disco homenaje, una biografía y los proyectos personales de Ana Torroja, José María y Nacho Cano les devuelven a la actualidad mientras sus 'fans' aún esperan su retorno.
Cuando CBS firmó con Mecano un contrato en 1981 por un único sencillo, casi nadie en la discográfica daba un duro por aquellos tres jovenzuelos cuya relación giraba en torno a la música.
A Hoy no me puedo levantar le siguió Perdido en mi habitación, y el goteo imparable de conquistas, conciertos y canciones convertidas en símbolos de una generación les convirtió oficialmente en el grupo más importante del pop español.
En pleno éxito y cuando nadie se lo esperaba, José María Cano anunció en público y ante el asombro de su hermano Nacho y de Ana Torroja que se iba y aquello acababa.
Decir adiós en el cénit de la popularidad y no haber vuelto a reunirse nunca sobre un escenario desde 1998 ha contribuido a acrecentar el mito y la especulación sobre un regreso que no llega nunca.
La hemeroteca y sus canciones están ahí para escribir su historia, pero Mecano no es un ente abstracto sino el producto de tres personas que interactuaban, egos que se enfrentaban y acuerdos que lo hacían todo posible.
Mecano era las pugnas de José María y Nacho Cano y la voz de Ana Torroja, que durante años fue de uno a otro haciendo lo que podía para equilibrar la balanza.
Ahora Mecano regresa para satisfacción o delirio de cada uno de sus componentes.
Un disco homenaje y una biografía del grupo —la definitiva según Javier Adrados, ideólogo y autor de ambos proyectos— recuerdan el treinta aniversario de la publicación del álbum Descanso dominical.
Pero han sido los tres componentes del grupo quienes se han encargado por separado de volver a escena.
Ana Torroja estrenó a mediados de febrero Llama,
la canción que marca su regreso a la música electrónica en un disco
cuya publicación se espera para antes de que finalice 2019 y en el que
trabaja con varios equipos de DJs.
José María Cano concedió poco después la que es su única entrevista en los últimos años.
Y Nacho Cano está en Nueva York tratando de producir Hernán Cortés, el nuevo musical que quiere estrenar en Broadway y México.
Mecano vuelve a entremezclarse con los proyectos personales de sus componentes y todos parecen reconciliados con el pasado, aunque cada uno tenga nuevas vidas y sus caminos no se crucen ni siquiera a través de una llamada de teléfono.
A Hoy no me puedo levantar le siguió Perdido en mi habitación, y el goteo imparable de conquistas, conciertos y canciones convertidas en símbolos de una generación les convirtió oficialmente en el grupo más importante del pop español.
En pleno éxito y cuando nadie se lo esperaba, José María Cano anunció en público y ante el asombro de su hermano Nacho y de Ana Torroja que se iba y aquello acababa.
Decir adiós en el cénit de la popularidad y no haber vuelto a reunirse nunca sobre un escenario desde 1998 ha contribuido a acrecentar el mito y la especulación sobre un regreso que no llega nunca.
La hemeroteca y sus canciones están ahí para escribir su historia, pero Mecano no es un ente abstracto sino el producto de tres personas que interactuaban, egos que se enfrentaban y acuerdos que lo hacían todo posible.
Mecano era las pugnas de José María y Nacho Cano y la voz de Ana Torroja, que durante años fue de uno a otro haciendo lo que podía para equilibrar la balanza.
Ahora Mecano regresa para satisfacción o delirio de cada uno de sus componentes.
Un disco homenaje y una biografía del grupo —la definitiva según Javier Adrados, ideólogo y autor de ambos proyectos— recuerdan el treinta aniversario de la publicación del álbum Descanso dominical.
Pero han sido los tres componentes del grupo quienes se han encargado por separado de volver a escena.
José María Cano concedió poco después la que es su única entrevista en los últimos años.
Y Nacho Cano está en Nueva York tratando de producir Hernán Cortés, el nuevo musical que quiere estrenar en Broadway y México.
Mecano vuelve a entremezclarse con los proyectos personales de sus componentes y todos parecen reconciliados con el pasado, aunque cada uno tenga nuevas vidas y sus caminos no se crucen ni siquiera a través de una llamada de teléfono.
“Nacho, José y yo no nos vemos, no hablamos.
Fuera de Mecano no teníamos vidas comunes y ha seguido igual, aunque sabemos los unos de los otros”, explica Ana Torroja en conversación telefónica desde México
Fuera de Mecano no teníamos vidas comunes y ha seguido igual, aunque sabemos los unos de los otros”, explica Ana Torroja en conversación telefónica desde México
“Amo España con toda mi alma”, afirma Ana Torroja, “pero me
propusieron hacer en México mi disco Conexión y el trabajo ha
ido alargando lo que parecía una aventura de no más de un año”.
