A sus 53 años, Paulina Porizkova, una de las primeras ‘top’, recupera portadas y campañas a la vez que usa Instagram para su activismo.
En la década de los 80, cuando uno de los grandes hitos para una modelo era aparecer en la portada del número de baño de la revista Sports Illustrated, Paulina Porizkova lo logró dos años seguidos: en 1984 y 1985.
Su cara estaba en todas las revistas, de Vogue a Cosmopolitan; apareció en campañas de Chanel, Versace, Hermès o Dior, y en 1988 firmó un contrato con Estée Lauder estimado en seis millones de dólares que la situó entre las tops mejor pagadas del mundo (sería reemplazada en 1995 por Elizabeth Hurley). Además de por su belleza clásica, Porizkova también era famosa por decir siempre lo que pensaba, lo que la convertía en el sueño de cualquier entrevistador.
“Siempre he detestado ser modelo.
Es superficial y falso, y odio tener que preocuparme de mi aspecto”, declaraba a la revista People en 1985.
En 1989, en Sports Illustrated ironizaba así sobre si su ocupación era relevante: “Sin duda. Eso y la neurocirugía”. Y añadía:
“Lo que estamos haciendo es crearle un complejo a todas las mujeres de América”.
“Todavía estoy de acuerdo con mí yo joven, sigo
pensando que ser modelo es un trabajo tonto –afirma al otro lado del
hilo telefónico al ser preguntada sobre si ha hecho las paces con su
profesión–. Pero creo que cuando decía eso probablemente estaba
intentando ser provocadora, y que la gente tuviera una impresión
distinta de mí de la que sugería mi aspecto.
En realidad era salvaje,
alocada y bastante punk”. Lo que pasaba es que Porizkova quería ser
escuchada además de mirada.
“Siempre he dicho que una modelo es como la
manzana en un bodegón.
Te sacan brillo, te colocan donde quieren... Me
resultaba muy deshumanizador, me hacía sentir como si lo que tuviera que
decir fuera irrelevante.
Solo cuando consigues un cierto nivel de fama
adquieres una voz, y tardé un poco en entender que eso conllevaba
también una responsabilidad”, explica
Desde que ella encontró su voz la ha utilizado sin descanso, pero ahora su eco llega más lejos gracias a las redes sociales.
“Instagram es como la revista Oprah de cada uno de nosotros”, apunta. Además de repasar su carrera con el hashtag #Paulina4Decades, en su cuenta lo mismo denuncia aquella vez que Revlon
sustituyó su cuerpo por el de otra modelo en una campaña como los
insultos que recibía en el colegio por ser inmigrante (nació en
Checoslovaquia, pero se crió en Suecia después de que su familia huyera
del régimen comunista, y hoy también es ciudadana americana).
Además, en
2017 publicó un artículo en The New York Times que fue el germen de una conferencia TED titulada America Made Me a Feminist (América
me hizo feminista), donde explicaba por qué volvía a sentir la
necesidad de definirse como tal.
En ocasiones también expresa su rechazo
a las políticas de la administración Trump, y no es raro leer cómo se enzarza con sus haters: .
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