Pues no. Pero habrá que explicarlo. Hace unos 20 años se empezaron a
detectar concentraciones de masa muy, muy, muy alta en el centro de las
galaxias grandes, como la nuestra o mayores. La Vía Láctea es una
galaxia espiral, eso quiere decir que su estructura es plana y tiene la
parte central un poco más abombada. Cuando les explico a los peques
esto les digo que es como si fuera un huevo frito que la yema es la
parte que se llama el bulbo y el disco de la galaxia es la clara blanca. Y toda esa estructura gira en torno al centro. Para saber cuánta masa
hay en el centro solo tenemos que medir la velocidad a la que giran las
estrellas o el gas que hay alrededor de ese centro. Y lo que vemos es que hay una concentración de masa muy grande en un
espacio muy pequeño. Ese tipo de masa solo puede ser un agujero negro
supermasivo. Los agujeros negros que conocemos pueden ser de dos tallas:
los estelares, que nacen de la muerte de estrellas muy masivas, que
tienen como mucho una decena o algunas decenas de veces la masa del Sol. Y luego están los supermasivos,
y aquí el “súper” es de verdad súper, porque tienen millones de veces
la masa del Sol. Eso que veíamos que ocurría en el centro de las
galaxias era muy difícil de explicar excepto si imaginábamos que ahí
había un agujero negro supermasivo. Pero como esas galaxias están lejos
de nosotros, no teníamos precisión en la medida espacial para saber si
la zona era lo suficientemente pequeña como para que la única
explicación fuera la existencia de un agujero negro de ese tipo. Para resolver ese dilema lo que hemos hecho es acudir al centro de
galaxia que tenemos más cercano, el de la nuestra. El problema del agujero negro del centro de nuestra galaxia
es que, como nosotros estamos en la parte de fuera de la Vía Láctea, lo
vemos muy oscurecido porque hay una cantidad enorme de polvo que nos
impide mirarlo en la longitud de onda visible, así que tenemos que usar
el espectro infrarrojo porque la luz infrarroja atraviesa mejor el
polvo. Observando en el infrarrojo se han hecho estudios para medir
directamente cómo cambia la posición de estrellas en la parte central de
la galaxia. Lo que se ha visto en una investigación que ha durado una
decena de años es que, primero, se trata de un lugar en el que no hay
ninguna estrella, nada que emita luz. Una explicación compatible con lo
que se observaba al medir las órbitas individuales de las estrellas que
hay alrededor de esa área es que en el centro estuviera todo girando
alrededor de una zona oscura. Y lo único que explica esto es que en ese
lugar haya algo con cuatro millones de veces la masa del Sol. Esa es una
de las pruebas más claras de que en el centro de las galaxias hay
agujeros negros supermasivos. También hay que saber que este no es de
los más “súper”, porque los hay que son de miles de millones de veces la
masa del Sol.
Recreación de una pareja de agujeros negros a punto de fusionarse
NASA
El tamaño de los agujeros negros supermasivos depende de lo gorda que
sea la masa central de la galaxia: cuanto más masiva sea la parte
central de la galaxia, más masivo es el agujero negro. Para hacerse una
idea de la relación de tamaños conviene saber que esa zona en la que
creemos que hay un agujero negro tiene minutos de años luz de tamaño o
incluso menos y el centro de las galaxias en las que está tienen cientos
o cientos de miles de años luz.
La respuesta a la pregunta es no, porque todo lo que hay alrededor
del agujero negro supermasivo del centro de nuestra galaxia está girando
en equilibrio.
Es muy difícil que la materia que orbita alrededor y a
cierta distancia del núcleo pierda su momento angular, es decir, su
capacidad de rotar, y cambie su trayectoria para dirigirse hacia el
agujero negro.
Para que eso ocurriera debería haber algún mecanismo que
provocara su desestabilización Los agujeros negros, incluso los supermasivos, tienen un radio de
influencia y más allá de ese radio no afectan a los objetos que están
ahí.
Solo a partir de cierta distancia ocurre que la materia se va hacia
el agujero negro. Los agujeros negros se tragan solo hasta, como si
dijéramos, donde les llega el brazo.
Isabel Márquez es doctora en astrofísica e investigadora del Instituto de Astrofísica de Andalucía (CSIC).
Pregunta realizada vía email por las alumnas y alumnos de 4º de la ESO del IES As Barxas de Moaña (Pontevedra).
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