El Museo
de Israel muestra por primera vez el pergamino milenario más frágil
hallado en unas cuevas del Qumrán en 1947.
Es una copia del 'Génesis'
escrita en primera persona.
Fragmento
del 'Génesis apócrifo', que puede verse por primera vez desde su
hallazgo en 1947 en el Santuario del Libro de Jerusalén. En vídeo,
declaraciones de Adolfo Roitman, comisario de la exposición.Oded BaliltyFOTO: AP / VÍDEO: EFE
El Museo de Israel exhibe por primera vez el Génesis apócrifo,
uno de los rollos del Mar Muerto que hasta ahora había permanecido
guardado en la cámara climatizada construida expresamente para albergar
los delicados manuscritos encontrados en las cuevas del Qumrán, de más
de 2000 años de antigüedad, y a la que solo acceden los conservadores
del museo. El pergamino ahora expuesto es uno de los textos más misteriosos de
los siete primeros rollos del mar Muerto encontrados en 1947 en una
cueva del desierto de Judea. “Era con diferencia el documento en peor
estado, por eso hasta ahora ha sido imposible mostrarlo”, explicó ayer
el conservador Adolfo Roitman, director del Santuario del Libro.
Fragmento
del 'Génesis apócrifo', que puede verse por primera vez desde su
hallazgo en 1947 en el Santuario del Libro de Jerusalén. En vídeo,
declaraciones de Adolfo Roitman, comisario de la exposición.Oded BaliltyFOTO: AP / VÍDEO: EFE
El Museo de Israel exhibe por primera vez el Génesis apócrifo,
uno de los rollos del Mar Muerto que hasta ahora había permanecido
guardado en la cámara climatizada construida expresamente para albergar
los delicados manuscritos encontrados en las cuevas del Qumrán, de más
de 2000 años de antigüedad, y a la que solo acceden los conservadores
del museo. El pergamino ahora expuesto es uno de los textos más misteriosos de
los siete primeros rollos del mar Muerto encontrados en 1947 en una
cueva del desierto de Judea. “Era con diferencia el documento en peor
estado, por eso hasta ahora ha sido imposible mostrarlo”, explicó ayer
el conservador Adolfo Roitman, director del Santuario del Libro. Datado en el siglo I antes de Cristo y escrito en arameo, recoge del capítulo 5 del Génesis
al 15. Una parte de la Biblia en la que se habla de Abraham y de Noé
pero contada con diferencias significativas, de ahí que se le considere
un texto apócrifo. Su contenido no hace temblar los cimientos del
Vaticano —que considera los manuscritos del mar Muerto de interés
universal— pero se presta a ser objeto de nuevas teorías de la
conspiración para poner en duda el texto bíblico. “Es sin duda una copia
muy antigua de un texto original. Los trazos de la escritura están
hechos con mucho esmero, sin errores y eso en esa época solo era posible
si se tenía delante el documento a copiar”, dice Roitman. En el
pergamino, que se puede ver estos días en Jerusalén, se narra el pasaje
del fin del diluvio universal. Su enorme deterioro ha traído de cabeza a los especialistas durante
décadas. Por eso ni siquiera se ha podido digitalizar para ser
consultado online. De las 22 columnas que lo componen, las
mejor conservadas son las últimas, de la 18 a la 22. “Tiene su lógica
porque al permanecer enrollado, los caracteres del final del rollo son
los que menos expuestos han estado a la luz y a la humedad”, explica
Roitman. Son los únicos fragmentos de este pergamino que se mostraron
fugazmente en 1955, en el edificio Terra Sancta en Jerusalén, cuando el
entonces primer ministro de Israel, Moshe Sharett, anunció que el Estado
israelí había comprado los cuatro rollos perdidos que faltaban de los
siete que se encontraron en la llamada Cueva 1 del Qumrán.