Una
decisión en la que ella misma reconoce puede que también influyera
querer dejar atrás una etapa dura de su vida en la que se cruzó un grave
accidente de tráfico y sus problemas con la Hacienda española.
“La posibilidad de que Mecano vuelva a reunirse es la misma de siempre.
Siempre ha estado ahí y nunca se ha dado”, contesta relajada Torroja.
“José prepara su próxima exposición, Nacho está con su musical, yo
con mi nuevo proyecto... Es difícil que los tres estemos libres”,
reflexiona.
Nacho Cano vive a caballo entre Miami y Nueva York, entre la música y su faceta de empresario como propietario de un exclusivo centro especializado en brikram yoga en el downtown
de Miami, donde también ejerce de profesor.
De vez en cuando se escapa a Ibiza, la isla de la que se enamoró en los años ochenta, para descansar u organizar algún retiro con sus amigos en la casa que tiene colgando de un acantilado.
Desde hace años mantiene una relación sentimental con Cristina Arámbari, que era productora de televisión y dirige el centro deportivo del músico.
Quienes le conocen aseguran que vive una etapa muy terrenal, sana y que tiene un enorme corazón.
En 2015, en una entrevista para el programa de televisión Jaime Bayly Show no dudó en responder a la eterna pregunta sobre el regreso del grupo afirmando:
“Me gustaría volver por respeto y responsabilidad con nuestro público”.
El hueso más duro de roer sigue siendo José María Cano, de quien se ha sabido que ahora vive en Malta —aunque tiene casa en Londres y en Lisboa— y que continúa refugiado en la pintura,
un arte que también le reporta buenos beneficios.
Es el más intenso y peculiar del trío. No tiene relación con su hermano Nacho, pero parece haber curado su ego herido, ese que ha resumido recientemente en la frase “fuimos pasando de distintos y complementarios a opuestos y difíciles de conciliar”.
Acaba de reeditar Luna, la opera que nunca llegó a estrenarse, ha superado una hemopatía, y se muestra orgulloso de su hijo Daniel, que ha cumplido 23 años y tiene síndrome de Asperger.
Él, que también ha encontrado en la música un canal de expresión, ha sido quien ha hecho que su padre se lance a cantar arias mientras el hijo las interpreta al piano.
Sobre el siempre cuestionado regreso de Mecano afirmó en una entrevista para El Mundo: “No lo sé. Cosas como Ana hablando con cariño de nuestro pasado ayudan
. Me marché sin tener dónde ir precisamente para despedirme del mal rollo. (…) Lo que tenga que ser irá siendo”.
Ana Torroja matiza: “Siempre he hablado con cariño, puede que al principio, cuando dijo que dejaba el grupo, la reacción no fue la buena por sorprendente, por la forma.
Para mí las diferencias artísticas a las que alude José María eran el secreto de Mecano, pero al final no las supo manejar bien”.
De vez en cuando se escapa a Ibiza, la isla de la que se enamoró en los años ochenta, para descansar u organizar algún retiro con sus amigos en la casa que tiene colgando de un acantilado.
Desde hace años mantiene una relación sentimental con Cristina Arámbari, que era productora de televisión y dirige el centro deportivo del músico.
Quienes le conocen aseguran que vive una etapa muy terrenal, sana y que tiene un enorme corazón.
En 2015, en una entrevista para el programa de televisión Jaime Bayly Show no dudó en responder a la eterna pregunta sobre el regreso del grupo afirmando:
“Me gustaría volver por respeto y responsabilidad con nuestro público”.
Es el más intenso y peculiar del trío. No tiene relación con su hermano Nacho, pero parece haber curado su ego herido, ese que ha resumido recientemente en la frase “fuimos pasando de distintos y complementarios a opuestos y difíciles de conciliar”.
Acaba de reeditar Luna, la opera que nunca llegó a estrenarse, ha superado una hemopatía, y se muestra orgulloso de su hijo Daniel, que ha cumplido 23 años y tiene síndrome de Asperger.
Él, que también ha encontrado en la música un canal de expresión, ha sido quien ha hecho que su padre se lance a cantar arias mientras el hijo las interpreta al piano.
Sobre el siempre cuestionado regreso de Mecano afirmó en una entrevista para El Mundo: “No lo sé. Cosas como Ana hablando con cariño de nuestro pasado ayudan
. Me marché sin tener dónde ir precisamente para despedirme del mal rollo. (…) Lo que tenga que ser irá siendo”.
Ana Torroja matiza: “Siempre he hablado con cariño, puede que al principio, cuando dijo que dejaba el grupo, la reacción no fue la buena por sorprendente, por la forma.
Para mí las diferencias artísticas a las que alude José María eran el secreto de Mecano, pero al final no las supo manejar bien”.
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