EL PIE de esta foto, publicada en EL PAÍS, decía así: “Pepu Hernández, el viernes en la colonia experimental de Villaverde”.
La colonia experimental es lo que se aprecia detrás del exentrenador de baloncesto y candidato del PSOE a la alcaldía de Madrid.
Ahora bien, ¿en qué rayos consiste el experimento? Porque lo que uno ve a simple vista es una calle que da la impresión de no estar asfaltada, y un conjunto arquitectónico que podríamos confundir perfectamente con el decorado de una obra del realismo costumbrista de los años cincuenta o sesenta del pasado siglo. Hasta la luz, un poco despiadada, parece haberse conjurado para provocar el efecto de vacío terrible que respira la imagen toda. Observen, si no, las rejas de hierro viejo de las puertas, los desconchones de la fachada, la ropa tendida, en fin, y las sombras que acentúan la desnudez del conjunto.
No se aprecia la vanguardia por ninguna parte.
¿Desde cuándo la menesterosidad ha sido moderna? De hecho, tiene siglos de antigüedad y no parece que haya voluntad de terminar con ella.
Ahí está el candidato, pues, plantado en medio del experimento colonial, mirando no se sabe adónde sin ser correspondido. Observen, por ejemplo, que no hay nadie detrás de las ventanas, pese a la popularidad del retratado y a la curiosidad que provocan siempre los fotógrafos.
Y no solo no hay nadie, sino que las persianas se encuentran bajadas o a media asta, como si el edificio hubiera cerrado los ojos ante la presencia del político, al que sin duda le vendría mejor el calificativo de experimental que al barrio.
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