'Roma' está rodada en el español de allá y aquí se subtitula toda la película en el español de Burgos.
Luego sería premio Cervantes, pero a José Emilio Pacheco, poeta
grande que venía de Góngora y de Alfonso Reyes, no le entendían esa
mañana en el Hotel Suecia de Madrid, donde había marcado el número de la
centralita para reclamar ayuda.
Se le habían estropeado las conducciones de su baño y quería ducharse.
Decirlo fue sencillo, pero explicarlo le resultó dificilísimo.
Pues el conserje entendió que aquel señor mexicano le hablaba en extranjero.
Y lo que dijo José Emilio fue, en el español que con tanto conocimiento dominaba: “Mándeme al plomero; se dañó la tina y no funciona la regadera”.
Mándeme y funciona no necesitaban, para el recepcionista, de traducción alguna, pero ¿qué era plomero, qué significaba tina, qué era una regadera?
José Emilio se hizo entender. Y al final apareció el fontanero que arregló el baño y, por lo tanto, hizo volver a funcionar la ducha.
Esa película, Roma, explica una historia que aquí, en España, se entiende perfectamente, pues pone el dedo en los vestigios machistas del caciquismo, que en México funciona como aquí, con sus secuelas de irrespeto.
La película está rodada en el español de allá.
Y aquí se subtitula toda la película en el español de Burgos.
De modo que se toma por extraño el español que las academias, a una de las cuales perteneció Pacheco, tratan de poner en común, con un esfuerzo que choca con la simpleza de los que consideran que el hecho de que haya una lengua única remite, tan solo, a lo que hablamos o escribimos los que nacimos en la misma tierra que Cervantes.
Se le habían estropeado las conducciones de su baño y quería ducharse.
Decirlo fue sencillo, pero explicarlo le resultó dificilísimo.
Pues el conserje entendió que aquel señor mexicano le hablaba en extranjero.
Y lo que dijo José Emilio fue, en el español que con tanto conocimiento dominaba: “Mándeme al plomero; se dañó la tina y no funciona la regadera”.
Mándeme y funciona no necesitaban, para el recepcionista, de traducción alguna, pero ¿qué era plomero, qué significaba tina, qué era una regadera?
José Emilio se hizo entender. Y al final apareció el fontanero que arregló el baño y, por lo tanto, hizo volver a funcionar la ducha.
Esa película, Roma, explica una historia que aquí, en España, se entiende perfectamente, pues pone el dedo en los vestigios machistas del caciquismo, que en México funciona como aquí, con sus secuelas de irrespeto.
La película está rodada en el español de allá.
Y aquí se subtitula toda la película en el español de Burgos.
De modo que se toma por extraño el español que las academias, a una de las cuales perteneció Pacheco, tratan de poner en común, con un esfuerzo que choca con la simpleza de los que consideran que el hecho de que haya una lengua única remite, tan solo, a lo que hablamos o escribimos los que nacimos en la misma tierra que Cervantes.
En 1992, encontré que en la editorial en la que entré a trabajar se había traducido al español de aquí el espléndido español guatemalteco que dominaba el excelente escritor que siguió siendo Rodrigo Rey Rosa.
Y en el mismo sitio escuché decir que los libros de Julio Cortázar no estaban en las librerías españolas “porque a Cortázar habría que traducirlo”.
Guillermo Cabrera Infante incluye un mexicanismo precioso en Tres tristes tigres:
“Prohibido a los materialistas estacionarse en lo absoluto”.
Alfonso Cuarón pudo haber puesto esa frase en su hermosa Roma, y alguien, en el lado de acá, que diría Cortázar, hubiera tenido la tentación de traducirlo, igual que el pobre Pacheco tuvo que traducir lo que para él era tan español como mándeme al fontanero que se me jodió el baño y no me funciona la ducha, ¡hostias!
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