Surgieron por un fallo, apasionan a los 'millennials' (y a sus padres) y un jugador de la selección española es el inversor capitalista.
Sí, a los creadores se les fue la mano con un ingrediente y salió esta adictiva especie de minicroissant de mantequilla, con la opción de tenerlos bañados en chocolate, ya sea negro o blanco.
Pero hay más enigmas que resolver de este dulce de moda...
Gracias a un cupón de la ONCE
La peculiar crónica de los Manolitos arrancó hace casi tres décadas, en 1989.Manolo Manzano, nieto e hijo de pasteleros, pidió a su abuela un préstamo para abrir su primer local, de tan solo 60 metros cuadrados, en Colmenar Viejo (Madrid).
Y así, Manolo pasó de ayudar a su padre a hornear tartas por encargo a poner a su progenitor literalmente a sus órdenes.
Pronto llegó la segunda pastelería, y la tercera -que se abrió gracias a un cupón de la ONCE… premiado, claro -, y… hasta una fábrica. Y pronto también se sumaron al negocio Remedios y Noelia, hermanas de Manolo.
Surgió por un error en la receta
Y todo fue por un error: echaron mantequilla de más y acabó saliendo este sabrosísimo dulce.Eso sí, no desvelan la receta completa. “El cambio de milenio fue definitivo para Pastelerías Manolo”, recuerda Remedios Manzano, uno de los tres hermanos propietarios.
Pocos meses después de que, en 1999, abrieran su “buque insignia" -en Corazón de María, 10, en Colmenar Viejo- estos bollos con vocación de minicroissants se convirtieron en objeto de deseo para los habitantes de la sierra noroeste de Madrid.
Su fama llegó hasta la capital, gracias, eso sí, al boca a oreja.
"La mejor campaña de comunicación, lenta pero muy efectiva”, nos dice Isabel Aires, experta en comunicación gastronómica y CEO de Aires News.
Ningún experto de imagen estuvo detrás, ninguna agencia de comunicación.
La historia del nombre nos la cuenta Remedios Manzano:
“Unos clientes asiduos nos llamaban por teléfono para hacernos encargos y los llamaban así, Manolitos [recuerden:
Manolo Manzano es el que lo empezó todo]. Nos gustó tanto el nombre que en 2012 decidimos registrarlo como marca comercial”, recuerda Remedios Manzano.
Al menos, eso sí, contaban con un -curioso- departamento de control de calidad: el propio Manolo, que todavía sigue comiendo "unos diez manolitos al día".
“Es nuestro I+D”, ironiza su hermana.
Ya más en serio: Manolo dice tener los niveles de azúcar en orden y practica deporte a diario (y se nota).o
Qué no son 'croissants', oiga
Sí, tienen forma más que parecida a los kiflis austriacos o a los famosos croissants franceses, aunque en tamaño mini, claro.Pero, como afirma Iván Sáez, chef del restaurante Desencaja (Paseo de La Habana, 84, Madrid) y de El Zorzal (Santa Clara, 10, Madrid), y buen conocedor de la gastronomía francesa,
“si estás pensando en un croissant francés, con sus capas, su crujiente, con el sabor y aroma a mantequilla, no puedes comerte un Manolito, porque es otra cosa, y viceversa”.
Así que no intentes buscar parecido alguno.
Pese a que surgieran con intención de croissant, y hasta a los propios inventores se les escape el término, este es “un bollo único, y prueba de su éxito es que tiene imitaciones”, prosigue Sáez.
Surgió por un error en la receta
Y todo fue por un error: echaron mantequilla de más y acabó saliendo este sabrosísimo dulce.Eso sí, no desvelan la receta completa.
“El cambio de milenio fue definitivo para Pastelerías Manolo”, recuerda Remedios Manzano, uno de los tres hermanos propietarios.
Pocos meses después de que, en 1999, abrieran su “buque insignia" -en Corazón de María, 10, en Colmenar Viejo- estos bollos con vocación de minicroissants se convirtieron en objeto de deseo para los habitantes de la sierra noroeste de Madrid.
Su fama llegó hasta la capital, gracias, eso sí, al boca a oreja.
"La mejor campaña de comunicación, lenta pero muy efectiva”, nos dice Isabel Aires, experta en comunicación gastronómica y CEO de Aires News.
Ningún experto de imagen estuvo detrás, ninguna agencia de comunicación.
La historia del nombre nos la cuenta Remedios Manzano:
“Unos clientes asiduos nos llamaban por teléfono para hacernos encargos y los llamaban así, Manolitos [recuerden: Manolo Manzano es el que lo empezó todo].
Nos gustó tanto el nombre que en 2012 decidimos registrarlo como marca comercial”, recuerda Remedios Manzano.
Al menos, eso sí, contaban con un -curioso- departamento de control de calidad: el propio Manolo, que todavía sigue comiendo "unos diez manolitos al día".
“Es nuestro I+D”, ironiza su hermana.
Ya más en serio: Manolo dice tener los niveles de azúcar en orden y practica deporte a diario (y se nota).
Qué no son 'croissants', oiga
Sí, tienen forma más que parecida a los kiflis austriacos o a los famosos croissants franceses, aunque en tamaño mini, claro.Pero, como afirma Iván Sáez, chef del restaurante Desencaja (Paseo de La Habana, 84, Madrid) y de El Zorzal (Santa Clara, 10, Madrid), y buen conocedor de la gastronomía francesa, “si estás pensando en un croissant francés, con sus capas, su crujiente, con el sabor y aroma a mantequilla, no puedes comerte un Manolito, porque es otra cosa, y viceversa”.
Así que no intentes buscar parecido alguno.
Pese a que surgieran con intención de croissant, y hasta a los propios inventores se les escape el término, este es “un bollo único, y prueba de su éxito es que tiene imitaciones”, prosigue Sáez.
Cuánto engordan, que no me quiero pasar
Reconozcámoslo: tienen el tamaño perfecto.Seguramente si fueran más grandes, como la mayoría de bollería al uso, sonaría enseguida la señal de alarma de nuestra dieta y más de uno evitaría la tentación.
Y es que, como señala Isabel Aires, es “un bocado delicado, sutil, y, al ser más chicos, da la sensación de que se peca poco”.
Pero oigamos la voz del especialista, que igual nos baja la euforia. El nutricionista Guillermo V. Rodríguez alerta:
“El hecho de que vengan en un formato más pequeño puede hacer que nos comamos más de uno, porque lo vemos como algo más inofensivo”.
Sin ser determinantes sí que podemos sacar algunas conclusiones. Por ejemplo, un minicroissant tiene unas 90 calorías.
Conclusión: un Manolito tiene más calorías porque contiene más mantequilla (¡se pasaron con este ingrediente en la receta!) y algunos llevan chocolate.
Por poner otros ejemplos: un polvorón puede llegar a las 180 calorías y una manzana tiene 70 calorías (eso sí, este último es azúcar natural de los alimentos, no añadido, que es el de los dulces).
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