Bieberkraut fue el primer experto en Israel que se encargó de la
conservación de los rollos. Pero entonces se desconocía que este
pergamino es especialmente sensible a la luz. Tanto que ni siquiera
resistiría ser expuesto en el Santuario del Libro, en las mismas
condiciones que el resto de documentos del Qumrán. Por eso, para esta
muestra los expertos han acondicionado una urna especial cubierta con un
cristal inteligente. El cristal está compuesto por dos capas que
permiten el paso de un haz de luz entre ellas de manera que, cuando se
pulsa un botón, el pergamino se hace visible sólo durante 30 segundos,
pero nunca es iluminado directamente. La vitrina contiene un microchip
que registra constantemente las condiciones ambientales. “Los otros manuscritos se exhiben por partes. Cada tres meses
mostramos una sección de ellos diferente, así aseguramos su
preservación. Pero con el Génesis apócrifo no podemos hacer eso
porque se desintegraría. Por eso esta ocasión para verlo es única”,
cuenta Roitman. Los fragmentos se exponen hasta junio. Después, volverán
a dormir en la cámara donde han estado más de 50 años.
Descomposición
Los expertos han estado años lidiando con la descomposición
aparentemente imparable de este texto. A diferencia de otros rollos
encontrados en la misma cueva, este manuscrito es un pergamino, no un
papiro, y su tinta parece ser lo que lo hace tan frágil. “Está compuesta
por una mezcla de carbón y resinas, como la tinta de los otros rollos,
pero la del Génesis apócrifo contiene además cobre, lo que hace
que sea especialmente sensible a la luz. Tenemos fotografías en las que
se aprecia ese deterioro al comparar el estado actual con el estado en
el que se encontraba en 1955, cuando el profesor James Bieberkraut
trabajó en él por primera vez”, cuenta el conservador.
Trozo del manuscrito ahora exhibido en una urna en Jerusalén.Lourdes Baeza
A diferencia del Génesis —que recoge que Noé sale del arca con su
familia y lo primero que hace es erigir un altar y hacer un sacrificio
para Dios— el manuscrito conservado en la Ciudad Santa cuenta cómo Noé
hace el sacrificio dentro del arca. “Desde un punto de vista histórico
también tendría sentido porque si estamos hablando de la destrucción que
arrasó la tierra, el sacrificio lo habría hecho para asegurarse de
purificar el exterior”, cuenta Roitman junto a la vitrina que contiene
el texto. Además, estos fragmentos del Génesis apócrifo no están narrados en tercera persona, sino que es el mismo Noé quien cuenta la historia.
Periplo mundial hasta Jerusalén
El Museo de Israel que guarda los milenarios Rollos del Mar Muerto.Joan Mas Autonell (Efe)EFELos rollos del mar Muerto son casi 1.000 pergaminos y papiros
escritos en arameo y hebreo encontrados en 11 cuevas de las casi 300
inspeccionadas en Qumran, en el desierto de Judea, en Cisjordania entre
1947 y 1956. El Génesis apócrifo forma parte de los primeros siete
manuscritos encontrados en 1947 en la llamada Cueva 1 por unos pastores
beduinos de la tribu de los Tamireh. Al tirar una piedra en un agujero y
notar un sonido extraño decidieron regresar al lugar preparados para
excavarlo. Encontraron diez tinajas de barro con tapa y en una de ellas
había tres manuscritos enrollados. En otra visita al lugar descubrieron
otros cuatro rollos y terminaron vendiéndolos a varios comerciantes de
Belén.
Un profesor de la Universidad Hebrea, Eleazar Sukenik, compró tres de
ellos y los otros cuatro fueron adquiridos por el arzobispo Athanasius
Yeshue Samuel, del monasterio siriaco ortodoxo de Jerusalén, que pagó
100 dólares por el lote.
Cuando estalló la guerra tras el nacimiento del
Estado israelí, el prelado huyó con sus manuscritos a Estados Unidos
vía Beirut.
Allí los puso inicialmente a la venta por un millón de
dólares pero nadie los compró.
“No estaba clara su antigüedad, la suma era muy elevada y el temor a
que fuesen reclamados por Israel o por los palestinos se interponía en
la venta”, dice Adolfo Roitman, director del Santuario del Libro del
Museo de Israel.
Finalmente el arzobispo puso un anuncio en el Wall Street Journal
rebajando el precio y el arqueólogo Yigael Yadin los compró en secreto
para el Estado de Israel por 250.000 dólares. Una compra que el primer
ministro hebreo, Moshe Sharett, anunció en febrero de 1955.
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